Dr. Marco Antonio Samaniego López *
TIJUANA BC 27 ABRIL 2018.- Muchos comentarios se han publicado en esto días en torno al debate que se realizó el pasado domingo. Para algunos pudimos observar un avance en cuanto al formato que se utilizó. Los elogios sobre su atractivo han ganado bastantes páginas. Los comentarios de todo orden han aparecido de diversa formas en los medios electrónicos.
Sin embargo, cuando menos para quien esto escribe, todo lo referente al formato y la manera ¨ágil¨ en que se realizó, son asuntos muy secundarios. Las propuestas fueron escasas y desde nuestro punto de vista, bastante superficiales. Se puede reducir a lo siguiente: todos en bola contra López Obrador. Lo importante no fue plantear propuestas, era arrebatarle puntos para generar estrategia del voto útil. Es decir, ponerlo en la lona y luego reclamar la propiedad del Nocaut.
López Obrador con la simpleza de varias de sus frases que se han repetido a lo largo de más de tres lustros, se dedicó a repetir lo que le ha funcionado en otras ocasiones, pero que en ésta, por el encono existente, lo ha llevado a posicionarse con una clara ventaja sobre los otros candidatos. La estrategia fue clara: quítale lo que se pueda, luego llamamos al voto útil, es decir, aquellos que al ver un posible ganador, emiten el sufragio en función no de las ideas, sino de los miedos que se generan.
En escritos anteriores hemos dicho que López Obrador ha caminado como candidato con un mensaje muy sencillo: no soy corrupto. También hemos apuntado que la actuación de los gobernantes de otros partidos le han dado votos al por mayor, dado que lejos de cumplir con la tarea asignada, han llenado sus cuentas bancarias y adquirido propiedades al por mayor. Es decir, pavimentaron el camino panistas, priistas y perredistas con una facilidad preocupante. A pesar de no ahondar en muchos temas, sectores significativos de electores, según las encuestas, parece que han tomado una decisión que conduce a un posible triunfo el 1 de julio.
Por ello, casi todo fue duro contra el puntero, que, además, en nuestra opinión, genera motivos para ser atacado con propuestas que no sustenta en su discurso. Parecen ocurrencias, aunque no necesariamente lo son. Por ello, cuando no tenía respuesta – ¿por estrategia? ¿Por falta de tiempo? ¿Por qué en realidad no sabía que contestar? – los otros lo atacaron con tanta intensidad que terminó regalando los departamentos. Pero como el segundo lugar importa, Meade y Anaya se enfrascaron en una disputa que salvó, precisamente, a López Obrador. Prefieren la estrategia de posicionarse en segundo lugar para luego llamar al voto útil, un tipo de voto que no tiene preferencias, sino miedos.
Lo triste, en opinión de quien esto escribe, es que la figura de los independientes se desdibujó intensidad. Nuestra postura es que el dinero que reciben los partidos políticos es recurso que debe invertirse en otras áreas prioritarias y no en esos espectáculos que brindan y que poco dejan a los mexicanos. Pero para este caso, estos independientes, a final de cuentas individuos que han vivido del presupuesto de diferentes formas, aportaron muy poco, si acaso la propuesta más lastimosa de los últimos tiempos en un ¿debate? Cortar las manos a los funcionarios corruptos. Idea propia de una País Bárbaro. Puntada que da vergüenza que sea escuchada en otras partes del mundo. Una triste repetición de Duterte, el presidente filipino. ¿Para eso hizo quería llegar a la boleta electoral? ¿Es eso lo que un independiente puede llegar a aportar? ¿Para qué plantear esas barbaridades a nivel nacional y perder el tiempo en discusiones que sólo alimentan la banalidad? ¿Por qué no mejor plantear una estrategia legal, sustentada y viable, para establecer objetivos que permitan disminuir los niveles de corrupción?
Por su parte, Margarita Zavala, muy limitada en un principio, mejoró sustancialmente con el paso de las intervenciones. Un final digno, pero sólo al final. La propuestas, poco articuladas y muy poco independientes. En varios momentos más preocupada por salvar la imagen de su marido, lo que consideramos resulta imposible.
Por ello, apuntamos que fue un debate pero muy limitado. Fue más la oportunidad de darle duro a López Obrador para buscar el tan ansiado segundo lugar. El paso siguiente, convocar a la repesca: ahora todos contra López Obrador, para generar el sentido de que no tiene caso echar a perder el voto y obtenerlo no por las propuestas, sino por la incertidumbre. La campaña del miedo se va a fortalecer en los siguientes días. No voten por lo que yo digo, voten por mí por lo que él dice.
Para ser un país que paga a sus organismos políticos es muy poquito. Demasiado poquito. Lástima que la opción independiente se tornara en esta ocasión una pérdida de tiempo.
* Marco Antonio Samaniego López. Doctor en historia por el Colegio de México.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.