Por: Dr. Marco Antonio Samaniego López
TIJUANA BC 27 OCTUBRE 2017.- Cada semana nos enteramos de cómo los partidos políticos se han convertido en espacio de negociación para actos de corrupción. Los escenarios que plantean a los ciudadanos es que no puedes tener confianza en organizaciones que fueron pensadas para generar proyectos y se dedican, teniendo como base el presupuesto asignado, a consolidar sus cuentas bancarias, no la democracia.
En estos días el personaje es la esposa del eterno líder del Partido del Trabajo, Alberto Anaya. María Guadalupe Rodríguez ha surgido en menos de una semana a ser parte de la evidencia clara de que las organizaciones financiadas por todos los mexicanos carecen de sentido en la forma en que se encuentra su estructura en los últimos años.
En este caso, se trata de 100 millones de pesos que han sido transferidos de manera poco clara a cuentas personales. De manera paradójica, una organización que lleva por nombre Tierra y Libertad, que a través de una organización que tiene como objetivo declarado la protección a infantes, llevó a cabo la tarea de lavar el dinero para beneficio de los varios involucrados en el proceso.
La autoridad federal ha emitido orden de captura a la esposa del eterno dirigente de dicho partido. Los argumentos que aparecen en las referencias que se ofrecen son las mismas que se repiten desde hace demasiados años: se trata de una campaña orquestada en su contra. Todo pues es un invento. Ellos son en realidad víctimas, apuntan.
De manera paralela, Ricardo Anaya, se manifiesta una y otra vez que no ha hecho nada indebido. Todos los recursos obtenidos son lícitos y correctos. Igual que Alejandra Barrales, sólo se trata de una campaña orquestada en su contra. Dado que el PRI no tiene credenciales para enfrentar argumentos, cuando menos de manera sustentada, los argumentos de Anaya y Barrales se repiten con facilidad. Son campañas en su contra, víctimas de acusaciones inventadas.
Sin embargo, el patrón es el mismo: a todos les ha sobrado dinero. Son dirigentes de organizaciones financiadas por el Estado, con recursos de todos los mexicanos, que forman una casta privilegiada. Les sobra tiempo para dirigir un partido y tener agentes inmobiliarios que les permiten realizar sus inversiones muy transparentes. Sobra, pues, capacidad. Si esa capacidad se centrara, por ejemplo, en obtener recursos por ellos mismos, en generar proyectos como partidos, en no permitir gobernadores corruptos o en este caso, dirigentes que no transfieran cuentas a esposas de dirigentes, otro asunto sería este país.
Dado que son agencias de empleo y negociaciones, más que partidos con agenda propia, clara y que rinda cuentas a quienes deseen conocer el destino de sus recursos, les sobra tiempo para buscar procesos de transferencia de cuentas bancarias. En el momento de que las prebendas dejen de existir o se reduzcan sustancialmente, cuando menos, tendrán que buscar coherencia entre el discurso y la acción, y no vivirán entre programas de debate en los que se acusen unos a otros de corruptos: eso ya lo sabemos.
La condición de privilegio en que se encuentran es lo que propicia que esto no se detenga. Cien millones de pesos a la esposa del eterno presidente del Partido del Trabajo demuestra que se ha perdido por completo el rumbo del sistema de partidos tal como lo tenemos. La ironía, que no es nueva, es que se trata del Partido del Trabajo. Una más, es que Tierra y Libertad, símbolo de los anarquistas en el mundo, se torne un nombre de una organización que es usada para lavar recursos del pueblo. A ver en los siguientes días qué se acumula a esta larga lista.
* Marco Antonio Samaniego López. Doctor en historia por el Colegio de México.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.