El alcalde que construye muros.
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El alcalde que construye muros.

TIJUANA BC - viernes 16 de noviembre de 2018 - Javier Iván Maldonado Preciado.
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POLITEIA.

Por: Javier Iván Maldonado Preciado.

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Ahora que nuestros gobernantes construyen muros mentales y desconocen la historia de las propias ciudades que gobiernan, considero que vale la pena recapitular la cronología de las murallas, tanto en nuestra ciudad, como en el mundo. Solo de esa forma la xenofobia, el oportunismo y el populismo entenderán la diferencia entre un muro y un puente.  

Necesitamos hacer memoria, para recordar que, en agosto de 1961, la República Democrática Alemana construyó el famoso “Muro de Berlín”, para evitar la incontenible huida de su población hacia la República Federal Alemana. La gente solía emigrar de un territorio a otro, ya que en el régimen verdaderamente democrático había mayores libertades individuales, mejores oportunidades laborales y mayor poder adquisitivo, así como libertad para acumular riqueza.   

Pronto los comunistas notaron que a ese ritmo se quedarían sin gente, por lo que decidieron construir un gigantesco e impenetrable muro entre ambos territorios, el cual contaba con una fuerte vigilancia y una zona de seguridad, donde era permitida la fuerza letal en contra de los desertores. El muro significó la división de familias, el aislamiento de un pueblo y una especie de prisión, donde cada individuo cumplía una función mecánica.

No fue sino hasta 1989, 28 años después, que fue derribado el “Muro de Berlín” por los propios alemanes. Su caída representó un respiro para los regímenes democráticos, para valores como la libertad y la integración de los pueblos, además de simbolizar el fin de la “Guerra Fría”. Muchos sucesos se dieron en el mundo, entre ellos, la consolidación de Estados Unidos de América como la hegemonía económica, por ello, gente de todo el mundo decidió emigrar hacia ese país, principalmente mexicanos y centroamericanos, debido a nuestra ubicación geográfica.

Millones de personas lograron migrar hacia Estados Unidos y mejorar su situación económica. El fenómeno pronto se volvió tendencia y en 1994, como parte de sus promesas de campañas, el entonces Presidente (de EUA) Bill Clinton implementó la “Operación Guardián”, misma que consistía en la construcción de un muro que impidiera la migración ilegal hacia dicho territorio. En noviembre de 2005 el Senado estadounidense aprobó extender el muro hasta más de 1,000 kilómetros y el desenlace de la historia con Donald Trump es ampliamente conocido.

La posición de México frente a los migrantes siempre ha sido de apoyo, solidaridad y respeto hacia su decisión, siendo Tijuana el principal punto de cruce hacia Estados Unidos. Aunque su libertad de emigrar es respetada, la función de nuestro Estado se ha basado en coordinar su entrada, brindar asesoría jurídica y advertir a los migrantes de los peligros que conlleva cruzar la frontera, ya que tan solo en 2017 se registraron 412 muertes de personas intentando avanzar hacia territorio estadounidense y más de 341,000 detenciones, de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Históricamente se ha elegido Tijuana como punto de cruce, ya que es el espacio menos inseguro para cruzar hacia Estados Unidos, así como el más práctico por su clima, suelo y extensión. Cabe señalar que quien emigra, está poniendo en riesgo su vida y la de sus acompañantes, generalmente sus parejas e hijos. Por ello no debe extrañarnos que tanto nacionales como extranjeros busquen minimizar sus probabilidades de, literalmente, morir en el intento.

Habiendo recapitulado los sucesos históricos y datos estadísticos, abordemos el tema del éxodo migrante de personas del sur que actualmente se encuentran en Tijuana. Primero para señalar que lejos de solo condenar las expresiones xenófobas de algunos paisanos, debemos responsabilizar a los tres órdenes de gobierno por su ausencia, pues su incapacidad para responder ante la problemática propició este clima de incertidumbre. El Instituto Nacional de Migración se encuentra a cargo del ejecutivo federal, quien tomó la decisión de no hacerse cargo de la situación y traspasar el problema a la siguiente administración (ausencia de gobierno), mientras que el gobierno estatal sencillamente es incapaz de atender el fenómeno y no ha mostrado mayor señal de interés en el tema, ni realizado acciones concretas.

Lo verdaderamente preocupante fue la ausencia del alcalde de Tijuana Juan Manuel Gastelum Buenrostro, quien se encontraba fuera de la ciudad durante los sucesos. Fue señalado y criticado por no estar presente para atender la llegada de la caravana migrante, sin embargo, al volver del extranjero y realizar declaraciones xenófobas, basadas en la ignorancia de nuestro propio marco legal e historia, miles de tijuanenses desearíamos que no hubiese regresado. “Mucho ayuda el que no estorba”, reza un dicho altamente conocido en México.

