Estamos mal, pero vamos bien en calidad del aire en Nuevo León
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Estamos mal, pero vamos bien en calidad del aire en Nuevo León

Tijuana BC - lunes 16 de octubre de 2017 - María Eugenia González Ávila.
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Frase citada por Teodoro Petkoff (venezolano, economista y guerrillero) en los noventa y posteriormente popularizada por el  presidente Carlos Menem, que se puede ligar al tema de la calidad del aire en el Área Metropolitana de Nuevo León (AMNL). Esta idea me surgió después de asistir a diversos eventos ambientales como el Taller de gobernanza ambiental para la creación de un organismo ambiental en el Área Metropolitana de Monterrey o al evento Estrategias para la calidad de aire de gobierno de N.L., entre otros, que refieren el deterioro en la calidad del aire en AMNL y que hicieron que me cuestionara: ¿Qué mala es la calidad de aire en la AMNL? o ¿mejorará en algún momento?

Las respuestas pueden ser muy complejas, pero quizás no tanto como problema ambiental y las consecuencias que ello implica, básicamente por varias razones: primero ¿estamos mal? Sí, acorde a lo reportado en el estudio de calidad del aire en el área metropolitana de Monterrey (Martínez y Valdez, 2016) tenemos problemas graves de contaminación atmosférica proveniente de cuatro tipos de fuentes: la industrial; por autos y camiones; por actividades comerciales y de servicios y por la erosión de suelo (pedreras, deforestación, urbanización, etcétera), quizá la forma más evidente se refleje en la salud. Desafortunadamente ninguno de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal) ha informado adecuadamente a la población la problemática del aire y mucho menos de qué hacer y no hacer. Además, no ha propiciado o facilitado la participación ciudadana, lo cual vi en Taller de gobernanza ambiental al que solo asistieron alrededor de 25 personas, que no creo que refleje el número de interesados en los temas ambientales en Nuevo León, pero esto aún debo comprobarlo.

¿Podemos estar peor? Claro que sí, pues la calidad de aire y el medio ambiente no se consideran realmente en las políticas y planeación urbana, la mejor evidencia es en el crecimiento urbano desmedido y horizontal, que se refleja cotidianamente en el congestionamiento –matutino y vespertino– en diversas zonas de la ciudad como la carretera Nacional, Calzada del Valle, carretera al aeropuerto, etcétera; cuya solución se da en la propuesta de construcción de obras como la interconexión San Pedro-Monterrey por la colonia Independencia o el segundo piso hacia la carretera Nacional, entre otras tantas obras que aparentemente mejorarán la movilidad, aunque no se sabe a ciencia cierta si mejorarán la calidad del aire.

Cabe señalar que un problema ambiental como el que representa la contaminación del aire debe manejarse integralmente, es decir, no solo invertir en obras de infraestructura (calles, segundo piso, interconexiones, etcétera), sino que incluya también la creación de áreas verdes; monitoreo de contaminantes, entre otras acciones; mejorar el transporte público (mayor número de rutas, verificaciones, autobuses modernos, etcétera); y a su vez informar, concientizar y comprometer a la ciudadanía; todo ello en armonía con planes, proyectos y programas de gobierno.

Ante este panorama querido lector, respire profundo y trate de responder: ¿Vamos a estar realmente bien en algún momento en cuanto a la calidad de aire se refiere? ¿A quién le toca mejorar la calidad del aire? ¿A la autoridad, al ciudadano o ambos?

Frase citada por Teodoro Petkoff (venezolano, economista y guerrillero) en los noventa y posteriormente popularizada por el  presidente Carlos Menem, que se puede ligar al tema de la calidad del aire en el Área Metropolitana de Nuevo León (AMNL). Esta idea me surgió después de asistir a diversos eventos ambientales como el Taller de gobernanza ambiental para la creación de un organismo ambiental en el Área Metropolitana de Monterrey o al evento Estrategias para la calidad de aire de gobierno de N.L., entre otros, que refieren el deterioro en la calidad del aire en AMNL y que hicieron que me cuestionara: ¿Qué mala es la calidad de aire en la AMNL? o ¿mejorará en algún momento?

Las respuestas pueden ser muy complejas, pero quizás no tanto como problema ambiental y las consecuencias que ello implica, básicamente por varias razones: primero ¿estamos mal? Sí, acorde a lo reportado en el estudio de calidad del aire en el área metropolitana de Monterrey (Martínez y Valdez, 2016) tenemos problemas graves de contaminación atmosférica proveniente de cuatro tipos de fuentes: la industrial; por autos y camiones; por actividades comerciales y de servicios y por la erosión de suelo (pedreras, deforestación, urbanización, etcétera), quizá la forma más evidente se refleje en la salud. Desafortunadamente ninguno de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal) ha informado adecuadamente a la población la problemática del aire y mucho menos de qué hacer y no hacer. Además, no ha propiciado o facilitado la participación ciudadana, lo cual vi en Taller de gobernanza ambiental al que solo asistieron alrededor de 25 personas, que no creo que refleje el número de interesados en los temas ambientales en Nuevo León, pero esto aún debo comprobarlo.

¿Podemos estar peor? Claro que sí, pues la calidad de aire y el medio ambiente no se consideran realmente en las políticas y planeación urbana, la mejor evidencia es en el crecimiento urbano desmedido y horizontal, que se refleja cotidianamente en el congestionamiento –matutino y vespertino– en diversas zonas de la ciudad como la carretera Nacional, Calzada del Valle, carretera al aeropuerto, etcétera; cuya solución se da en la propuesta de construcción de obras como la interconexión San Pedro-Monterrey por la colonia Independencia o el segundo piso hacia la carretera Nacional, entre otras tantas obras que aparentemente mejorarán la movilidad, aunque no se sabe a ciencia cierta si mejorarán la calidad del aire.

Cabe señalar que un problema ambiental como el que representa la contaminación del aire debe manejarse integralmente, es decir, no solo invertir en obras de infraestructura (calles, segundo piso, interconexiones, etcétera), sino que incluya también la creación de áreas verdes; monitoreo de contaminantes, entre otras acciones; mejorar el transporte público (mayor número de rutas, verificaciones, autobuses modernos, etcétera); y a su vez informar, concientizar y comprometer a la ciudadanía; todo ello en armonía con planes, proyectos y programas de gobierno.

Ante este panorama querido lector, respire profundo y trate de responder: ¿Vamos a estar realmente bien en algún momento en cuanto a la calidad de aire se refiere? ¿A quién le toca mejorar la calidad del aire? ¿A la autoridad, al ciudadano o ambos?

María Eugenia González Ávila

Profesora Investigadora El Colegio de la Frontera Norte-Monterrey

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