Columnista: La Silla Rota
Por: RODOLFO ACEVES JIMÉNEZ 

CIUDAD DE MÉXICO 8 DE ENERO DE 2017 (La Silla Rota).- A propósito del desmedido aumento al costo de las gasolinas a partir del 1 de enero de este nuevo año, el Gobierno Federal ha presentado a la opinión pública algunos argumentos cuya lógica no es la más favorable para transmitir un mensaje que a todas luces, resulta complicado de informar.
 
El primer argumento fue presentado por el director de PEMEX, al señalar que en Noruega la gasolina es más cara que en México. Después el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, entró a defender el mensaje gubernamental, para señalar que el aumento en el costo de las gasolinas se encontraba en el precio internacional del petróleo, y posteriormente, en la cotización del dólar.
 
El siguiente argumento que se presentó, apoyado por otros funcionarios fue, que no es posible que las gasolinas fueran subsidiadas para siempre, además se sumaron algunos juicios de valor que no aportaron luz a la opinión pública y sólo han traído consigo el descontento y la ira ciudadana.
 
Por ejemplo, que los recursos recibidos son para combatir la pobreza; que los beneficios del aumento lo verían nuestros hijos; que el ajuste del costo no afectará a las familias más pobres, y algunos otros planteamientos con una lógica absurda y subestimando la inteligencia ciudadana.
 
Un argumento más señala que al liberar el costo de la gasolina, se fomentaría la libre competencia. Sin embargo, los diez mil kilómetros de ductos y las 8,000 estaciones de servicio que hay en México, pertenecen a PEMEX y empresas como Shell, Texaco o Exxon requieren invertir en infraestructura para instalar sus ductos y sus gasolinerías, que no ha pasado de las buenas intenciones, hasta ahora. La ciudadanía volcó en descontento y enojo en redes sociales.
 
Uno de los reproches fue el tuit del presidente Enrique Peña Nieto, fechado el 4 de enero de 2015, en el que afirma que, “gracias a la reforma hacendaria, por primera vez en cinco años, ya no habrá incrementos mensuales a los precios de la gasolina, diésel y gas L.P.”, cuyo mensaje no fue el más afortunado.
 
En su mensaje el presidente explicó las razones del aumento, que se acercaban a las ya conocidas, pero el enojo permanecía latente. Las protestas en el país prosiguieron para darle a conocer al gobierno su inconformidad.
 
Pareciera que el gobierno o sus asesores, no desean voltear a escuchar las razones de las protestas de los ciudadanos, que señalan los excesos en los salarios, prestaciones y demás percepciones de los servidores públicos de primer nivel, que podría generar ahorros importantes.
 
Otro rubro de donde podrían obtenerse una importante cantidad de recursos es, la eliminación del régimen de consolidación fiscal por el que grandes corporativos deducen impuestos por varios cientos de millones de pesos, para sólo pagar unas decenas de cientos de pesos, así como la cuantiosa devolución por miles de millones de pesos que obtienen estos mismos grandes contribuyentes, por ejemplo Grupo Televisa, a quien en el ejercicio fiscal 2015 el Servicio de Administración Tributaria le devolvió poco más de 3,000 millones de pesos.
 
Quizás el más absurdo de los argumentos que se esgrimieron fue, que no aumentará el costo de bienes y servicios, cuando es imposible que en el cálculo de costos no se incorpore el costo de la gasolina, -como costo variable o costo indirecto-, para integrarlo al costo final de un bien o servicio; de otra manera, que PEMEX, SHCP, SEMARNAT o el PRI, cuyos titulares salieron a medios a abonar al discurso y al mensaje gubernamental, que digan quién lo asumirá, sino, se convertirá en un déficit que alguien tiene que pagar.
 
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