Aprovechándose del actual contexto de tensión entre migrantes y algunos residentes de Playas de Tijuana, así como de los ánimos de muchos otros ciudadanos, el actual alcalde de Tijuana creyó ver una oportunidad para levantar su derretida popularidad. Catalogado por muchos como “el peor alcalde de la historia” y en medio de los índices de rechazo más altos en la historia reciente del municipio, el alcalde propuso deportar a los inmigrantes, en cadena nacional de televisión, además de llamarlos “personas non gratas”, volviéndose tema internacional.

Haciendo uso del mayor distintivo de su administración, es decir, la incapacidad para transmitir ideas de forma eficiente, el alcalde sentenció impunemente que “los derechos humanos son para los humanos derechos”, siendo, por supuesto, su propio criterio –o, mejor dicho, falta de criterio-- quien determina quién es una “persona derecha”. Al afirmar que los migrantes “llegan en un plan agresivo, grosero, con cánticos, retando a la autoridad, haciendo lo que no estamos acostumbrados a hacer en Tijuana”, el alcalde olvidó que Tijuana es la ciudad con más de 1,500 muertos en lo que va del año, lo que la posiciona en el mundo como uno de los lugares más peligrosos para vivir.

Los muros construidos en las fronteras provocan episodios tristes, sin embargo, los muros mentales de los gobernantes provocan catástrofes. Al alimentar el ambiente de tensión que vivimos en Tijuana, la actitud conservadora del alcalde puede incrementar los índices de violencia que actualmente vivimos. Los gobiernos deben buscar soluciones y no abonar al problema.

Probablemente la actitud del alcalde será esa hasta las elecciones locales de 2019, en un intento desesperado por al fin conectar con un sector de la sociedad, sin embargo, vale la pena precisar que la caída del “Muro de Berlín” trajo consigo un cambio significativo en las formas de hacer política. No es novedad que, por ejemplo, en México, a tan solo unas semanas después de su caída, tuviéramos nuestra primera alternancia en un Estado, curiosamente Baja California, con un candidato que entendía bien la globalización e incluía dicho fenómeno en su discurso político.

Nuestro sistema político evolucionó lento, incluyendo nuestras en las fronteras, donde tenemos una identidad distintiva, en relación al propio sistema político mexicano. Durante décadas, nuestros actores políticos sobrevivieron, aun sin entender a fondo la globalización, ya que no existían expresiones políticas organizadas que ofertaran una alternativa distinta a las del mercado electoral, pues los partidos tradicionales cada vez se parecían más entre ellos.

En 2006 y 2012, un personaje proveniente de una zona marginada ofreció una opción distinta al país, sin embargo, no obtuvo mayores simpatías en el norte de México, porque no lograba conectar con nuestra identidad fronteriza. Aunque nuestro diagnóstico sobre el resto de la República era similar, había incertidumbre sobre su visión global del mundo, en una zona donde no estamos acostumbramos a cambios drásticos. El fenómeno de Donald Trump, que nos obligó a colocar la integración internacional en la agenda y el gran hartazgo por el sistema tradicional, le proporcionaron al presidente electo las herramientas para derribar la muralla que frenaba su paso al norte.  

Hoy en día, resulta irónico que el alcalde de la ciudad utilice como medida desesperada la xenofobia, el aislamiento internacional y el autoritarismo, para intentar generar simpatías, cuando las tendencias y la forma de hacer política han cambiado en nuestro ambiente político. El primer paso que debe dar Juan Manuel Gastelum Buenrostro, si pretende sobrevivir a la oleada de alternativas políticas que se presentarán en la boleta del próximo año, es derribar sus propios muros mentales.

Si piensa emular a Donald Trump, como último recurso de supervivencia, Gastelum Buenrostro debe recordar que nuestro sistema electoral no es similar al de Estados Unidos, donde, por cierto, el hoy Presidente de dicho país perdió en cantidad de votos. En California, por ejemplo, Estado del que somos interdependientes, el resultado en contra del discurso xenófobo fue abrumador, pues la candidata Demócrata arrolló a Trump en 2016 y recientemente su partido perdió también las elecciones intermedias. Para entender la dimensión de esto, tengamos en cuenta que, si California y Baja California formáramos un solo país, seríamos la cuarta economía del mundo. Así funcionan las identidades y demandas de la sociedad en un sistema político, de acuerdo con tu posición geopolítica.

Javier Iván Maldonado Preciado es egresado de la Licenciatura en Administración Pública y Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Baja California, campeón nacional de investigación política y ex Presidente del Parlamento de la Juventud del Estado de Baja California.

 

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