Dr. Marco Antonio Samaniego López
TIJUANA BC 11 DE JULIO DE 2019.-Ni la renuncia del Secretario de Hacienda ni la resolución del congreso estatal son sorpresivas. Carlos Urzúa tenía claras diferencias en diversos temas desde hacía tiempo. Los proyectos de infraestructura que se han propuesto o eliminado en tan poco tiempo. Eran difíciles de coordinar con los temas financieros. Desde la renuncia de German Martínez al Instituto Mexicano del Seguro Social, hasta las condiciones en que varios centros de investigación han visto limitados sus trabajos nos indican que la distribución de los recursos y los criterios para hacer cambios, no van de la mano.
El cambio de dos años a cinco, para el caso de Baja California, estaba cantado en el momento en que hubo mayoría en el congreso de parte de Morena. Era una condición que se discutió en numerosas ocasiones porque una gubernatura de dos años, no es conveniente para nadie. Todos los partidos habían manifestado su desacuerdo desde que se llegó a esa decisión. Los proyectos a largo plazo de infraestructura, seguridad, medio ambiente, deporte, educación, por mencionar algunos, pueden quedar a medias en un periodo tan corto como apenas dos años.
Cierto, cuando se acudió a las urnas la ciudadanía sabía que votaba por un candidato para dos años, pero en las manifestaciones de inconformidad, no aparecen sectores sociales amplios que se sientan agraviados. No parece que calara hondo en la población el cambio de dos a cinco años. Dirigentes de diversos partidos – incluidos miembros de Morena. – han indicado que el proceso no fue el debido. Hubo, pues, una clara muestra de mayoriteo, al que se sumaron de otros partidos en una condición de minoría que probablemente, negociaron otras decisiones. Demasiados votos aprobatorios es una muestra de negociación.
¿Porque la sociedad, hasta este momento, no parece reaccionar ante lo sucedido? Por qué el sistema de partidos sostenidos con los impuestos de todos los mexicanos no identifica a líderes u organizaciones con congruencia en el largo plazo. Porque de todos los candidatos que había para Morena, muchos tomaron otros caminos partidistas con tanta facilidad que los seguidores se vuelven lo de menos mientras exista acceso al presupuesto por los tan congruentes dirigentes, que un día se pintan de un color y al siguiente enarbolan otra causa muy diferente al de día anterior. Porque no se crean agendas de largo plazo para que los temas sean conocidos en su complejidad para el elector. Todo se reduce a que unos roban más que otros y a ver si este roba menos.
La salida de Carlos Urzúa y la llegada del cara de asustado de Arturo Herrera, son una clara prueba que los proyectos de largo plazo, y por tanto de cómo se concibe una sociedad, no pueden estar al capricho de un solo poder, cualquiera que este sea. La distribución de los recursos es un aspecto fundamental y nos involucra a todos porque es la pauta para los proyectos que mejoran la calidad de vida de todos. La carta de renuncia de Urzúa, no es dura, es durísima y concuerda con lo asentado por German Martínez. A final de cuentas le dio la razón el mismo que se había considerado como al malo de la película.
La gran decepción de la alternancia política, - encabezada por PRI, PAN y PRD – hoy encuentra una condición inesperada. Un movimiento de profunda critica, al volverse gobierno, no sabe si hacer crítica o gobernar. Las aguas son turbulentas y en el poco tiempo nos demuestran que la alternancia, es una solución, pero que el sistema pensado en el siglo XVIII, de división de poderes, debe resurgir con verdadera convicción por parte de los electores. De no ser así habrá nuevas alternancias, aunque los nombres, por arte de magia aparezcan de un lado u otro, en una inacabable lista de transformaciones en la que, lo que cambia, no cambia tanto, y lo errático, se vuelve una solución inmediata de lo fácil
* Marco Antonio Samaniego López. Doctor en historia por el Colegio de México.
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