Y el dinosaurio volvió a gruñir
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Y el dinosaurio volvió a gruñir

MÉXICO DF - jueves 17 de mayo de 2012 - Abel Muñoz Pedraza.
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Procesos Políticos
Por: Abel Muñoz Pedraza

La manifestación de estudiantes de la Universidad Iberoamericana en contra de Enrique Peña Nieto el pasado viernes 11 de mayo, en el marco del Foro “Buen Ciudadano Ibero”, evidenció lo que muchos electores habían olvidado y otros tantos no conocían dada su juventud: por la venas del PRI aún corre sangre autoritaria. Quizás, esa fue la lección más importante que nos dejó este suceso.

Ese mismo día, pero momentos antes, el candidato priista había salido bien librado de la entrevista que la periodista Carmen Aristegui le había realizado en las instalaciones de MVS, sin embargo, el panorama que le esperaba en la Ibero era muy distinto. La bienvenida no fue cordial. Cientos de estudiantes lo esperaban desde temprano, de  hecho, lo esperaban desde el 24 de abril, fecha original en la que estaba programada su visita.

Las pancartas, gritos, reclamos y máscaras de Carlos Salinas de Gortari adornaban el escenario de descontento que acompañó al abanderado priista hasta la puerta del auditorio “José Sánchez Villaseñor”. Ya en el interior, los apoyos estaban divididos y el foro se llevó a cabo con normalidad. Las muestras de efervescencia política que por momentos expresaron los presentes de ambos bandos no interrumpieron el desarrollo del evento. Algunos coreaban y aplaudían al candidato priista tras finalizar sus respuestas, otros, criticaban la relación de éste con la lideresa del sindicato más grande de América Latina, Elba Esther Gordillo y, cuestionaban su posicionamiento frente a la deuda millonaria que contrató de manera ilegal el ex gobernador del estado de Coahuila y ex presidente nacional del PRI, Humberto Moreira.

Antes de culminar la presentación, Peña Nieto pidió el micrófono para dar respuesta a los reclamos relacionados con el caso Atenco, justificando así el uso legítimo de la fuerza pública, cuestión que indignó y encendió los ánimos de los estudiantes opositores que se encontraban dentro y fuera del auditorio, ya que en aquella ocasión se comprobó que durante el operativo realizado en 2006 fueron violados atrozmente los derechos humanos de varios manifestantes por elementos federales y del Estado de México que intervinieron para restablecer el orden y, según el ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Genaro Góngora Pimentel, la SCJN no validó  el operativo en Atenco.

Lo hechos que se suscitaron al finalizar la presentación y salir del auditorio son los que han causado polémica y críticas. Para los militantes y simpatizantes del PRI, además de algunos medios de comunicación y periodistas, la postura de los estudiantes fue intolerante y promovida por el PRD y Andrés Manuel López Obrador. Para otros –me incluyo en este grupo– los hechos que se dieron ese día son un fiel reflejo de la constante lucha que se da en política dentro de una arena democrática, en donde se sostienen principios de pluralidad, diversidad y libertad de expresión. Es precisamente este último punto el que llama la atención y merece un análisis más profundo.

Una de las múltiples acepciones que tiene la definición de política hace hincapié en señalar la constante batalla que se da entre varios grupos que representan intereses divergentes para alcanzar el poder. En este sentido, me parece que los mexicanos no estamos acostumbrados a aceptar lo diferente, lo distinto, lo ajeno a nosotros. Esto se debe, en gran medida, al largo periodo autoritario que vivimos bajo el PRI, en donde se promovió una sola visión de las cosas de acuerdo a cada presidente y, pensar de forma contraria al régimen significaba confrontarlo y, en consecuencia, ser un posible blanco de censura a través de acciones violentas. La historia política de la posrevolución tiene muchos ejemplos al respecto.  una sola visi

Otra hipótesis, que me hace pensar que gran parte de los mexicanos todavía no sabemos convivir plenamente con perspectivas contrarias a las que cada quien concibe de forma personal, va en el sentido de que la democracia electoral en México es cosa reciente. Bajo esta idea, la posibilidad de que una sociedad pueda participar en procesos electorales democráticos contribuye a que sus miembros contrasten visiones, actitudes y valores sobre lo público frente a la autoridad, al poder, lo cual hace que el concepto de tolerancia se pueda aterrizar a una realidad, al día a día, se practique entre la gente y sea visible, y no simplemente se quede en el plano de la teoría. Si hacemos memoria, el sistema de partidos mexicano fue por mucho tiempo hegemónico, en donde el dominio del PRI era absoluto y su naturaleza consistía en la de un partido creado desde el poder para mantenerse en el poder (Muñoz Patraca, 2006).  

