Soldado en la lluvia
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Soldado en la lluvia

TIJUANA, BC - jueves 9 de febrero de 2012 - Manuel Villegas.
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TIJUANA FAUNA
Por: Manuel Villegas


El domingo 17 de enero de 1993, cerca de la mediodía, aterrizó en el aeropuerto de Tijuana un enorme avión modelo Boeing 727, proveniente de la Ciudad de México.

En sus costados tenía la leyenda "Fuerza Aérea Mexicana" y en su interior trasladó a 120 soldados, incluídos tropa, oficiales y jefes, todos con el único propósito y encomienda de auxiliar a miles de familias que llevaban más de diez días padeciendo los estragos de las lluvias más fuertes y devastadoras de la historia de esta ciudad.

En el momento en que la aeronave tocó la pista del "Abelardo L. Rodríguez", en el ala Este del aeropuerto ya estaban formados varios autobuses esperando por los soldados, quienes en menos de 15 minutos realizaron las maniobras de descenso, descarga, formación y marcha a paso veloz del avión al transporte público.

Por lo que conseguí investigar entre archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), informes de los gobiernos municipal y estatal de esa fecha, además de las crónicas periodísticas, entre los soldados que llegaron, pertenecientes a la Unidad 65 del Batallón de Infantería de la Segunda Brigada de Infantería de la Ciudad de México, venía un joven llamado José Ángel Caballero Sánchez.

De 17 años, Caballero Sánchez era originario de la Villa de Zaachila, ubicada a 25 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, sitio de interés arqueológico y famoso por sus artesanías y tradiciones, por sus "Fiestas de La Trinidad" y por la presencia del "Cerro del Catrín", cuna de una famosa leyenda sobre un hombre que desapareció exactamente un año y que reapareció cuando se le realizaba una misa de muerto en su recuerdo, igual a como lo vieron antes de esfumarse y portando la misma ropa.

Con su ropa militar, José Ángel se lanzó en apoyo a los tijuanenses como uno más de los mil 200 anónimos soldados del Batallón de Infantería de Ensenada, de la Base Aérea Número 12 y de otros elementos castrenses que llegaron en camiones y en vuelos similares durante esos días de emergencia civil para implementar el llamado "Plan DN-III" junto con autoridades municipales, estatales y voluntarios civiles.

Triste recuerdo

Miles de familias aún recuerdan con tristeza y miedo las consecuencias fatales y destrozos que vivió la ciudad hace 19 años, cuando una serie de tormentas, entre enero y febrero del 93 destruyeron viviendas, calles y carreteras, colonias enteras, cerros y cañones, y cobraron las vidas de aproximadamente 39 personas, resultando decenas de desaparecidos.

El triste capítulo de las tormentas del 93 inició el "Día de Reyes", justo un miércoles, cuando por la madrugada empezaron las fuertes lluvias a caer sobre la ciudad. Se anunció en periódicos, radio y televisión que se esperaban temperaturas de hasta 3 grados Centígrados, granizadas y precipitaciones "de moderadas a fuertes" entre el miércoles a el sábado, por lo que la gente debía estar prevenida.

La emergencia por la tormenta del Pacífico se extendió desde los condados californianos de Los Ángeles, Riverside y San Diego; hasta los municipios bajacalifornianos de Tijuana, Mexicali, Tecate y Ensenada (Rosarito era delegación); pero las anunciadas prevenciones no sirvieron de mucho, pues las víctimas por las inundaciones se tuvieron desde la madrugada del 6 de enero en esta ciudad.

Familias desalojadas, autos y personas arrastradas por las lluvias, comercios destruidos, problemas por albergues, nulos servicios de electricidad, telefonía, escasés de agua, y otros problemas asociados a las lluvias vivió no sólo Tijuana sino todos los municipios de Baja California; y ya forma parte de la historia los esfuerzos, demandas y errores de la gente, fraccionadores y autoridades durante esos y los siguientes meses de 1993 que reseñaré en otra ocasión.

Pero en esas primeras dos semanas, cuando los castigados ciudadanos no imaginaban que apenas empezaban las tormentas, lo más destacable fue la llegada de la ayuda militar, la apertura de las compuertas de la Presa "Abelardo L. Rodríguez" el 18 enero porque ya almacenaba cerca de 100 millones de metros cúbicos, el derrumbe del puente del ferrocarril y la solidaridad de la gente.

El 20 de enero, ante la emergencia, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari visitó Tijuana acompañado de su Secretario de Desarrollo Social Luis Donaldo Colosio Murrieta (quien vendría un año, un mes y dos días después a morir en Lomas taurinas) para ofrecer "afecto y calidez" y 75 hectáreas de terrenos para reubicar a los damnificados y crear un nuevo centro de población al Este de la ciudad.

Esa comunidad se creó meses después de las inundaciones y llama Valle Verde, se ubica en la delegación La Presa y sus calles llevan denominaciones de emociones y sentimientos, además de los nombres de personas que fallecieron en la tragedia.

Con honores

Regresando a la noche del viernes 22 de enero, cinco días después de su llegada a Tijuana, esa fue la última en la vida del soldado José Ángel Caballero Sánchez.

El joven realizaba maniobras de apoyo a los damnificados por las inundaciones en la colonia Gabilondo, una de las comunidades más afectadas aguas abajo del Cañón de la Piedrera, cuando fue golpeado en al cráneo por un poste de electricidad.

"Perdió la vida en cumplimiento de su deber, al caerle encima un soporte que sostenía los cables de energía eléctrica de alto voltaje", refieren las crónicas periodísticas de la fecha.

Se informó entonces que el entonces comandante de la guarnición militar, el general Jorge de Jesús Wabi Rosell, recibió instrucciones del titular de la Sedena, el general Antonio Riviello Bazán, para que el cuerpo del muchacho fuera regresado vía aérea a Zaachila con los correspondientes honores militares.

Y resultó que durante la mañana del sábado 23 de enero, al saberse la noticia del fallecimiento, residentes de Tijuana que podían comunicarse por teléfono llamaron a radiotribunas y periódicos para pedir en lo particular que José Ángel "fuera despedido con los honores de un héroe", y reconociendo la labor de los elementos del Ejército Mexicano en general.

Pasadas las 14:00 horas del mismo sábado su cuerpo fue llevado por un cortejo militar al aeropuerto tijuanense, por la tarde se le brindaría un homenaje en la Ciudad de México, y de alli se le llevaria a su pueblo natal en Oaxaca donde lo esperaban sus familiares para sepultarlo.

"Murió en cumplimiento de su deber, por Tijuana y sus habitantes que sufrieron ante las lluvias", fue la nota de despedida que apareció en un diario local.

Debo señalar, para futuras precisiones, que hallé referencias de que el joven pertenecía al 67 Batallón de Infantería con sede en Ensenada y que ante la emergencia fue trasladado a Tijuana junto con otros de sus compañeros, pero no fue posible confirmarlo.

El hecho es que la calle principal de Valle Verde se llama hasta la fecha "Calzada Soldado José A. Caballero", la cual hace esquinas con las calles "Respeto", "Entusiasmo", "Amistad" y otras palabras de sentimientos y emociones humanas, y permite honrar la memoria del soldado que murió en esas lluvias.

NOTA: Las fotografías pertenecen a publicaciones de periódicos de esa fecha, excepto la del señalamiento vial.

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