APUNTES PERDIDOS
Por: Marco Antonio Domínguez Niebla

ENSENADA BC 27 DE ABRIL DE 2018.- Se le ve fuera de forma, inseguro. Parece otro. Ni la garra ni el arrojo de antes, tampoco el coraje. Titubea, erra, divaga, no atina a hilar una buena combinación. Conforme avanzan los minutos se va perdiendo sin hallar escapatoria, arrinconado, contra las cuerdas. Sólo que en esta ocasión tiene suerte: comparte el laberinto, y desde enfrente tampoco dan la talla. Por eso sale ileso, sin ser rematado, aun cuando luzca manso, incluso tímido, lejano a aquel de las embestidas heroicas y tempestuosas en respuesta a los momentos adversos. Navega indefenso sobre arenas movedizas, por carecer de un equipo de hombres sabios, como en otras épocas, cuando solía salir airoso del embrollo atendiendo el consejo. Y lo que nunca en sus mejores tiempos: mira alrededor, frágil durante cada intervención, buscando que el reloj avance deprisa en espera de ser salvado por la campana. Pretende improvisar y fracasa en el intento. Ni siquiera él mismo es capaz de primero entender y luego de ejecutar con solvencia la estrategia planteada, si es que ésta existe. Ya lució así vestido de azul y luego de rojo. Hoy, que regresa a la escena vistiendo de guinda, igualmente evidencia el rol que ha asumido a lo largo de la última década: un nombre utilizado por su fama, un hombre cuyo pasado de gloria es puesto al servicio del mejor postor. Sobre el ring fue competitivo frente a los mejores del mundo: Zaragoza, Pacquiao, Maidana y su antagonista histórico: Barrera, entre tantos otros titanes del boxeo internacional. Debajo, en su nueva encomienda, es incapaz de sobresalir frente a nadie.

Es Erik Morales, el boxeador virtuoso, el guerrero que jamás rehuyó, el campeón mundial en cuatro distintas divisiones, el orgullo de Tijuana que se ganó uno de los nombres de batalla mejor aplicados a un peleador de su estatura.

En contraste, esclavo del celular que no deja de revisar, distraído y desinteresado mientras son desarrolladas el resto de las propuestas, ya sin guantes ni pantaloncillos ni botines, él mismo, Erik Morales, el ex director del instituto del deporte en un gobierno panista de Tijuana, el ex aspirante a director del deporte de Baja California en una candidatura priista.

Por estos días candidato a diputado del partido de López Obrador que tartamudea buscando votos mediante la lectura de guiones ajenos que -de manera unánime y como único atisbo de congruencia con un pasado triunfal atado a su épico alias- se ganó una evaluación contundente sobre su desempeño en la comparecencia como aspirante a dicho cargo público durante la convocatoria hecha por una cámara en Ensenada, como compañero de fórmula de políticos en descrédito: Terrible.

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