Dr. Marco Antonio Samaniego López *
Ante el escenario que se construye desde las encuestas el futuro de este país va a cambiar de manera efectiva. Sin duda el temor a los reajustes genera las dudas que se observan en las discusiones públicas con los empresarios. Muchos sectores sociales están con expectativas muy altas mientras que otros plantean condiciones en la que México se puede ir en picada.
Nosotros pensamos que ni lo uno ni lo otro, dado que López Obrador no tiene una varita mágica y las condiciones de gobernabilidad que debe de crear lo obligarán a establecer negociaciones de diverso orden. Ni va a cambiar el país tanto como dice, ni va a ser el desastre que se anuncia por grupos que buscan, como hace doce años, crear la idea de que es un peligro. La gobernabilidad es una condición que no se impone por simple deseo ni, para este caso, con mover el dedito o guardar la carterita.
Ante la idea exagerada del presidencialismo mexicano, algunos de quienes han sostenido dicha tesis – Enrique Krauze, por ejemplo – plantean el temor al autoritarismo, como si Fox, Calderón o Peña Nieto hubieran sido muy democráticos. Desde nuestro punto de vista, el país sí va a cambiar pero no podemos predecir todos los efectos.
Los perdedores en gran escala van a ser dos partidos políticos: El PRI y el PRD. El primero puede quedar desfondado ante la salida permanente de sus miembros que corren despavoridos a Morena. El segundo, totalmente desfigurado desde hace tiempo, tiene el grave peligro de no quedar ni el membrete. Sus miembros, de manera semejante al PRI, se van a otro partido desde hace meses: a Morena.
La pregunta es ¿qué es Morena? El nuevo recipientario de todos los que huyen de sus filiaciones políticas y que ante una agenda ambigua y cambiante, propone y gestará una nación diferente. ¿Cómo los dirigentes de Morena, que hoy reciben a todos, van a gestionar las transformaciones con aquellos que hoy llegan de sus filiaciones con cara de yo no fui? PRI y PRD alimentan a Morena como el PRI alimentó al PRD décadas atrás.
Morena es a final de cuentas quien va a recibir el beneficiado del enojo social que existe en contra de los partidos políticos que han cobrado por décadas y que no lograron conjuntar sus proyectos de nación. Esto va a ser con muchos de los mismos que formaban esos partidos que fracasaron, incluido por supuesto López Obrador y quienes lo acompañan: Martí Batres, Manuel Bartlett, Marcelo Ebrard, Dolores Padierna, Claudia Sheinbaum y muchos otros ( Napito).
Paradójicamente el PAN se puede quedar como única alternativa, cuando menos por un tiempo. El desastre que ha sido el frente por México va a afectar al PRD de sobremanera, pero no al PAN, que canallín y todo, su candidato no va a desfondar al PAN como si sucede ya con el PRD. De confirmarse los números que se presentarán el 1 de julio, la partidocracia actual se va a modificar sustancialmente.
¿Por qué este escenario que nadie pudo haber planeado? Sin ánimo de exagerar, aquí hemos planteado que Peña Nieto sólo gobernó dos años. Desde el cambio que se generó con el tema de los 43 desaparecidos de la escuela normal de Ayotzinapa, Peña Nieto no pudo modificar el escenario de futuro que le permitiera ser un presidente efectivo. Son cuatro largos años en que el ejecutivo sólo dice que todo está bien pero no se avanza prácticamente en ningún tema. Son cuatro años que se le notaron en el rostro y el desánimo. Sumado al tema de la casa blanca de su esposa, careció de legitimidad por tanto tiempo que hoy pocos lo ubican como fiel de la balanza. Si acaso para el dedazo en favor de Meade fue un gesto de poder, pero sólo fue un gesto, dado que los priistas desaparecen y a los pocos minutos renacen convertidos en morenos.
Los únicos momentos en que ha tenido algo de resonancia es cuando ha indicado, tímidamente, que México no va a pagar el muro. Pero eso no es por propuesta, sino una respuesta lógica a una condición a la que se sometió por falta de pericia política al recibir al entonces candidato Trump. Uno de esos errores que desnudan la falta de tacto.
Es el momento oportuno para una reforma del Estado, para modificar de manera significativa el sistema de representación y quitarle a los partidos la rectoría de los recursos del Estado. No va a ser fácil, pero si las encuestan no mienten, el país va a cambiar.
