Dr. Marco Antonio Samaniego López

TIJUANA BC 27 DE JUNIO DE 2019 .-Donald J. Trump está ganando importantes batallas en el tema de la migración y el comercio. Su agenda para 2020 va viento en popa, en busca de que su base electoral se mantenga en movimiento.  Los migrantes que han muerto en estos días, han sido utilizados por los demócratas para sentirse admirados por algo que ha sucedido desde hace décadas. La diferencia en este momento es que la imagen se vuelve capital político.  ¿Porque cuando  los mexicanos, por varios cientos, fallecieron ya sea en el Bravo, en el desierto de Sonora o en las montañas en Tecate, no llegaron fotos al congreso? ¿Se les olvidó que el muro que ya está lo  inicio Bill Clinton? 

Y en México, los noticieros informan que la guardia nacional está, como efectivamente sucede, haciéndole de patrulla de migración estadounidense. Las imágenes no son nuevas, incluso ni paradójicas,  militares mexicanos desplazados  hace unos días, deteniendo personas en México cerca del límite fronterizo, para que no lleguen y no eleven las cifras de detenidos  por la, esa sí, patrulla fronteriza.  Nuestro  punto de vista no es alarmista, sólo que hoy la imagen llega a corto plazo. Es a final de cuentas una imagen que se repite con regular intensidad en las referencias documentales de las policías de las ciudades fronterizas mexicanas de las décadas de 1960 y 1970. Es decir, agentes municipales y/o estatales, en acuerdos con las autoridades del sur de California, para tratar de detener el tráfico de mexicanos a los Estados Unidos. 

La condición fronteriza, que obliga a actuar distinto a prácticas a nivel nacional, lleva a estas imágenes que hoy le dan la vuelta al mundo. Los soldados deteniendo a mujeres que entre el cemento de los canales de la intrincada frontera de Ciudad Juárez-El Paso, son llevadas de regreso al lado mexicano. 

En la otra frontera,  una mujer haitiana, tirándose al piso, reclama ayuda por su hijo que está enfermo. Otros, del sexo masculino, muestran a un infante como para garantizar que tiene  un problema de salud. Como para decirle a la cámara que su tragedia es la de todos, la que se ha visto siempre, sólo que ahora las cámaras, el Facebook y en general las redes sociales, lo llevan al mundo en un instante. La estrategia de abrir las puertas a la migración y al uso de territorio mexicano, simplemente no funcionó. Le hicimos el caldo gordo a Trump. Y ahora le hacemos el trabajo. 

El fenómeno migratorio ha colocado en jaque a nuestra economía, al peso que tanto nos importa a los fronterizos, al comercio que es clave para muchos sectores sociales y a la 4T que  ubicaron como un problema  que no era suyo; las puertas abiertas lo que provocaron  fue que los  encargados de seguridad, sean hoy los salvaguardas de la economía. 

Y con ello le damos sonrisas sin fin a los republicanos, expertos en denunciar los males internos como un problema de migración. Hoy pueden aspirar a mantenerse otros cuatro años, a pesar de  que el personaje que los dirige sea tan patético como Donald Trump. Se le dio la razón a la mano dura y al garrote.   A los demócratas les ha dado tema para mantener la crítica y la confrontación y se ratifica como nunca antes que la frontera con México es clave para entender diversos procesos. 

Si  el libre comercio, la excepción fiscal en cualquiera de sus formas como la zona libre  o el régimen que permite las maquiladoras, son una marca de  toda la zona fronteriza, la otra, sin duda es la migración que se genera por este sistema que tiene relación directa e inmediata con las políticas establecidas al interior de Estados Unidos. La migración de mexicanos  es la marca de estas ciudades que se han visto beneficiadas por la excepción fiscal,  ya como destino final, ya como parte de una cadena para llegar a Estados Unidos. 

La diferencia es que  hoy se ha acentuado, publicado y presentado ante la opinión pública como una contradicción al discurso de defensa de los migrantes que México ha adoptado en las últimas décadas. En diversos foros se había denunciado por organizaciones pro derechos humanos que existía una hipocresía mexicana al tratar igual peor a los migrantes centroamericanos. Era una idea que se había escuchado, cuando menos para quien esto escribe, desde hace unos veinte años. La migra mexicana era peor que la estadounidense. 

Hoy el rostro de una mujer haitiana, tirada en el piso del albergue/cárcel en la  que se encuentra, con el rostro lleno de lágrimas, reclama una ayuda que nos afecta en la economía. 

Pide ayuda a gritos y la autoridad nos dice que es atendida; pero ese rostro  indica que el problema es mayor, que si seguimos con la idea de puertas abiertas otras se cierran. Es decir, nos hemos convertido en los republicanos de hoy, o en los demócratas de la década de los 90¨s. 

Las denuncias son pocas a pesar de que  hoy se piden identificaciones para comprar boletos de autobús.   Invertir en desarrollo es la solución, ¿pero porque hasta ahora? Trump, en lo que a nosotros respecta, sonríe. Esperamos que los demócratas avancen, nosotros tendremos que esperar a sus esfuerzos,  o maldecir, que no sirve de nada, el momento que le hicimos el caldo gordo a Trump. 

* Marco Antonio Samaniego López.  Doctor en historia por el Colegio de México.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.