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TIJUANA, BC - miércoles 2 de febrero de 2011 - Gilberto LAVENANT .
5457

El Rector ilegítimo. 
Por: Gilberto LAVENANT 
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Como en el cuento de “La Cenicienta”, en el que la jovencita debía retirarse temprano de la fiesta, pues a la medianoche se rompería el hechizo y desaparecerían el ajuar y la carroza y volvería a vestir ropas modestas, así el de los transportistas, que se había elaborado a inicios de la gestión del XX Ayuntamiento de Tijuana, pintándolo color de rosa, amenaza con romperse y dejar al desnudo la triste realidad. 

Ya se había hablado de que los transportistas se modernizarían, que habían aceptado hacer a un lado los malos modales, que se capacitarían, que mejorarían su equipo vehicular, y tantas cosas más, que resultaban demasiado ilusorias. Meras utopías. 

En principio, al menos de palabra, y en papel, el transporte público de Tijuana, parecía casi cosa de cuentos de hadas y princesas. 

Lo comentábamos aquí en Palco de Prensa, bajo el título de “Ver, para creer”, cuando a mediados de enero, el Director de Vialidad y Transporte de Tijuana, Bernardo Sánchez Rios, acudió como invitado especial a una reunión de la Asociación de Periodistas de Tijuana, que encabeza Miguel Angel Torres Ponce, y que a más de uno dejó con la boca abierta, incrédulos, cuando el funcionario habló sobre la modernización del transporte público. 

La verdad, resultaron increíbles los cambios anunciados por Bernardo y que supuestamente se pretende lograr en el transporte público. Parecía ser el compromiso más serio y de mayor trascendencia del Alcalde Carlos Bustamante Anchondo. 

Sánchez Rios dijo que se pretende, cambiar la chatarra vehicular, por modernas unidades, cómodas y limpias. Que se pretende, disminuir el número de vehículos, en todas las variedades del transporte público, sean taxis de sitio, libres, calafias, autobuses. 

Que se pretende, que los choferes anden limpios y eliminen sus feos modales. Que respeten las señalen de tránsito, y sobre todo, que respeten a los pasajeros. Que se pretende, hacer tantas cosas, que parecen inverosímiles, difíciles de creer. 

Recordamos que desde hace muchos años, el transporte público en Tijuana, es un caos. Que opera en una verdadera anarquía. 

Que al final de cada administración municipal, desde que los gobiernos locales tienen a su cargo el control del transporte público, el Alcalde que sale, expide permisos a diestra y siniestra, algunos comercializados para obtener recursos económicos para fines personales, y otros en pago de compromisos políticos. 

Que esto ha provocado que tan solo a lo largo del Boulevard Diaz Ordaz, del centro de la ciudad a La Presa Rodríguez, circulen más de 1,500 vehículos de transporte público. 

Que en numerosas ocasiones se han hecho denuncias sobre el clonado de táxis, respecto al acaparamiento de placas de servicio público, el rentismo y el comportamiento vulgar de los choferes. 

Sánchez Rios prácticamente pintó un panorama color de rosa, tanto por las condiciones en que se presta el servicio de transporte público en todas sus modalidades, como lo que se pretende hacer en el futuro cercano. 

Observamos que durante los últimos días de la administración del panista Jorge Ramos Hernández, grupos de transportistas, un día sí, y otro también, bloqueaban las calles circundantes del Palacio Municipal, protestando por las irregularidades en que incurría el gobierno municipal, respecto al transporte público.

Que algunos otros aseguraban que se habían expedido más de 300 permisos en forma irregular, los que en su mayoría, supuestamente, se estaban comercializando al mejor postor. Que el nombre del entonces Subdirector de Vialidades y Transporte, Gabriel Lemus, casi siempre salía a relucir, como autor u operador de dichas transacciones. 

Pero Bernardo dijo que lo de los táxis clonados, apenas si habían detectado 4 o 5. Parecía, que los cientos más de que se hablaba, desaparecieron como por arte de mágia o fueron simplemente una leyenda urbana. 

El columnista hacia hincapié, en que la diferencia entre los reclamos y denuncias que se hacían, respecto al transporte público urbano, y la versión oficial de lo que supuestamente es en estos momentos, era tan enorme, que resultaba difícil de creer que fuese cierta, la presunta realidad actual. 

Y decía el columnista, que no era que se dudara de la palabra de Sánchez Ríos, propiamente dicho, pero que los anuncios que se hacían en torno a lo que presuntamente es, e incluso lo que se pretende que sea en el futuro, el transporte público, resultaba inverosímil y advertía: ver, para creer. 

Esta semana, estuvo a punto de romperse el hechizo. Desencantados los transportistas, volverían a ser los mismos. Léperos, desorganizados, dispuestos a suspender el servicio público y bloquear calles y avenidas. Pero algo pasó, el Alcalde Carlos Bustamante “concilió” a las “fieras” y de nueva cuenta los volvió “mansitos”. Esperemos a ver, cuánto durarán bajo el papel de sumisos “felinos”.

Lo único cierto, hasta el momento, es que la modernización de que se habla, aún sigue siendo un cuento fabuloso. Aún vale advertir : ver, para creer. 

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