MÉXICO 7 DE JULIO 2018(LA SILLA ROTA).-El grave deterioro de los partidos políticos tradicionales como vehículos de intermediación y agregación de intereses, todos ellos, además, bajo claros y graves señalamientos de corrupción, nos llevó, inéditamente, a presenciar las elecciones más grandes en la historia de México, definidas éstas, por una gran participación ciudadana que acotó de tajo, a un sistema especializado en la manipulación de elecciones. De esta manera, el Programa de Resultados Electorales Preliminares, reveló como ganador de la presidencia, al candidato del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, con una votación del 53%, arrasando además con todo: gubernaturas, municipios, diputaciones y senadurías. El parteaguas que representan estos comicios en la dinámica partidista, es uno de los sucesos más trascendentes en el escenario político nacional contemporáneo.

¿Qué va a pasar?

Ante soberbio panorama, sin duda, es pertinente preguntarse ¿qué va a pasar con los 9 partidos políticos que gozaban de registro a nivel nacional? ¿cuáles son los saldos, con respecto, a la opulenta partidocracia existente en nuestro país? y, ¿de qué manera, todo ello, va a influir en el ambiente político de México? Después de estas elecciones, si bien todos los ciudadanos hemos sido convocados a la reconciliación nacional, los partidos políticos, también, como receptores fundamentales de este acuerdo, no deben ignorar, bajo ninguna circunstancia, que fueron enviados, además, claros mensajes por parte de los ciudadanos.

El PAN

Dentro del Partido Acción Nacional (PAN), existe una verdadera encrucijada para las diferentes facciones que lo componen, regresar a los fundamentos y principios rectores de un partido propio de la derecha, con todo lo que ello implica, esto es, tratar de resurgir de sus cenizas, asumiendo posiciones irreductibles y radicales con respecto a temas complejos de la política nacional (escenario que se observa actualmente en distintos países del orbe, con la irrupción de partidos de extrema derecha, que han adquirido amplia aceptación entre la población) o bien,  transformarse y modernizarse, actuando con responsabilidad frente a un nuevo escenario, que vislumbra cambios de gran trascendencia en materia de derechos fundamentales, todos ellos, en consonancia con el derecho internacional de los derechos humanos.

El caso del PRI

Para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el rechazo fue no sólo contundente, sino fulminante, la inmensa mayoría de ciudadanos de este país, votó en contra de todo lo que ha representado este partido. Podemos afirmar, en este punto, que atestiguamos la derrota más estridente en la historia del partido otrora oficial, considerando que su candidato aliancista Todos por México, terminó a tan sólo 9 puntos de distancia del candidato independiente "Bronco", quien concluyó en último lugar de la contienda electoral, con un puntaje, que no deja de causar sorpresa, debido a que alcanzó los 5 puntos porcentuales. Tenemos, entonces, que el candidato del PRI apenas logró el 16 por ciento de las preferencias para la presidencia de la República y no ganó ninguna gubernatura, peor aún, perdió representación a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, incluyendo la mayoría de los municipios en el Estado de México, conclave tradicional e indiscutible de ese partido. Sin duda, la ruptura entre los grupos internos del PRI fue determinante, la ya añeja rivalidad librada entre tecnócratas y políticos de viejo cuño, esta vez fue decisiva, y se manifestó, principalmente, con la falta de unidad en torno a su candidato, mismo que no se cansó de autodenominarse como "ciudadano y sin militancia" durante toda la campaña electoral, pretendiendo ser ajeno, de alguna manera, al partido que lo postulaba. De tal suerte que, para el PRI, parece que sólo queda la opción de reorganizarse, todo ello a partir de su vetusta clase política, reconstruyendo sus estructuras desde los cimientos.

El PRD

El caso del Partido de la Revolución Democrática (PRD), definitivamente, evidenció sin ninguna consideración, que dejó de ser una opción auténtica para los ciudadanos que comulgan con los ideales originales del Partido, más aún, su identidad ideológica y programática fue severamente cuestionada en estas elecciones. Al parecer lo perdieron todo, debido fundamentalmente a su alianza con el PAN, dando lugar al fenómeno que Maurice Duverger denominará como "la conjunción de los extremos" para evidenciar la distancia ideológica entre dos entes políticos y los peligros que conlleva dicho connubio. El PRD deberá reinventarse a partir de haberse desfondado, todo ello, sin líderes visibles que puedan revitalizar y reconducir el rumbo en los próximos seis años.

El PT y el PES
El Partido del Trabajo, y el Partido Encuentro Social, indubitablemente, se encontraron, en esta ocasión, del lado correcto de la historia, circunstancia que les permitirá tener presencia dentro del nuevo gobierno, considerando incluso  que el PES puede perder su registro; todo ello a diferencia del Partido Nueva Alianza, quien pretendió sustituir en su tarea, a su emancipado hermano, el Partido Verde Ecologista de México, empero, ahora, ambos se derrumban, pese a sus afanosas prácticas consuetudinarias como partidos satélites.

MC

Por su parte, Movimiento Ciudadano tiene la gran oportunidad de demostrar que sabe gobernar, y que puede crecer como un partido independiente de las grandes fuerzas electorales. Ahora, su posición de victoria en Jalisco le permite aspirar mediante un buen gobierno, a lograr más adeptos en sus filas para futuras contiendas electorales.

Morena

Finalmente, el gran vencedor de la contienda electoral es evidentemente Morena, enarbolando la bandera de una renovada izquierda mexicana, que pretende gobernar, sentando las bases de una auténtica justicia social, desafiando de esta manera y a todas luces, las políticas tradicionales imperantes en el país durante décadas.