Dr. Marco Antonio Samaniego López *
TIJUANA BC 12 OCTUBRE 2018 .- Aquí hemos apuntado que la transición ha sido larga y tediosa. El entusiasmo de importantes sectores por el logró obtenido el 1 de julio empieza a mostrarse disminuido. AMLO está en los medios todos los días pero no es presidente de México. Peña Nieto, igual que en los últimos cuatro años, perdido en una mediocridad que en común en él, pero que, ante tanta ausencia, deja tantos vacíos que se llenan con propuestas de un futuro que no llega.
La cuarta transformación es una idea que fluye en muchos y en otros el escepticismo aparece casi todos los días. El desgaste del triunfo parece que se acelera conforme se acercan los momentos de cumplir los compromisos, algunos claros, otros más ambiguos que cuando estaba la campaña.
Por nuestra parte apuntamos que siempre que existen demasiadas expectativas los resultados, buenos o malos, siempre estarán enmarcados en que no fue suficiente. Las promesas tienen el agravante que aun cuando se cumplan, los resultados no son necesariamente los esperados por todos.
Los hombres y mujeres de Atenco y puntos circunvecinos, por lo pronto ya encontraron frases que se apoderan de la narrativa sobre el aeropuerto. Ya apareció la frase de que ellos prefieren la vida y el cuidado de la laguna, y no un aeropuerto que de todos modos, afirman, no se va a construir. Con consulta o sin ella, sin ubicar el resultado de esta, ellos no van a permitir la construcción.
Los empresarios y otros sectores de la sociedad atentos a lo que sucede, entre amenazas, frases conciliadoras y dudas claras de cómo será la inversión, desean que este se construya con todas las implicaciones que significa: modificaciones a la diversidad ambiental, empleos y ampliación de la mancha urbana y mejoras en el servicio.
La duda se incrementa porque la reacción del gobierno, ya entonces sí de AMLO, al tomar cualquiera de los caminos va a trazar una línea que tendrá repercusiones en el futuro inmediato. Construirlo en la forma que se decida implica costos políticos, no hacerlo también.
La larguísima transición provoca esta condición de desgaste. Demasiadas declaraciones sobre el futuro inmediato y muchas preguntas de cómo se va a hacer aquello a lo que se alude. Algunos le han llamado tersa, otros que creemos que es demasiado extensa y tanto futuro funcionario haciendo declaraciones deja incertidumbres a cada paso. La idea de que el 1 de diciembre, o el 2 todo va a cambiar parece complicar el escenario de manera innecesaria.
Si la cuarta transformación se lleva a efecto y cumple expectativas de sectores amplios todo habrá valido la pena. Qué bueno si así suceda. En cualquier caso, lo que es claro es que estas condiciones de cambio de poder resultan excesivas. Hemos escuchado argumentos sobre la necesidad de un largo periodo para la transición, así los equipos se preparan debidamente. Nosotros apuntamos que es bueno un periodo, por ejemplo, un mes, pero no cinco larguísimos meses. Casi medio año en espera que para todos los sectores genera dudas y cuestionamientos.
Incluso, genera hasta mayores expectativas de amplios sectores, pero cuando se llega al gobierno y todos quieren que se les cumpla su demanda, un aspecto es claro, no es posible. Los maestros que fueron contratados bajo la reforma laboral no van a querer dejar sus empleos tan fácilmente para que los despedidos regresen. Lo sucedido en Acapulco es solo un aviso.
Ojalá que las reformas que se planteen lleguen a la reforma del Estado. Que estos escenarios no se mantengan y tengamos transiciones más rápidas. Quienes argumentan que tanto tiempo es necesario, solo ratifican lo que hemos apuntado en escritos anteriores. Los partidos deben ser profesionales, con gente preparada y con bases para argumentar. Si eso se cumple, serán partidos en toda la extensión de la palabra y listos para gobernar y ofrecer alternativas posibles en el corto plazo. Las consultas no son malas, por el contrario, las aplaudimos, pero se pueden hacer desde el gobierno y si existe el compromiso real los gobernados van a ser escuchados. Si tal cosa sucediera, no estaríamos con un gobierno ausente, y otro que llegará, pero entretanto, la inseguridad y los muertos se incrementan. Ojalá valga la pena tanta espera.
* Marco Antonio Samaniego López. Doctor en historia por el Colegio de México.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.