De élites comprometidas y sociedades exitosas
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De élites comprometidas y sociedades exitosas

México - miércoles 2 de agosto de 2017 - Fernando Núñez de la Garza Evia.
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El caso japonés y regiomontano

Plaza Cívica

CIUDAD DE MÉXICO 1 AGOSTO 2017.- Las sociedades humanas, en todo momento y todo lugar, necesitan de liderazgos que efectivamente lideren. La cuestión es si aquellos cuadros surgidos de la sociedad desarrollarán la identificación, compromiso y sentido de responsabilidad con sus comunidades, o dejarán esos espacios vacíos para ser tomados por los menos calificados. Y de eso en gran medida depende el éxito o fracaso de una sociedad.

Japón es un caso particular que va en contracorriente al fenómeno de abandono nacional realizado por una parte de las élites occidentales. El país nipón y su flor y nata han evitado el fenómeno del exceso de democracia y cosmopolitismo visto en otros países desarrollados al seguir teniendo una sociedad homogénea en donde sus élites han asumido su papel y se encuentran fuertemente identificadas con su población. Desde antaño y hasta hoy en día, Japón ha hecho hincapié en el concepto de “familia-nación”. La familia y el país están intrínsecamente unidos y no se excluyen      -como en nuestro país-, y en una medida importante cumplirle al país es cumplirle a la familia. Esta cultura se observa en el comportamiento de las familias tradicionales, las empresas, y hasta la mafia. El actual primer ministro japonés, Shinzo Abe, viene de una larga dinastía política donde su bisabuelo y abuelo fueron primeros ministros, y su papá ministro del exterior. Por otra parte, las grandes corporaciones japonesas nunca han sido obstáculo para la consolidación de un Estado de bienestar y, para colmos, la conocida mafia japonesa Yakuza tiene sus latas dosis de deber cívico al ayudar activamente a la población en diversos desastres nacionales. Y por eso Japón es un país desarrollado y ha evitado los terremotos políticos de Occidente.

En México existe una historia parecida al caso japonés, aunque particularmente local, en Nuevo León. El estado más próspero del país por muchos indicadores, en una medida importante su éxito se debe al desarrollo de una sociedad homogénea, donde sus élites de antaño tienen una historia íntimamente asociada a la historia del estado, produciendo un fuerte sentimiento de compromiso social. Hablo hasta cierto punto con conocimiento de parte porque mi familia materna es de Monterrey, y recientemente acudí a un evento donde un empresario regiomontano familiar mío presentó un libro de su patrocinio acerca de la vida de un antepasado común, quien ostenta el título de “benemérito del estado”. El orgullo familiar brota de haber tenido un antepasado con una vida honorable y haber servido a Nuevo León en tiempos particularmente difíciles. El título del libro lo refleja: “Juan Nepomuceno de la Garza y Evia: patriota ilustre”. En el estado norteño, familia y sociedad se encuentran íntimamente unidas, y el orgullo de tener un apellido particular va de la mano con el orgullo de ser regiomontano/nuevoleonés (y un orgullo sustentado). Nuevo León igualmente ha desarrollado un grupo de empresarios fuertes agrupados en torno al “Grupo Monterrey”, los cuales tienen una importante participación en asuntos sociales que van desde la creación del Tecnológico de Monterrey hasta la consolidación de la policía en la Fuerza Civil. En cuanto al crimen organizado… pues si nuestra clase política no sigue algunas leyes elementales, peor el crimen organizado mexicano.

Con sus respectivas diferencias, las historias finalmente de éxito de Japón y Nuevo León han sido posibles en parte porque sus élites tienen una larga historia en común con sus poblaciones que despierta sentimientos de compromiso y responsabilidad social. Las consecuencias han sido éxito económico, cohesión social y orgullo nacional/local. Y por eso, no es raro que una de las más duras batallas que libraron los estadounidenses durante la guerra de 1846 - 1848 fue la batalla de Monterrey, y que una de las más grandes banderas mexicanas se encuentre en el Cerro del Obispado… en Monterrey.

www.plaza-civica.com @FernandoNGE

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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