Por: Dr. Marco Antonio Samaniego López

TIJUANA 22 SEPTIEMBRE 2017.- Lo mejor  son la miles y miles de mujeres que como muestra de solidaridad con Mara Fernanda Castilla salieron a las calles a decir ni una más. Como una sola voz: no se vale. Ella se divertía como cualquier otra persona, sin importar la hora ni el lugar.  Tenía pleno derecho.  Era su vida y puede  y debe ir a donde quiera. Aquellos que argumentan que tuvo parte de culpa, no es cierto, la culpa es del individuo que lo hizo, no de ella. 

 El trágico suceso es resultado de la impunidad. Un individuo, a pesar de saber que por los celulares podía ser rastreado, como sucedió, cometió su terrible crimen apostándole a la impunidad.  Se dejó llevar por esa condición en la que vivimos los mexicanos por esa brutal falta de certeza jurídica en la que nos tienen los encargados de aplicar la ley. El criminal,   a pesar de tener información  sobre cómo funciona el sistema de transporte  en el que estaba involucrado – por segunda ocasión – decidió que era posible escaparse. Y decidió por la vida de una joven de 19 años.  El asesino está en la cárcel, pero el problema se queda ahí. 

El sismo que afectó sobre todo los estados de Oaxaca y Chiapas, dejó a los partidos políticos  en la terrible exhibición de que el sistema político es un elefante sin patas y sin rumbo. El lunes 18 de septiembre, se negaron a realizar aportaciones para los afectados en los estados  mencionados.  Debido a que la ley así lo marca, ellos tienen que gastarse, junto con el INE, los 31 mil millones de pesos que ellos mismos se asignaron. 

Los argumentos dados eran tan banales  como insípidos. Para donar  parte de los recursos, tendrían que modificar la ley. Y saben qué, no hay tiempo. Se necesita, primero, modificar la ley. Los entrevistados de los partidos indicaron pues que no era posible, ellos necesitan esos recursos  de los mexicanos para hacer sus inteligentísimas campañas. En las que se proponen slogans brillantes y que, al momento de gobernar, se olvidan como si se tratara  sólo de pedazos de mantas y colores y tortas y sodas sin sentido.  Campañas en las que poner música, dan mensajes fofos y vacíos, y en realidad ofrecer recursos para acarreados que alimenten la foto del momento. De ideas y proyectos realizables, poco. 

Con el temblor del martes 19 de septiembre, lo asentado el día anterior por los lamentables representantes de los partidos ha quedado en el olvido. Lo mejor  ha salido a las calles y en  numerosas imágenes, miles de hombres y mujeres ha realizado su mejor esfuerzo por ayudar. Cientos de personas han cargado, levantado, transportado y aportado numerosos bienes y servicios para ayudar,  para darles a los que han sufrido los efectos de la devastación.  Lo mejor ha quedado  grabado en imágenes, fotografías, videos y por las redes sociales aparece un país que ha esforzado por ayudar a otros. 

¿Qué van a decir los partidos políticos ahora?  ¿Con qué cara van a pedir votos?  El cinismo aparecerá de alguna forma, no hay  manera de que no sea así, están acostumbrados. Gozan de privilegios que muchos mexicanos no pueden imaginar siquiera.  Son intocables ante una ley que no se puede modificar aunque estén miles de mexicanos sin techo. Ellos no pueden cambiar una ley donde dice que los recursos son para ellos. A final de cuentas, ellos hicieron esa ley. 

Los eventos de esta semana los dejan en un pésimo lugar. Lo mejor de México ha salido a las calles, a los albergues, a los centros de acopio que se han establecido en todas las ciudades del país. Pero el lunes, ellos dijeron que no era posible, que la ley no se puede cambiar. Eso es más importante que los miles de mexicanos que en Oaxaca y Chiapas, y ahora en Morelos,  Puebla y la Ciudad de México, están sin donde dormir. Sin un lugar medianamente seguro para reiniciar sus vidas. 

El negro futuro que espera a las  numerosas familias contrasta con los onerosos recursos que  los partidos políticos van a gasta en la democracia, esa  con la que juegan.  Esa palabra que se ha pervertido  hasta la saciedad por individuos que pactan entre ellos acuerdos, candidaturas y reglas vinculadas a presupuestos que terminara en eventos maravillosos, donde unos aplauden y otros reparten burritos y sodas. Donde slogans vacíos y sin sentido obligan a recordarles que la democracia y la representación  alguna vez tuvieron sentido, costó vidas y sangre, fue motivo de enfrentamientos y propuestas con visiones de nación. Esa nación era para todos los mexicanos, no para los partidos políticos. 

* Marco Antonio Samaniego López.  Doctor en historia por el Colegio de México.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.