Marco Antonio Samaniego López

TIJUANA 30 DE SEPTIEMBRE DE 2016.- Las elecciones en Estados Unidos parece unir a los mexicanos. Hasta el momento, creo, pocos son los que apoyan en este país a un candidato como Donald Trump.  El débil peso mexicano, resultó ligeramente beneficiado del debate  del pasado lunes. Las posibles complicaciones en el escenario futuro,   llevó a la consideración que ante lo observado, la ganadora del evento fue Hilary Clinton. 

El fenómeno mediático  generado por una propuesta sobre un supuesto muro que  va a contener la migración y que según  la idea de que será pagado por los mexicanos,  unifica una postura  de quienes vivimos en este país. Sin embargo, como hemos apuntado en otras ocasiones, el muro ya tienen veinte años y los efectos en varios sentidos han sido motivo de crítica, cuestionamientos y afectaciones al medio ambiente desde hace cuando menos dos décadas. 

Lo que llama nuestra atención es que se hable de algo que va a pasar, cuando en realidad ya sucedió. Incluso, que en los círculos políticos se afirme que nuestro país no lo va  a pagar. El ejecutivo nacional,  una y otra vez repite,  en busca de legitimidad,  que no se cubrirá el costo.  A pesar de las afirmaciones anticonstitucionales de Trump de que se realizará con dinero de las remesas, suponer que tal cosa es posible, indica que el magnate tiene un plan mal concebido.  Que lo diga el empresario no sorprende, sino que se destaque en el discurso una línea que  carece de sentido y que esa  línea de discusión mantenga una continuidad. 

Son otros aspectos, como los numerosos temas que unen y dividen la relación entre los dos países a los que se debe poner atención.  No imagino como, por ejemplo, luego de las numerosas negociaciones realizadas por tres décadas, se pueda hacer a un lado el Acuerdo de La Paz de 1983, mismo que se ha constituido en piedra angular para los temas referentes al medio ambiente. Lo mismo con referencia al Tratado Internacional de Límites y Aguas de 1944, de vital importancia para numerosas ciudades de la frontera o zonas  agrícolas vinculadas  con las cuencas internacionales. 

En la zona en que nos encontramos, el tema del río Tijuana y su estuario, localizado en el lado estadounidense, ha significado décadas de trabajo y de propuestas para mitigar los daños que se han generado. Lo mismo con referencia a temas de cooperación con el tratamiento de aguas residuales en lugares como Nogales o San Luis, Sonora.  Los casos son tan numerosos  y con efectos tan serios, que aclararle a un señor que carece de ideas  puntuales que no se pagara su muro, debe pasar a un segundo plano. 

Se trata de una ubicar una idea, que ya se realizó, a un plano de expectativa electorera. Carente de sentido. El muro ha estado ahí y los efectos en  varios contextos de la realidad son palpables y efectivos. A pesar del muro, las relaciones en diferentes ámbitos han sido muy estrechas y en varios casos complementarias. Por supuesto, la contradicción también es evidente ya que, por un lado, se habla de   rehabilitación de ciertas zonas, y por otro, se ha afectado de manera clara áreas naturales con el muro actual. 

Por ello, el tema mediático es el muro y su pago. Eso se ha vuelto el centro de una discursividad que limita la idea de la relación entre los dos países. Sin embargo, ante preguntas distintas como los posibles efectos de cancelar otro tipo de tratados, acuerdos o actas de la Comisión Internacional de Límites y Aguas, el significado de los temas que nos afectan debe y pueden ser distintos. El muro es sólo un discurso mediático, es necesario voltear a otros temas  que afectan la cotidianidad. 

"Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor."