Dr. Marco Antonio Samaniego López *

TIJUANA BC 9 FEBRERO 2018.- El próximo domingo culminan  las brillantes pre-campañas en las cuales se dice lo mismo que antes de que iniciaran. Es decir, son pre porque se supone que los partidos tendrían varios candidatos y de ellas saldrían los candidatos. Pero no, los que han pre, ya son los candidatos. Por tanto, no sirvieron para absolutamente nada porque la decisión ya está tomada y los dedazos y autodedazos van a quedar como lo que son: decisiones internas de elites que se  designan con los métodos menos democráticos posibles.

Esto no sería problema si los partidos políticos fueran el resultado del apoyo de los militantes de los partidos.  Es decir, si los recursos con los que se mueven para decir lo mismo que decían antes de las pre, fuera aportado por los militantes de los mencionados organismos políticos. Pero no, ellos no aportan más que su presencia cuando son requeridos. Su opinión no contó y no fueron considerados en  la decisión de mayor relevancia para un organismo político, como lo es un candidato para la elección presidencial.

Como no fueron invitados a tomar la decisión, ellos no aportan  recursos. Para eso están todos los mexicanos como sostén de estos organismos que no toman en cuenta ni a sus militantes. Los militantes, sin conocer su opinión por supuesto – que de todos modos no contó –  han llenado algunos eventos para satisfacer la necesidad de, cotidianamente, llenar  imágenes para las cámaras y no presentar eventos vacíos.

El efecto AMLO ha llevado a una tendencia: evitar conflictos en la toma de la gran decisión, posicionar lo más posible el nombre del indicado por el dedo o el autodedo,  y generar una tensión constante para buscar que este cometa un error y lograr bajarlo en las encuestas. Si bien estos mecanismos de decisión no llevan a nadie a la presidencia, sí generan una tendencia  que puede influir directamente en los votantes. Si AMLO va ganando en los sondeos, por tanto votar por el es una opción.

En función de ello, presentar pre-campañas sin oposición llevan una clara intención: posicionar un nombre y un rostro que se conozca para ubicar la manera en que se lograra presentar una  contienda electoral competida. Por ello, a AMLO lo cuestionan todos, para que cometa el error. Lo confrontan de todas las maneras posibles para intentar que dé el traspié que lo quite de golpe y porrazo de la carrera. Se utiliza el concepto de populismo, pero no se define. Es populista porque es populista, pero ese concepto se ha utilizado de diversas formas en procesos políticos recientes. Por ello, Barack Obama, todavía como presidente,  contradijo a Enrique  Peña Nieto en un evento público, dado que el significado del concepto es diferente. Peña quería igualar – sin mencionar a AMLO - con Maduro, pero Obama respondió porque en el contexto estadounidense el sentido es otro y la carga social del concepto tiene otras implicaciones.

Así, el sistema que se construyó desde las elites de la década de 1990, ha generado que el posicionamiento se torne el problema central.  Los partidos  pagados por el pueblo mexicano se han constituido en burocracias políticas que sin tener que comprometer  agendas con apoyo económico, se preocupan por posicionar un nombre y un rostro con el fin de lograr  ubicarse  en la contienda electoral. Por ello las pre, carecieron de sentido. Dinero tirado en escuchar los mismos pleitos y acusaciones que ya se tenían antes de las pre que no fueron pre.

En las semanas siguientes ya no aparecerán los precandidatos que  ya son candidatos. Unas semanas de silencio para luego volver con la misma condición.

Hace unos meses indicamos en esta columna que los recursos de los partidos de estado deberían conducirse a construir casas de los que  perdieron sus propiedades en los terremotos de septiembre en Chiapas, Oaxaca y la ciudad de México.  Indicamos que carecía de sentido permitir que se gastaran el dinero en nada. Y ahora, terminadas las pre, creo que el argumento se mantiene. Fue dinero tirado en nada. Se lo gastaron en acusarse de ladrones unos a otros y en el entreverado hubo algunas propuestas generales sin compromisos específicos: acabar con la pobreza, la corrupción y la inseguridad.  Es decir, lo que se supone  debe hacer cualquier Estado. Para eso se construyó socialmente.  Y el dinero de las pre  se fue en decirnos que van a acabar con ello. El problema es que ese sistema político es precisamente el que genera la corrupción, la pobreza y la inseguridad.

* Marco Antonio Samaniego López.  Doctor en historia por el Colegio de México.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.