"Plaza Cívica"
Fernando Núñez de la Garza Evia
www.plaza-civica.com @FernandoNGE

MÉXICO 21 DE JUNIO 2017.- A casi dos semanas de haberse celebrado diversas elecciones locales en el país, desafortunadamente es imposible no seguir comentando sobre ellas. Y digo desafortunadamente porque lo que debió de haber sido un proceso electoral celebrado con certidumbre ha sido todo menos eso. Tanto así que estamos viendo específicamente en el estado de Coahuila una película muy parecida a la vista por los mexicanos en la década de los ochentas y en otro estado norteño: Chihuahua.

Lo que hace a la elección celebrada en Coahuila diferente de aquella otra controvertida elección en el Estado de México es que mientras que la polémica de esta última se encontró en la campaña misma (visita de secretarios de estado, reparto de dádivas, uso de programas sociales con fines electorales, etc.), la polémica en Coahuila se encuentra al final, en el conteo de votos. Lo que más resalta son tres puntos: el conteo rápido le dio la ventaja al candidato panista, Guillermo Anaya Llamas; el PREP se paró con solo el 71% del conteo hecho y justo cuando tenía ventaja el candidato priista, Miguel Riquelme Solís; aunque ganó el candidato priista la gubernatura, el panismo tuvo mayoría en el Congreso local. Cabe destacar que nunca en elección alguna había habido una diferencia entre los resultados del PREP y del conteo rápido, y peor aún con un porcentaje significativo. 

La diferencia básica entre las elecciones celebradas en el México autoritario del pasado y el México democrático del presente es que a pesar de que en ambos tiempos existieron/existen campañas sucias, en el de ayer el voto y los resultados no se respetaban, mientras que en el de hoy el voto y el resultado se respetan. Pues por primera vez en muchos años, eso es precisamente lo que está en entredicho en Coahuila... y por ello las semejanzas con el México de fines del siglo XX, especialmente con el otro estado norteño de Chihuahua.

En el México de los ochentas la falta de controles políticos trajo el excesivo endeudamiento producto del derroche público, ocasionando finalmente el retraimiento del Estado y crisis económicas-sociales-políticas. Coahuila nunca ha tenido controles políticos, tanto así que un hermano le pasó el poder a otro hermano de la misma manera que sucede en países autoritarios como Siria o Cuba, o de plano totalitarios como Corea del Norte. Y por ello, Coahuila tiene hoy la mayor deuda per cápita del país, producto del despilfarro público de Humberto Moreira (en su gobierno la deuda pasó de 323 millones a 36 mil 509 millones de pesos). Todo lo anterior ha traído crisis económica (no hay dinero), social (ha aumentado la pobreza y pobreza extrema, según CONEVAL), y ahora… política.

Como en el Chihuahua de los ochentas, algunos empresarios encabezan movimientos de oposición en Coahuila -con el extravagante Armando Guadiana-, y ante las serias sospechas de fraude se han intensificado igualmente los movimientos sociales -con el Frente por la Dignidad de Coahuila-. Sin embargo, la gran diferencia entre ambos tiempos es que antes no había instituciones electorales que canalizaran el descontento ciudadano, y por ello el malhumor se derramó a las calles; hoy tenemos instituciones establecidas, aunque su credibilidad se encuentra en seria duda, por lo que aunque se ha acudido a las calles, ha sido en menor medida.

En todo México la democracia debería de ser ya la normalidad política para pasar así a otros temas más importantes, aunque aún no lo es. Coahuila es ejemplo perfecto del regreso a un pasado que creíamos superado. Sin embargo, si la historia nos sirve de guía, lo que vemos será solo una piedra en el camino hacia un México más democrático, participativo y de mayores controles. Paradójico que la tierra de Francisco I. Madero sea uno de los últimos bastiones de autoritarismo en México.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.