Paternalismo, un arma de dos filos
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Paternalismo, un arma de dos filos

TIJUANA, BC - domingo 18 de diciembre de 2011 - Francisco Ruiz, RuHe.
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PAN Y CIRCO
Por: Francisco Ruiz, RuHe


En estos tiempos electorales me es fácil recordar aquellas viejas estrategias electoreras, utilizadas por los partidos políticos en forma de “gratificación” por el apoyo que el electorado habrá de confiarle al momento de emitir su voto.

Un refresco y una torta acompañados por la gorra y camiseta oficiales del candidato o del partido “sugerido” se volvieron el común de nominador entre los aspirantes a un cargo de elección popular; tan usual es esta práctica que se transformó en una tradición, tanto para los candidatos, como para el electorado.

Los denominados “acarreados”, no son más que convenientes ciudadanos que “prestan sus servicios” para servir como animadores dentro de las campañas, además de rellenar espacios y “hacer bola”. Son ellos en definitiva un secreto a voces, lo que es importante conocer es que tan alto es su alcance.

Sin embargo, aunque me manifiesto completamente en contra, se que son una costumbre muy arraigada y bien aceptada entre la sociedad, criticados por muchos, defendidos por otros, y recurridos por todos. Evidentemente este “fenómeno” no apareció de la nada, surge como necesidad de los partidos por establecer un canal de acercamiento con el pueblo, quien vulnerable y huraño escucha las recomendaciones de su igual para acercarse a su candidato y luego ser convencido.

Ahora bien, en nuestro país hemos decidido aprovechar las oportunidades que se nos presentan, sean breves o extensas, y es por eso que muchas personas esperan con ansia el tiempo de campaña, para por lo menos en esa época recibir su “Navidad” adelantada.

En mi particular punto de vista, esto es una clara muestra de que mas allá de los periodos electorales y medidas electoreras, la sociedad mexicana está deseosa de aprovechar aquella oportunidad que le represente un respiro a la agobiante situación en que vive, es por eso que estoy convencido que la aplicación de programas de asistencia social es eminentemente necesaria.

Antes de que comiencen a pensar en la palabra “populismo”, quiero dejar en claro que esta necesidad no refiere a meros obsequios y dadivas, sino a una asistencia eficiente y efectiva que se refleje como una inversión para educar y formar al pueblo.

Dicen que “las palabras convencen, el ejemplo arrastra”, es por eso que me permito compartirles esta reflexión; tomando como punto de partida la polémica “guerra” contra el crimen organizado, en mi sentido de lógica la violencia que es combatida con violencia, tan solo genera el doble de violencia, es como elevarla al cuadrado. Si bien es cierto que se requiere de una estrategia de combate, también se requiere de un plan a mediano y largo plazo, uno denominado PREVENCION, el cual por cierto ha sido descuidado gravemente.

Bien señala Antonio Mazzitelli, representante regional de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, que la legalización de las drogas no resuelve el problema del consumo ni la disminución de la violencia, es por eso que hace tiempo se creó algo que se llama educación. Soy un convencido de que la concientización sobre las consecuencias negativas, aunadas a la adopción de principios y valores morales en la formación de nuestra sociedad, contribuye y enaltece la civilidad de los humanos.

Es bien sabido por quienes me conocen, mi amor por los dichos, frases y refranes populares, y como me caracteriza mi constante uso, les comparto otro que reza “Es mejor enseñar a pescar que dar el pescado”, ese es el secreto que nuestro tan demeritado gobierno no ha aprendido.

¿A quién le dan pan que llore? ¿A nadie! Mi conclusión sobre esto es simple y sencilla, el paternalismo como medida político-electoral da maravillosos resultados para escasos intereses, sin embargo se convierte en un lastre con el cual cargamos día a día, gracias a la comodidad y conformismo de quienes así deciden adoptarlo.

Este lastre llamado paternalismo, ocasiona grandes erogaciones para las arcas del Estado, erogaciones que NO son responsabilidad del mismo, pero que se han convertido en un altísimo pago ante el incumplimiento del resto de sus deberes. Resulta pues un circulo vicioso, que depende de nosotros si nos atrevemos a romperlo.

Incentivar a nuestra comunidad por alcanzar un estado de bienestar y desarrollo no es pecado, sino tan solo es otra muestra de lo que yo llamo PAN Y CIRCO; evolucionar es el reto, pero esa responsabilidad no reside tan solo en un villano al que hemos puesto por nombre “gobierno”, sino que se comparte con aquel que todos los días vemos en el espejo. El paternalismo es pues un pecado compartido.

[email protected]
@FcoRuHe (Twitter)

* Francisco Jesús Ruiz Hernández (“RuHe”), es licenciado en Comercio Exterior y Aduanas, con mención honorífica, por el Tecnológico de Baja California, campus Tijuana, en el periodo comprendido entre el mes de agosto de 2005 a junio de 2009; actualmente radica y labora en la ciudad de Houston, Texas, Estados Unidos de América.

Nota Importante: las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.

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