Con base en las hipótesis anteriores, me parece que buena parte de los ciudadanos mexicanos aún no hemos madurado políticamente e insisto, no hemos logrado dar un salto cualitativo que refleje un tipo de ciudadanía que acepte lo diferente, lo distinto, lo ajeno y menos aún, que conviva con ello de manera natural y cotidiana.  De esta forma, el diferir políticamente de alguien abiertamente es una cuestión en la que no debe de haber consecuencias más allá de las que establece el propio desacuerdo, es decir, no debe de rebasarse el debate que se da en el terreno de las ideas para buscar fincar responsabilidades sobre el que no estuvo de acuerdo.

Una ejemplo relacionado a lo que comentamos anteriormente fueron las declaraciones de Pedro Joaquín Coldwell, presidente nacional del revolucionario institucional, mostrando claramente rasgos del pasado autoritario que persiste actualmente en su partido, ya que momentos después de la presentación de Peña Nieto solicitó que se investigara a los estudiantes que organizaron las protestas contra el candidato priista durante una entrevista que le realizaron en Radio Ibero.

La solicitud de Coldwell cae en lo absurdo y ridículo. Incluso, su propuesta se convierte en una paradoja, ya que al solicitar que se investigue la manifestación de los estudiantes que, a su juicio, rayaron en lo intolerante –sin olvidar que en ningún momento los estudiantes agredieron físicamente al candidato y/o violaron la ley– se refleja la existencia de una actitud de intolerancia hacia las posturas que expresan diferencia y rechazo a EPN, buscando así perseguirlas mediante una investigación. Es decir, se busca combatir una supuesta intolerancia con medidas intolerantes debido a que no se piensa como uno.

El PRI y sus allegados han querido crear una cortina de humo al desprestigiar la autenticidad de las manifestaciones de los estudiantes de la Ibero, sin embargo, los propios estudiantes respondieron, con un video subido a You Tube, a las acusaciones que les imputaban Arturo Escobar, vocero del Partido Verde y, Francisco Gamboa Patrón, secretario nacional de la CNOP y candidato del PRI por la vía plurinominal al Senado de la República (131 alumnos de la Ibero responden). De la misma manera, el rector de la Universidad Iberoamericana, el doctor José Morales Orozco, emitió un comunicado en el que expresó lo siguiente: “asumir que la movilización de sus estudiantes (de la Ibero) obedeció a algún tipo de manipulación interna o externa es insultar su inteligencia y su libertad (de los estudiantes).”

Actualmente, las altas esferas priistas y algunos medios y periodistas cuestionan las marchas que se llevarán a cabo en varias partes del país, tachándolas de manipuladas y de no reflejar la realidad política que se vive actualmente. Sin embargo, el que el PRI y otros no reconozcan las diferencias, lo distinto, lo ajeno al partido, lo que está fuera de su control, significa un desprecio por los demás, por los que no son adeptos al proyecto que encabeza Peña Nieto. Significa ser intolerante y soberbio, volver al pasado. Esa es la verdadera intolerancia, no la de unos estudiantes que se manifestaban pacífica, pero tenazmente, en contra de EPN dentro de las instalaciones universitarias, ni la de muchos ciudadanos que lo harán el próximo fin de semana marchando en las calles.

En fin, a eso le llamo el gruñir del dinosaurio, la intolerancia a su máxima expresión, el mostrar un rostro autoritario ante la primera situación incomoda y difícil para Enrique Peña Nieto durante la campaña, la impotencia de no poder controlar un espacio a su modo, la imposibilidad de tener simpatizantes que desbordaran en apoyos desproporcionados a favor de Peña Nieto. Esa es la frustración que provocó que el dinosaurio, al estar en una condición adversa y acorralado, volviera a gruñir autoritariamente a los que lo incomodaron, a los que no piensan como él, y a que lo siga haciendo al amenazar, a través de las redes sociales, a los estudiantes de la Ibero por hacer públicas sus críticas e inconformidades después de lo ocurrido.

Felicidades a todo el personal que labora en AFN por su noveno aniversario.   

Abel Muñoz Pedraza es estudiante de la maestría en Estudios Sociales con línea en Procesos Políticos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en la Ciudad de México. Es licenciado en Relaciones Internacionales por la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), campus Tijuana. Correo electrónico: [email protected] Twitter: @abelmunozpedraz

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