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La cátedra universitaria.

TIJUANA, BC - domingo 8 de abril de 2012 - Gilberto LAVENANT.
1899

Por : Gilberto LAVENANT

TIJUANA BC 8 DE ABRIL DE 2012.-El miércoles 14 de marzo comentaba aquí, en Palco de Prensa, que, cual si fuese un empleado de intendencia, flojo y faltista, después de 37 años de labores al servicio de la UABC, maestro de tiempo completo, exdirector de la Escuela de Derecho, ampliamente reconocido académica y socialmente, las autoridades universitarias rescindieron la relación laboral del Lic. Daniel Solorio Ramírez, dizque por faltista.

Pero obviamente no supieron el brete en el que se metían, o si lo supieron, lo subestimaron. Daniel no es empleado de intendencia –sin ánimo de subestimar a ese tipo de empleados- y como trabajador académico, no es precisamente de los sumisos, de los que toleran todo por temor a perder la chamba.

Lo más delicado del asunto –esto para las autoridades universitarias- es que absurdamente le quisieron dar clases de Derecho al maestro de Derecho. Lo peor, frente a sus alumnos y sus demás compañeros de trabajo. Ni lo hubieran hecho.

Quizás si se hubiese tratado de muchos otros profesores universitarios, las cosas no hubiesen pasado de ahí. La UABC tiene la fama de ser un patrón abusivo, prepotente, inclemente e influyente. Supuestamente invencible en el terreno laboral. Por eso hace lo que quiere. Bueno, quienes la gobiernan.

Pero, con Daniel Solorio, se toparon con pared. Contrario a lo que suponían, al menos las autoridades universitarias, porque quienes lo conocen, saben que nunca se dá por vencido. Que pelea hasta la última. En especial si la pelea se dá en el terreno jurídico, su especialidad.

Irónicamente, rescindida su relación laboral, en su lucha por demostrar que es improcedente y que por lo tanto es ilegal e injusto que lo priven del derecho de seguir laborando como académico, ha tenido que trabajar horas extras, sin paga, al menos por el momento, para darles cátedra de derecho a las autoridades universitarias. Y estas, corren el riesgo de que el Maestro las repruebe.

La verdad es que los profesores de Derecho, incluyendo a los directivos de la Escuela de Derecho de la UABC, campus Mexicali, empezando por el Director de la misma,  Maximiano Madrigal Quintanilla, no son precisamente los más conocedores del Derecho. Presumen ser lo máximo, pero no lo son. Daniel se los está demostrando, con toda contundencia y claridad.

El primer “reprobado”, lo que debe ser una vergüenza para la UABC, es precisamente Maximiano Madrigal. Solorio le presentó escrito para impugnar el aviso de rescisición laboral que le hizo llegar el área de recursos humanos. Lo hizo, por ser su jefe inmediato, como Director de la Facultad de Derecho. La respuesta, con toda la seriedad del asunto, es de dar risa. Posiblemente algún estudiante de primer semestre de la Licenciatura de Derecho,  le auxilió a redactarla.  

Daniel, con elegancia, exhibe la ignorancia y poco profesionalismo de Maximiano. Para su resignación, le dice que en Derecho, es difícil saberlo todo. Aunque observa que se puede recurrir a la asesoría de los que sí saben. Mencionó los nombres de varios profesores que le hubieran ayudado a dar una mejor respuesta. Lo que se cuestiona es que la respuesta deficiente e incongruente, fue deliberada para no quedar mal con el Rector Felipe Cuamea. Haberle dado la razón a Solorio, probablemente le hubiese costado la chamba.

Daniel invita a los estudiantes y profesores de la Facultad de Derecho, a leer la Resolución relativa a la impugnación de aviso rescisorio, emitida por Maximiano, respecto a su escrito de impugnación,  publicada en el portal del Observatorio Académico Universitario.  “Enseña –dice- cómo  pueden ser  aplicados indebidamente  los  principios del litigio civil o mercantil a un procedimiento administrativo controlado por el Derecho del Trabajo” y observa que : “El director Madrigal Quintanilla no quiso asesorarse debidamente”. Una forma elegante decirle ignorante, o “burro”, como se acostumbra en el ámbito educativo.

Daniel le dispensa a Maximiano la ignorancia manifiesta en el texto de la resolución y señala que : “Ningún director de la Facultad de Derecho lo ha sabido todo, pero eso sí, todos hemos tenido muy a la mano asesoría gratuita de profesores especializados. Nadie niega al director un consejo jurídico prudente, honesto y sapiente.  Cuando fui director tuve ese privilegio y por eso me desconcierta que el director Madrigal Quintanilla no se haya asesorado sobre mi solicitud de reinstalación”. No cabe duda que no hay peor ignorante que el que ignora serlo, o que sabiéndolo, por pena o soberbia no consulta a los que sí saben. El Derecho es tan amplio como muchas ciencias. Por eso existen las especialidades, ante la imposibilidad de que un solo individuo, pueda manejar todas las ramas del Derecho.

Al hacer una síntesis de la resolución de Maximiano, Solorio observa que este afirma que no puede examinar si es cierta o falsa la imputación consistente en que el maestro faltó a sus labores por diez días casi consecutivos, porque no impugnó expresamente la diversa causal consistente en haber abandonado sus labores el 15 de febrero, o sea que consintió el aviso rescisorio, que no lo desvirtuó y no aportó pruebas para ello. Daniel le recuerda que en materia laboral, la carga de la prueba la tiene el patrón, no el trabajador.

“El director Madrigal Quintanilla –dice Solorio- olvidó que no actuaba en un proceso judicial del orden privado, en que se debaten meros intereses de particulares, sino en un procedimiento universitario creado precisamente para que dentro de UABC se resuelvan los conflictos aplicando la verdad hallada por el funcionario más íntimamente vinculado a los hechos, y que no sea necesario ir a los tribunales”.

No se puede decir, qué tanto tiempo se prolongará este asunto, pero de antemano se advierte que la razón y el Derecho asisten a Solorio. Y lo más importante, está claro que las autoridades universitarias son ignorantes del derecho universitario, de los principios del derecho laboral, las disposiciones constitucionales y las tésis jurisprudenciales, que al final de cuentas las obligarán a que dejen sin efecto la rescisión laboral, lo reinstalen en su empleo académico y le paguen los salarios caídos, o sea los sueldos que le han dejado de pagar a partir del aviso rescisorio y hasta la resolución de este asunto.

Definitivamente, la autonomía universitaria, no es sinónimo de dictadura, de prepotencia, de arbitrariedad, de ilegalidad, de sometimiento. La autonomía universitaria es incompatible con esas actitudes monárquicas. No es un Estado dentro de otro Estado. El Caso Solorio, así lo demostrará.

 

                                                                                             [email protected]


 

 

 

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