La larga transición
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La larga transición

Tijuana BC - viernes 24 de agosto de 2018 - Marco Antonio Samaniego López.
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Dr. Marco Antonio Samaniego López *

MÉXICO 24 AGOSTO 2018.- La  información sobre lo que va a hacer el nuevo gobierno ha llenado páginas enteras. Contrario a lo que se planteó en  años anteriores,  los actores políticos han mostrado madurez en una transición que peca de larga y de insostenible  para corresponder a las expectativas que muchos se han creado sobre las posibilidades de solución de problemas de las autoridades que  ya son foco de atención. Mucho tiempo de anuncios y una gran cantidad de demandas que difícilmente se van a cumplir.

Son cinco meses desde el día de la elección hasta la toma de posesión. En este lapso, mucho se ha comentado sobre el vacío que ha dejado el gobierno que encabezó en algún momento lejano Peña Nieto.  Nosotros lo hemos apuntado aquí, lo que se fue hace mucho fue el gobierno, lo que esta es solo el aparato administrativo que saque el barco adelante, pero con una ausencia de Estado que  tiene muchas zonas del país cubiertas de sangre.

Peña Nieto se  fue hace mucho y quedó una sombra que aparece de vez en cuando a decir  cualquier clase de ligerezas. Cavó su propia tumba hace varios años y  su  presencia es tan innecesaria que solo buscándolo entre las cenizas del PRI aparece su nombre como uno de los numerosos culpables del absoluto fracaso de su gestión. La corrupción siguió imperando y los botones de muestra reaparecen a cada instante.

Elba Esther Gordillo,  con todo el peso de  una ascendencia de vida de privilegios y corrupción, es hoy para algunos  un referente de orden político. Se habla del regreso de la maestra como si en sus actos  del pasado  tuvieran algo de gloria. Un símbolo del atraso en la educación de nuestro país, es para algunos hasta motivo de especulación sobre su papel en las nuevas instancias de poder.  Lo que debería ser condenado de múltiples formas, se presenta para algunos sectores como una posibilidad de  espacio político.  La explicación se puede encontrar en la enorme derrota que arrastra el gobierno actual.

En esa condición de algo nuevo que arrastra consigo el peso de lo viejo, la reaparición política de Napoleón Gómez Urrutia esta próxima. Desde Canadá hasta el senado, sin tocar un solo día una cárcel o el ministerio público, cuando menos para declarar. Se va directo a legislar  en un país en el que no ha vivido los últimos doce años. Se fue expulsado, corriendo, escondiéndose y regresara con el fuero, las garantías y el sueldo de senador de la Republica, sin haberse molestado en realizar campaña un solo día. La inercia del voto por AMLO lo llevará de nuevo a una posición de privilegio. Es posible que se vuelva una carga para el gobierno si pronto demuestra que sus capacidades están centradas en sus asuntos personales  y no en  realizar el complejo trabajo de un senador, donde se tienen que abordar temas de política interna y externa.  Claro, puede dedicarse a resolver los complejos temas con Canadá, país en el que ha vivido doce años sin ser molestado;  lugar en el que ha invertido el dinero de las cuotas de los trabajadores mineros.

Manuel Bartlett se cuece aparte. Símbolo de la corrupción en todos sentidos será el flamante director general  de la Comisión Federal de Electricidad. Su larga trayectoria política está marcada por altibajos impresionantes. Célebre por su frase ¨se nos cayó el sistema¨, ha explicado infinidad de veces que Salinas de Gortari sí fue electo democráticamente, pero pocos le creen.  Un hombre que representa todos los males de un sistema y que nos previene que las viejas formas siguen ahí, como un anuncio de que la esperanza debe de ir acompañada de  crítica constante.

Por supuesto, muchos rostros de los que acompañan a AMLO no están en la misma condición.  Algunos  ofrecen expectativas  y posibilidades reales de mostrar que los arroces negros,  muy negros, son más una excepción que una regla. Y en cualquier caso, que se trabaje para que estas transiciones tan largas y extensas innecesariamente se modifiquen  y no dejen tanto espacio a la especulación.  Si bien López Obrador se va a ir en octubre del 2024, es decir, dos meses menos, aun así se requiere de mayor celeridad en los procesos de transición. En este caso, el llamado bono democrático parece que  permite que se sobreviva a esta larguísima condición, pero no siempre va a ser así. No siempre habrá un presidente en funciones tan inocuo y desprestigiado  que este como figura decorativa tanto tiempo.

* Marco Antonio Samaniego López.  Doctor en historia por el Colegio de México.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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