La corrupción en la anticorrupción
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La corrupción en la anticorrupción

Luis Farías Mackey - viernes 6 de octubre de 2017 - La Silla rota.
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Por: Luis Farías Mackey

CIUDAD DE MÉXICO 6 DE OCTUBRE DE 2017 (La Silla rota).- La corrupción es un monstruo de muchas caras. Una de sus peores, es la corrupción que se esconde tras el combate a la corrupción.

Es el viejo cuento de ¡Al ladrón, al ladrón!, cuando es el ladrón quien grita.

Y la designación del Fiscal Anticorrupción corre el gran riesgo de quedar empantanada, o bien corrompida, entre tanto prócer anticorrupción.

No le parece extraño que con este Senado, cada designación se convierta en un hito político de alcance nacional (por no decir crisis) cambiando el peso específico de la densidad propia del tema de que se trata, al de una lucha entre partidos, sobrepolitizada, sobreexplotada y del más deplorable mercadeo.

Por igual, no le sorprende que tan pronto salta a la palestra algún proceso de designación, brotan de debajo de las piedras personeros, voceros y organizaciones múltiples de la sociedad civil que se ostentan con una representación y autoridad indisputables, a quienes los medios, conspicuamente, endiosan, ensalzan y convierten en jueces inapelables.

Con relación al Fiscal Anticorrupción han surgido tantos expertos y Savonarolas que me pregunto cómo, teniendo tantos especialistas y fiscales de facto, el mal esté tan extendido en México.

Lo que más me extraña de estos pontífices es su exigencia de que el que vaya a ser nombrado no tenga experiencia real en el tema. Que no sea alguien que haya trabajado en el gobierno, o en áreas de la procuración o la impartición de justicia; que no tenga relación alguna con la cosa pública; que, además, no haya tenido participación política de ningún tipo.

Bien, digo yo, siempre que piden eso, es que quieren meter a peleles que puedan manejar a discreción. ¿Les suena algo el INE y el TEPJF?

Por mi parte sostengo que el Fiscal Anticorrupción debe ser alguien con carácter probado en los hechos. Es decir, alguien que haya enfrentado asuntos de gran envergadura y demostrado que no se arredra ante la adversidad, sin importar el personaje que tenga enfrente. Pudiéramos encontrar a alguno de estos sujetos angelicales que impulsan quienes se ostentan como sociedad civil y que al primer manotazo en la mesa se achicopale, o, peor aún, manche sus calzoncillos.

Alguien que conozca del tema en la vida real, no en los libros, conferencias, aulas y micrófonos. Que haya perseguido o juzgado delitos con resultados eficientes y eficaces. Es decir, alguien que conozca la orografía, la flora y la fauna del terreno que va a pisar; que conozca las mañas de los corruptos, las entretelas de los abogados, las venalidades de jueces; que sepa de las lagunas, contradicciones y vericuetos de la ley; que no le sean extrañas las trabas, excusas y vicisitudes de las burocracias involucradas.

Alguien que, además, vea más allá de lo evidente, que sepa qué hay que cambiar y cómo; que a su vez esté al tanto de las posibilidades reales de cambio y, en su caso, de cómo subsanar las estrecheces estructurales en el camino.

Alguien, pues, que no llegue a aprender o a experimentar.

El Fiscal Anticorrupción debe, también, saber de administración pública; de presupuestos, burocracias y grillas. Pudiera ser un dechado de bondad y sabiduría al que una secretaria avezada o un Jefe de Departamento taimado se lo merienden sin masticar.

Alguien que sepa pelear presupuestos, que pueda increpar a Diputados y Senadores cuando, como es el caso, no cumplan en tiempo y forma con las designaciones; que no se arredre ante gobernadores, empresarios encumbrados o poderosos políticos.

Debe ser una autoridad en la materia. No de esas autoridades mediáticas que saben y opinan de todo y por todo; sino alguien reconocido por propios y ajenos, en México y en el extranjero, en las materias afines a su responsabilidad pública.

Finalmente, debe ser de una probidad probada, es decir, que habiendo estado en cargos de poder no haya enloquecido. ¿Se imagina usted un Fiscal Anticorrupción usando el poder con fines partidistas, políticos, empresariales, económicos o personales? ¿Orientando asuntos a despachos afines, vendiendo información, filtrando a medios?

En fin, creo que lo primero que debiéramos tamizar son las credenciales verdaderas de los santones que se han erigido en factotums mediáticos del proceso de designación. Lo segundo, sería vigilar a nuestros senadores, tan dados a mercar unas por otras (Senador Gil, ahí le hablan) y lo tercero, exigirles que resuelvan ya, con transparencia y en los méritos del asunto, no para las graderias.

La historia pronto nos dirá quién corrompió o se corrompió bajo el manto de combatir la corrupción en esto de la designación del Fiscal Anticorrupción.

@LUISFARIASM | @OpinionLSR | @lasillarota

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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