MÉXICO 11 DE JUNIO 2018 (LA SILLA ROTA).-El presupuesto para la nueva administración está amarrado a la tersura o rispidez con que ocurra el proceso de entrega-recepción y a los acuerdos a que puedan llegar después de las elecciones. Más allá del resultado de la contienda electoral federal, uno de los asuntos que deberán resolver los actuales poderes Ejecutivo y Legislativo es el referente al presupuesto del próximo año, con el cual operará la nueva administración.

La tersura o la rispidez con la que se entiendan los equipos saliente y entrante marcarán la posibilidad de contar con un escenario cómodo para quien ocupe la silla presidencial a partir del primero de diciembre, o con un escenario adverso que no le permita mucho margen de maniobra.

El presidente Enrique Peña Nieto deberá enviar a la Cámara de Diputados, a más tardar el 8 de septiembre, la iniciativa de Ley de Ingresos y el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, prácticamente a dos meses de que se conozca el nombre del nuevo inquilino de Los Pinos y, probablemente, la composición del Congreso, si para entonces se hubieran resuelto los previsibles juicios de inconformidad que llegaran a presentarse ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Un escenario de entendimiento entre los equipos supone cambios importantes en la repartición de los dineros. Si la tendencia presentada por las diferentes casas encuestadoras es real y se mantiene para el día de la elección, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador debería implicar el fortalecimiento de ramos administrativos como educación, salud y desarrollo social y, probablemente, la reducción presupuestal a ramos como defensa, con las consecuencias políticas que ello pueda suponer.

Educación, salud y seguridad

Y aunque México es uno de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que más invierte en educación (5.2% del PIB en 2014), otros países como Canadá, Estados Unidos, Islandia y Noruega invierten cantidades superiores al 6%, además de que la tasa de matriculación en México sigue siendo una de las más bajas entre los países que conforman dicha organización.

Según el libro Léase si quiere gobernar en serio, de México Evalúa, de 2013 a 2016 el gasto en salud creció apenas en promedio 0.5%, mientras que en educación disminuyó en 1.7% (12 mil millones de pesos) de 2015 a 2016, "años de mayor endeudamiento e ingresos excepcionales".

Por otra parte, el grave problema de la seguridad pública supone para la nueva administración, la urgencia de un cambio en las políticas públicas, que debe pasar necesariamente por el fortalecimiento de las policías y los agentes del Ministerio Público, particularmente en el ámbito de la capacitación, lo que también representa la inversión de fuertes cantidades de dinero, a efecto de reducir en el mediano y largo plazos los índices de violencia, impunidad y corrupción.

Según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), México ha tenido uno de los mayores incrementos en su gasto en defensa entre los países evaluados de 2006 a 2016, con un 47.5%. Y aunque desde la óptica militar estos recursos son insuficientes, lo cierto es que su reducción podría implicar la molestia del instituto armado, escenario que no resulta de interés para ninguno de los candidatos.

En un escenario adverso, al 15 de noviembre de este año tendríamos un Presupuesto de Egresos para 2019 que mantendría la actual tendencia de repartición de los recursos, lo que complicaría la operación del gobierno entrante.

Como sea, la forma como se dé la negociación del presupuesto será uno de los indicadores más importantes del grado de entendimiento entre el equipo saliente y el entrante. La apuesta es a que Enrique Peña Nieto encuentre los caminos de la tersura, si acaso le interesa rescatar alguna dignidad para su gobierno.

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