Dr. Marco Antonio Samaniego López *
TIJUANA BC 28 SEPTIEMBRE 2018 .- El cambio que se generó en la pasada elección federal arrastra un conjunto de incongruencias que obligan a la sociedad a estar atentos a las modificaciones que pueden llegar a plantearse por la nueva mayoría de Morena. Esto no es culpa de la agrupación en lo específico, sino de las claras paradojas que se construyeron con el financiamiento excesivo a los partidos políticos durante dos décadas.
En efecto, como hemos planteado en reiteradas ocasiones, el hecho de que los partidos reciban las percepciones económicas en relación directa a los votos obtenidos, provoca un conjunto de interesados en la política que no necesariamente han generado prácticas de construcción de espacios de participación. Y como todo pinta, muchos de los que llegaron a cargos de representación popular, no tienen claro el papel que van a desempeñar en la nueva administración.
El caso que ayer llamó la atención en algunos noticiarios es el nombramiento de las comisiones de cultura y salud. El acuerdo inicial fue que las comisiones en la cámara de diputados fueran encabezadas por el Partido Encuentro Social, mismo que por cierto, perdió el registro. Es decir, les alcanzó para meter diputados a la cámara, pero no para mantenerse como organización política que reciba recursos de todos los mexicanos para su subsistencia.
Al conocerse la noticia varios grupos de la sociedad se movilizaron y generaron críticas de significación. Varios escritores se expresaron en redes sociales en términos de no aceptar que lo que llamaron un partido conservador y retrógrada, presida una comisión como la de cultura. Para quien esto escribe, el argumento no es del todo valido, dado que se supone que era un partido debidamente registrado y que quienes votan por el deben tener una identificación que desde nuestra perspectiva es de respetarse, independientemente de no compartir la mayoría de los propuestas. Dicho de manera sencilla, no compartir sus planteamientos, no lo convierte en retrograda, cuando menos para nuestro caso
Lo que nosotros resaltamos es que el congreso decidiera de inicio dejar dos comisiones de particular relevancia en sus manos y luego se arrepintiera, es decir, que de entrada fueron dos comisiones a las que no se les dio la debida importancia desde el principio.
Pero sobre todo, nos llama la atención que el diputado elegido para dirigir tal comisión sea el antiguo miembro de alguna agrupación musical, Sergio Mayer. Al observar el cambio, supusimos que el desagrado iba a ser mayor, que las críticas lejos de arredrar iban a incrementarse de manera más intensa. Sin embargo, para sorpresa de quien esto escribe, todo parece que se ha solucionado. Un miembro de Morena se ha quedado con la comisión y ´parece que existe conformidad con la designación.
Nosotros consideramos que el mencionado tiene todo el derecho a presidir la comisión. Quienes votaron por él debieron sentirse representados. Sin embargo, nos deja la idea de que la comisión de cultura importa poco; que no es prioridad, que da lo mismo quien la tenga, que es parte de una negociación de tu esta y yo la otra sin que existan razones basadas en proyectos, agendas, argumentos de mayor peso que ustedes no por retrógradas y este sí porque tiene una trayectoria artística en algún grupo musical.
Nosotros consideramos que el problema es de fondo. Que los vientos del triunfo de Morena no deben perderse en sumas y restas, sino en un proyecto de transformar el Estado, la manera en que se articula la sociedad con el poder político que la representa. Sino, seguiremos en cuentas, en una bolita que me sube y me baja....
* Marco Antonio Samaniego López. Doctor en historia por el Colegio de México.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.