Por: Dr. Marco Antonio Samaniego López *

TIJUANA 26 DE AGOSTO DE 2016.- En días pasados se realizó una declaratoria formal para la ciudad de Tijuana en condición de extrema sequía. De igual forma, Ensenada ha recibido  una declaratoria en condición de sequía. El significado de ello, es que será  posible obtener recursos federales para implementar programas que busquen mecanismos alternos  para obtener agua. 

Sin duda, es una medida importante dado que conduce a buscar formas de racionamiento y mejoras en el tratamiento del agua.  Ello, en  el corto y mediano plazo, es una solución parcial a uno de los temas de mayor interés para nuestra región. Esto, a pesar de que en los primeros meses de 2016, sí hubo precipitaciones en la región. 

¿Porque apuntamos solución parcial? La respuesta tiene que ver con una condición  de la que dependemos desde hace muchos años. La entidad, y sobre todo Tijuana, desde hace varias décadas  no tiene agua para su desarrollo. Más de un 90% del líquido que utilizamos proviene del Río Colorado. Es decir, nace en los estados de Wyoming y Colorado, en Estados Unidos.  Debido al tratado de 1944, se tiene garantizado un cantidad, 1,850 millones de m3  de la mencionada corriente internacional.  

En numerosas ocasiones el abastecimiento ha llegado por el sistema que abastece a la ciudad de San Diego, California. Desde la década de 1960, que se proyectaba la construcción  del acueducto río Colorado-Tijuana, fue necesario acudir en largos periodos a la colaboración de las autoridades del agua de San Diego, con la intervención de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA). Así, prácticamente en toda la década de 1970, la ciudad pudo ser abastecida por dichos acuerdos, mismos que quedaron plasmados en las minutas de la mencionada institución de carácter binacional. 

Este proceso de  recibir agua desde el sistema de San Diego, se ha realizado en varios momentos, incluso en la primera década del presente siglo.  A su vez, San Diego, recibe agua del propio río Colorado, como desde una zona tan lejana como el río Sacramento,  como parte del California Water Plan, implementado desde la década de 1950. Dicho de otra manera, estas ciudades, se han abastecido desde hace varias décadas de zonas  muy alejadas entre el sitio donde se produce el agua a donde se consume. 

Es común que se afirme que las guerras del futuro serán por el agua. En  nuestro caso, planteamos que se trata de una condición  que se debe de pensar  en una forma de relación entre México y Estados Unidos, donde  la falta de agua es la constante y la cooperación  y el conflicto son permanentes en función de la obtención del vital líquido. 

La reciente declaración de extrema sequía, está en función de  obtener recursos para implementar programas de racionalización en varias formas.  Sin duda es de celebrarse. Sin embargo, esa falta de fuentes de agua, es una condición que bien puede ubicarse  en cualquier momento desde hace cinco décadas. Una ciudad como la nuestra, requiere de programas permanentes y de visión a largo plazo. San Diego y Los Ángeles, han iniciado desde hace medio siglo  en ello. Es por mucho, una problemática que involucra los intereses de todos. 

Por ello dejo esta afirmación para su reflexión: el agua que usted uso hoy,  viajó de Wyoming y Colorado en su mayor parte. Fue utilizada en alrededor de 22 ocasiones, desde producción de energía eléctrica hasta  en  ciudades de Estados Unidos. Fue tratada y regresada  y posteriormente, ya en territorio mexicano, traslada  a su casa. ¿Sera un tema importante? 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

* Marco Antonio Samaniego López.  Doctor en historia por el Colegio de México. Su tesis doctoral, Los ríos internacionales entre México y Estados Unidos, fue galardonada como la mejor tesis en el año 2004 por la Academia Mexicana de Ciencias.