Esto va a ser otro país
Ante el escenario que se construye desde las encuestas el futuro de este país va a cambiar de manera efectiva. Sin duda el temor a los reajustes genera las dudas que se observan en las discusiones públicas con los empresarios. Muchos sectores sociales están con expectativas muy altas mientras que otros plantean condiciones en la que México se puede ir en picada.
Nosotros pensamos que ni lo uno ni lo otro, dado que López Obrador no tiene una varita mágica y las condiciones de gobernabilidad que debe de crear lo obligarán a establecer negociaciones de diverso orden. Ni va a cambiar el país tanto como dice, ni va a ser el desastre que se anuncia por grupos que buscan, como hace doce años, crear la idea de que es un peligro. La gobernabilidad es una condición que no se impone por simple deseo ni, para este caso, con mover el dedito o guardar la carterita.
Ante la idea exagerada del presidencialismo mexicano, algunos de quienes han sostenido dicha tesis – Enrique Krauze, por ejemplo – plantean el temor al autoritarismo, como si Fox, Calderón o Peña Nieto hubieran sido muy democráticos. Desde nuestro punto de vista, el país sí va a cambiar pero no podemos predecir todos los efectos.
Los perdedores en gran escala van a ser dos partidos políticos: El PRI y el PRD. El primero puede quedar desfondado ante la salida permanente de sus miembros que corren despavoridos a Morena. El segundo, totalmente desfigurado desde hace tiempo, tiene el grave peligro de no quedar ni el membrete. Sus miembros, de manera semejante al PRI, se van a otro partido desde hace meses: a Morena.
La pregunta es ¿qué es Morena? El nuevo recipientario de todos los que huyen de sus filiaciones políticas y que ante una agenda ambigua y cambiante, propone y gestará una nación diferente. ¿Cómo los dirigentes de Morena, que hoy reciben a todos, van a gestionar las transformaciones con aquellos que hoy llegan de sus filiaciones con cara de yo no fui? PRI y PRD alimentan a Morena como el PRI alimentó al PRD décadas atrás.
Morena es a final de cuentas quien va a recibir el beneficiado del enojo social que existe en contra de los partidos políticos que han cobrado por décadas y que no lograron conjuntar sus proyectos de nación. Esto va a ser con muchos de los mismos que formaban esos partidos que fracasaron, incluido por supuesto López Obrador y quienes lo acompañan: Martí Batres, Manuel Bartlett, Marcelo Ebrard, Dolores Padierna, Claudia Sheinbaum y muchos otros ( Napito).
Paradójicamente el PAN se puede quedar como única alternativa, cuando menos por un tiempo. El desastre que ha sido el frente por México va a afectar al PRD de sobremanera, pero no al PAN, que canallín y todo, su candidato no va a desfondar al PAN como si sucede ya con el PRD. De confirmarse los números que se presentarán el 1 de julio, la partidocracia actual se va a modificar sustancialmente.
¿Por qué este escenario que nadie pudo haber planeado? Sin ánimo de exagerar, aquí hemos planteado que Peña Nieto sólo gobernó dos años. Desde el cambio que se generó con el tema de los 43 desaparecidos de la escuela normal de Ayotzinapa, Peña Nieto no pudo modificar el escenario de futuro que le permitiera ser un presidente efectivo. Son cuatro largos años en que el ejecutivo sólo dice que todo está bien pero no se avanza prácticamente en ningún tema. Son cuatro años que se le notaron en el rostro y el desánimo. Sumado al tema de la casa blanca de su esposa, careció de legitimidad por tanto tiempo que hoy pocos lo ubican como fiel de la balanza. Si acaso para el dedazo en favor de Meade fue un gesto de poder, pero sólo fue un gesto, dado que los priistas desaparecen y a los pocos minutos renacen convertidos en morenos.
Los únicos momentos en que ha tenido algo de resonancia es cuando ha indicado, tímidamente, que México no va a pagar el muro. Pero eso no es por propuesta, sino una respuesta lógica a una condición a la que se sometió por falta de pericia política al recibir al entonces candidato Trump. Uno de esos errores que desnudan la falta de tacto.
Es el momento oportuno para una reforma del Estado, para modificar de manera significativa el sistema de representación y quitarle a los partidos la rectoría de los recursos del Estado. No va a ser fácil, pero si las encuestan no mienten, el país va a cambiar.
* Marco Antonio Samaniego López. Doctor en historia por el Colegio de México.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.