Si el Estado va de reversa, el país también
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Si el Estado va de reversa, el país también

Monterrey NL - miércoles 19 de junio de 2019 - Fernando Núñez de la Garza Evia.
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Plaza Cívica

Por: Fernando Núñez de la Garza Evia
www.plaza-civica.com @FernandoNGE

MONTERREY NL 19 DE JUNIO DE 2019.- El Estado es la columna vertebral de la nación. La nación podrá estar ahí, pero solo el Estado la organiza y encauza. Sin nación, el tribalismo impera. Sin Estado, el caos domina. Por eso, el concepto moderno de “Estado-nación”. Pero, ¿cuáles son esas características que hacen que el Estado exista, y por ende la paz y el desarrollo? Contestar esta pregunta, y adherir esa radiografía de conocimiento a México, nos ayudaría enormemente a vislumbrar el camino que hoy estamos recorriendo.

El gran politólogo estadounidense Samuel Huntington publicó en 1966 un ensayo hoy considerado clásico denominado “Modernización política: América vs. Europa”, donde señala tres características esenciales del Estado moderno. Vayamos primero al conocimiento, después al país.

La primera de estas características es lo que denomina la “racionalización de la autoridad”. En palabras del académico, es “el reemplazo de un gran número de autoridades políticas tradicionales, religiosas, familiares y étnicas por una autoridad política nacional única, laica… una sociedad bien ordenada debe tener una fuente humana determinada de autoridad final, obediencia a cuya ley positiva tiene prioridad sobre otra obligación.” Es decir, una autoridad nacional única, laica y el imperio de la ley.

La segunda característica es la “diferenciación de las nuevas funciones políticas y el desarrollo de estructuras especializadas para realizar esas funciones.” Lo anterior consiste en que “las áreas de competencias peculiares (legales, militares, administrativas, científicas) se separan del ámbito político y los órganos autónomos especializados pero subordinados surgen para cumplir con esas tareas. Las jerarquías administrativas se vuelven más elaboradas, más complejas, más disciplinadas. La oficina y el poder se distribuyen más por logros y menos por adscripción”. Hay expansión de cuadros burocráticos, apolíticos, especializados, permanentes.

La tercera peculiaridad de este proceso de modernización es “el aumento de la participación en la política de los grupos sociales en toda la sociedad y el desarrollo de nuevas instituciones políticas, como los partidos políticos y las asociaciones de interés, para organizar esta participación.” Vaya, los ciudadanos y no solo las élites participan en los asuntos públicos a través de diversas vías.

Si uno lee con detalle las citas anteriores, uno sabrá que las acciones tomadas por la actual administración federal van en contra del Estado moderno, por ende de la modernización política, y por tanto del futuro.

El presidente no gusta de la racionalización de su autoridad: de manera creciente se cuelan en la política nacional las autoridades religiosas, la acumulación del poder no sucede tanto en función de autoridades locales/federales sino en la persona del presidente, y la alergia a los procesos legislativos y la ley es evidente. El carisma comienza a pesar más como fuente de legitimidad que la legalidad.

El presidente no gusta de la diferenciación de funciones y los cuadros burocráticos: el Servicio Profesional de Carrera (SPC) está muerto, hay un rechazo al conocimiento y la técnica, y el despido de servidores públicos está por todas partes. Vamos hacia la simpleza del Estado mexicano porque solo se necesita la voluntad del Ejecutivo federal.

El presidente no gusta del aumento de la participación política: encabeza un movimiento y no un partido político, su lenguaje y políticas debilitan a la sociedad civil y utiliza el púlpito presidencial para denigrar a quienes legítimamente se oponen a sus políticas. Si participas con MORENA estás con los buenos, pero si participas con la oposición y la sociedad civil estás con los malos.

Ejemplos de lo anterior sobran, palabras pronunciadas por el presidente en esos sentidos abundan. Sin Estado, las promesas de un mejor futuro son solo ilusiones, espejismos de desierto. Vamos de reversa, y si seguimos transitando por este camino solo será cuestión de tiempo para que la ilusión se convierta en decepción, después en enojo, y después la imaginación.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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