Por: Marco Antonio Samaniego López* 

TIJUANA BC 23 DE DICIEMBRE DE 2016 (AFN).- En estos días en que se ha aprobado una nueva ley sobre agua para Baja California, surgió una propaganda que bien se puede explicar desde finales del siglo XIX. En los discursos del gobernador y en anuncios en la radio, se dice que se vive la peor sequía en la historia del estado. Parece que es una emergencia de la que se acaban de dar cuenta los gobernantes que van a salvarnos con la nueva ley.

De manera sencilla apuntamos que esa emergencia, para el caso de Tijuana, se dio en las décadas de 1950 y 1960. Por ello el proyecto del acueducto río Colorado-Tijuana. Incluso, por ello se tomó agua de La Misión hasta hace un año. Ese recurso hoy se va a Ensenada. 

La ¨peor sequía¨ es un tema recurrente en California, Arizona, Texas y Nuevo México en repetidas ocasiones. Es, por un lado, una realidad de larga duración y por otro, es ¨peor¨ cada vez que se debe enfrentar un problema de orden político. La diferencia es que para las entidades de Estados Unidos, obtener el reconocimiento de sequía, significa recursos federales adicionales. Por ello los gobernadores buscan su declaración y el gobierno federal pretende no reconocerla.

En nuestro caso, la dependencia de Tijuana del río Colorado es de más de un 95%. El río Tijuana, a pesar de su nombre, no provee el recurso debido a la pésima planeación de los últimos sesenta años. El aprovechamiento del recurso esta entrelazado a las pautas que se establecieron en el oeste de Estados Unidos, las que explican la implementación de la tecnología para su distribución. De igual forma, un estado como California, obtuvo agua del río gracias al uso de territorio mexicano para su traslado, hasta la construcción del canal todo-americano en 1942.

México, aprovechó las obras de Estados Unidos para obtener agua controlada. Por ello, el discurso nacionalista no funciona para una real explicación del proceso. Sin conocer el documento que se aprobó en el congreso – parece que nadie lo conocía hasta la noche que fue aprobado – la propaganda explica sólo una parte de un tema que no es coyuntural, sino de larga duración. La sequía en tierras áridas o semiáridas como en la que nos encontramos es un eufemismo. Es como decir que el agua moja. Lo que hace a las zonas áridas y semiáridas como tales, es precisamente que no existe agua suficiente para ciertas prácticas.

Esta ciudad no fuera lo que es sin el traslado de agua a grandes distancias – como tampoco San Diego, Los Ángeles, Phoenix o Tucson – y por tanto decir que se tiene una sequía debe ubicarse. Sin agua no hay ciudad, pero eso se enfrentó desde hace seis décadas. La instalación de desaladoras es una solución efectiva a un tema indispensable para la región, no para crecer, sino simplemente para sostener lo existente. Lo que no dice la propaganda es que se trata, una vez más, de replicar el modelo californiano. Es decir, relacionar la inversión pública con la privada. Construir trasvases de agua que debe pagar el usuario y por tanto, que alguien va a ganar dinero con apoyo público. Eso no está en los anuncios, pero es el modelo de aprovechar el recurso público y privado en busca de la eficiencia. También, por supuesto, es un reconocimiento de que las instancias públicas no cumplen con su cometido. Pero decirlo sería una autocrítica. Y eso no parece ser la tónica de la clase política.

* Marco Antonio Samaniego López.  Doctor en historia por el Colegio de México.

"Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor."