Por: Dr. Marco Antonio Samaniego López

La semana pasada se firmó una minuta, la 323, misma que  ha generado diversas reacciones en la opinión publica. Los actores sociales más involucrados, como Mexicali Resiste, tomaron las instalaciones de la Comisión Internacional de Límites y Aguas para protestar por dicha acta. En buena medida, dicha minuta es una continuación  de la minuta 319, firmada en noviembre de 2012.

La minuta 319 es resultado de la falta de respuesta del gobierno de México a los efectos del temblor del 4 de abril de 2010.  Los canales de irrigación no fueron reparados en tiempo y forma y la negociación correspondiente abrió el camino a propuestas realizadas por grupos medioambientalistas, sobre todo estadounidenses, para mejorar las condiciones de los hábitats en el bajo delta del río Colorado.  Una explicación más amplia y con la complejidad requiere un tema como estos, puede consultarse en la revista de Estudios Fronterizos, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UABC. La autoría es de quien esto escribe, bajo el título ¨La variabilidad histórica de la corriente del Río Colorado. El vínculo con la minuta 319¨.

Sin embargo, desde  2010, campesinos del valle de Mexicali argumentan que su demanda de agua no es atendida, mientras que se beneficia a Estados Unidos con la venta de la misma. Algunos de sus líderes, indican que son perjudicados  en beneficio de hábitats de los cuales no se saca provecho. Los grupos ambientalistas argumentan lo contrario  y señalan los beneficios para las aves migratorias y diversos tipos de flora.

En otros escritos hemos planteado que las obras hidráulicas son resultado de este eterna disputa de los usos sociales del agua, donde la decisión de qué uso se privilegia ha conformado nuestra región en una condición donde el sistema es de orden binacional, más allá de los intereses de grupo o sector. El tratado de 1944  fue parte de ese proceso de discusión y las decisiones que se tomaron fueron en relación a conceptos sobre el medio ambiente y el aprovechamiento que imperaban en esos años. La modificación de  dichos conceptos ha generado nuevas discusiones y formas de concebir como se utiliza el recurso que menos tenemos en nuestra zona.

En los medios estadounidenses se indica que es una actualización del tratado, argumento semejante al que se planteó sobre la minuta 319. Incluso en documentos oficializa se indica que es una  ¨nueva forma¨ de colaboración entre los dos países. De manera breve apuntamos que esa colaboración tiene más de un siglo y que precisamente la mayor prueba es el tratado de 1944, no las minutas 319 y 323. En ese tenor se señala que las minutas son una manera de responder a las sequías, mismas que el tratado, supuestamente, no previó.

Por nuestra parte apuntamos lo siguiente. Las minutas no pueden sustituir al tratado. La razón es específica: un tratado es aprobado por el senado de los países involucrados, en este caso los cuerpos legislativos de México y Estados Unidos. Las minutas son acuerdos que han permitido a la CILA el funcionamiento de numerosos aspectos de los temas que se derivan de la relación  fronteriza, pero nunca han sustituido ningún tratado.  Nunca se había indicado que una minuta podía cambiar  la lógica de los varios tratados que existen, como son el de 1905, sobre bancos en el río Bravo; el de 1906, sobre el alto Bravo; el de 1933, para rectificar el curso del alto Bravo, o en este caso el de 1944. Nunca se había ubicado en la prensa o en los argumentos que una minuta podía cambiar el tratado. 

Las minutas 319, finalizada en tiempo este 2017, y la 323, con una temporalidad hasta 2026, sí plantean una diferencia. Sí consideran la reducción – mínima  – de lo que corresponde a nuestro país, dado que  quien dispone de la información si existe recurso o no es el Bureau of Relcamation,  organismo del gobierno federal estadounidense especializado en la materia. Si bien la reducción no sería grande, sí genera incertidumbre que justifica las acciones de cualquier organización que cuestiona la firma de la minuta 323.

Las alusiones a las medidas a tomar han generado posturas en  los medios. Una propuesta es que el senado de México sea el que acepte o no las condiciones de las minutas en cuestión.   Nuestra afirmación es sencilla: sólo al senado le corresponde, no a CILA. La comisión es un organismo ejecutor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que a su vez depende del cuerpo legislativo encargado de las relaciones con el exterior: el Senado. Las minutas no pueden sustituir al tratado, estas son para agilizar los acuerdos y hacerlos funcionar, pero no son medidas definitivas. Por ello el lenguaje es ambiguo. Se dice que es en el marco del tratado de 1944, pero se modifica ligeramente el mismo.

Las medidas en beneficio del medio ambiente han sido claras y palpables en el último lustro. Varias organizaciones estadounidenses ( Raise the river, sobre todo) han promovido los claros beneficios que se han generado en algunas zonas del bajo delta. Pero lo que no se publicita, son los enfrentamientos que existen entre los estados de la cuenca en Estados Unidos. Sobre todo la pugna que tiene ya varias décadas entre California y Colorado.  De hecho, en las minutas, no participan los estados superiores de la cuenca, sólo California, Arizona y Nevada. Los de la parte alta, en su disputa con California, se quedan al margen. Por ello el tema no es menor.

Sin duda, un tema que responde a la problemática que ha constituido nuestra región binacional en su condición de sistema de ambos lados.

* Marco Antonio Samaniego López.  Doctor en historia por el Colegio de México.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.