Por: Dr. Marco Antonio Samaniego López *
TIJUANA BC 27 DE NOVIEMBRE DE 2016.- En estos días presenciamos una disputa por el espacio de la ciudad de Tijuana. Para unos la posibilidad de modernizar el transporte público será una manera de ofrecer un mejor servicio a los usuarios. Para otros, los trabajadores del volante que se sientes desplazados, dicha modernidad significa modificar su manera de relacionarse con el entorno. El empleo depende una condición que es ajena y se torna una amenaza.
Los argumentos que se ofrecen son escasos. No se puede indicar que las concesiones que tienen fueron producto de la entrega de un pago a un líder, quien a su vez ofreció dinero a un funcionario para obtener el permiso correspondiente. Ese dinero no quedó registrado en ningún lado. No hay recibos porque en términos legales no existen las explicaciones de porque las rutas de transporte se han entregado de la manera en que se han realizado desde hace muchos años.
Las relaciones en el transporte público concesionado han estado sujetas a las relaciones políticas. El costo de dichas relaciones se ha trasladado a los usuarios que durante años han financiado una relación con el uso del espacio urbano en función de procesos electorales, campañas políticas y vínculos gremiales que han negociado durante décadas con la manera en que se realiza el transporte.
Miles de ciudadanos fueron llevados y vueltos a trasladar a mítines y actos de proselitismo. La negociación de los gremios con el poder político les generó fórmulas de usar el espacio urbano y constituir una forma de vida para ellos y sus familias. Sin embargo, la ciudad se transforma y tiene retos de toda índole. La propuesta de un sistema integral de transporte ha permeado el discurso desde hace veinte años.
Con recursos de los mexicanos se ha generado una posibilidad que construye una forma de movilidad que modifica maneras de organizarse de los trabajadores del volante. Paradójicamente, también altera las relaciones con los partidos políticos y los gremios beneficiados. En esta disputa, varios grupos han obtenido logros y otros parece que perderán lo que desde su punto de vista les pertenece, sin concebir el significado de que se trata de concesiones.
Quienes se sienten afectados en su empleo no pueden argumentar lo que les ha costado el pago de las concesiones. Tampoco que a final de cuentas, ellos son choferes que laboran para dueños de los permisos que se han constituido en verdaderos agentes monopólicos, con cantidades impresionantes de choferes y unidades. Algunos, por cierto, son parte de los beneficiados con los nuevos arreglos.
Lo cierto es que el proyecto ofrece posibilidades nuevas para la ciudad. Las obras se construyeron con recursos públicos y la inversión es cuantiosa. Los usuarios serán los que en el corto, mediano y largo plazo van a decidir si se trató de un proyecto exitoso o sólo empeoró la difícil tarea de movilizarse en la ciudad. Los gremios buscaran negociar nuevos espacios o, en su caso, de tener fallas, de retomar lo que parece perdido en estos días.
Un punto es claro. Los que recurran a la violencia van a perder. Los temas de la circulación en la ciudad así como las épocas festivas que se aproximan, son elementos en contra de aquellos que pretendan cerrar calles y amenazar. La circulación es un punto nodal en todos los que residimos en la ciudad y afectar al otro, no es redituable políticamente.
* Doctor en historia por el Colegio de México. Su tesis doctoral, Los ríos internacionales entre México y Estados Unidos, fue galardonada como la mejor tesis en el año 2004 por la Academia Mexicana de Ciencias.
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