El México "próspero que no se mueve"
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El México "próspero que no se mueve"

MEXICO DF - miércoles 2 de septiembre de 2015 - La Silla Rota.
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Columnista: La Silla Rota
Por: JORGE VILLALOBOS SEAÑEZ

MÉXICO DF 2 DE SEPTIEMBRE DE 2015 (La Silla Rota).- “El mejor momento para evaluar un gobierno, según dice el presidente Peña en sus spots que inundan las redes sociales y los medios, es justo a la mitad del sexenio”. Por eso, más allá del bajísimo nivel de aprobación -sólo 34%- respecto de su trabajo como presidente, es necesario reflexionar sobre la gestión económica de los últimos tres años.

En este sentido, atendiendo los datos del Índice de Confianza del Consumidor[1] publicados por el INEGI, al inicio de la gestión actual la población tenía la percepción de que la situación económica del país estaba mejor que un año antes y que, incluso, mejoraría dentro de los doce meses siguientes.

Al llegar a la mitad del sexenio y ante el panorama económico actual, la percepción de confianza del consumidor mexicano se ha ido desplomando, y hoy se ubica en los puntos históricos más bajos.


Los consumidores no son los únicos que reprueban el desempeño económico del actual gobierno, ya que el Índice de Confianza Empresarial[2] del INEGI muestra que en el sector manufacturero, de construcción y comercio, la percepción económica que se tiene es preocupante y también va cayendo, a medida que el gobierno muestra su incapacidad para corregir y tomar decisiones adecuadas en materia de política económica.


Además de la mala “percepción” o “grado de confianza” en el gobierno, los datos duros nos hacen ver una realidad totalmente alejada de la narrativa triunfalista de los discursos y spots presidenciales. Por ejemplo, en la página web de la Presidencia de la República,[3] bajo el slogan “Moviendo a México”, se afirma que vivimos en un “México Próspero” en el cual –gracias a las reformas energética y en telecom– se ha recibido inversión por más de 82 mil millones de dólares, y se han creado más de un millón 400 mil empleos formales.

Lo que el Gobierno federal no dice en sus spots es que, de entre todos estos nuevos empleos, la evidencia estadística demuestra que ha disminuido el número de trabajadores con percepciones bien remuneradas; esto significa que en México no hay suficientes empleos de alto valor agregado con salarios bien remunerados.

Los más golpeados en este sentido son los jóvenes: De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE)[4], de los 14.5 millones de jóvenes –entre 15 y 29 años– que se encuentran ocupados en el mercado laboral, sólo 3.5% de ellos cuentan con un trabajo que les pague más de cinco salarios mínimos, o 10 mil 515 pesos mensuales.

Los empleos que sí han aumentado para los jóvenes –esos que engrosan las estadísticas oficiales y sirven para la narrativa triunfalista de los spots– son los que van de uno y hasta tres salarios mínimos (entre 2 mil y 6 mil 300 mensuales).


Estas estadísticas demuestran una situación alarmante y desalentadora para nuestros jóvenes, pues significa que contar con estudios de nivel superior no garantiza tener un trabajo bien remunerado, lo cual orilla, en el mejor de los casos, a muchos jóvenes a incorporarse a la informalidad o, en el peor escenario, a las filas del crimen organizado.

Como si tener más empleos pero mal pagados no fuera suficiente, es necesario preguntarse: ¿Qué ha sucedido con el salario durante la gestión del presidente Peña?

Según el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza[5], elaborado por CONEVAL, al finalizar el segundo trimestre de 2015, el ingreso laboral per cápita[6] nominal es de 1 mil 947.24 pesos con una tendencia a la alza desde el cuarto trimestre de 2012 y hasta el segundo trimestre de 2015.

Sin embargo, si consideramos la evolución de la inflación en ese mismo periodo para evaluar el poder adquisitivo real de ese ingreso laboral per cápita, existe una diferencia negativa de 16.24%, ubicándose en 1 mil 630.96 pesos mensuales.

Si a este dato agregamos la consideración de los precios de la canasta básica alimentaria por persona al mes -la línea de bienestar mínimo[7]- el ingreso laboral per cápita baja a 1 mil 509.82 pesos mensuales.

Ante este escenario -empleos de baja calidad y salarios de bajo poder adquisitivo- es evidente que el mercado interno se encuentre deprimido y no logre ser el motor del crecimiento económico que requiere el país; prueba de ello es el comportamiento que ha mostrado el consumo privado frente al consumo público.

En la gráfica se muestra que conforme transcurrió la primera mitad del sexenio decreció el consumo privado y fue aumentando el del gobierno; es decir, mientras que los ciudadanos “se apretaron el cinturón” y dejaron de gastar, el gobierno de Peña –patrocinado por los incrementos en el ISR empresarial[8] y personal[9], en el IVA[10] y el IEPS[11]– incrementó sustancialmente su gasto sin que ello se viera reflejado en un crecimiento económico. La razón: En la primera mitad de la administración de Peña el consumo gubernamental se ha centrado en el gasto corriente[12] y no en el gasto de capital.[13]

Esta distorsión en el gasto es reconocida por la propia SHCP en el “Informe sobre la situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública” correspondiente al segundo trimestre de 2015,[14] al registrarse que a lo largo del periodo enero-diciembre de 2013 y 2014, la administración de Peña fue incrementando el gasto corriente hasta llegar a sus puntos más altos en diciembre de 2013, diciembre de 2014 y febrero de 2015; por el contrario, el gasto de capital que se traduce en inversión pública no representa ni siquiera el 20% del gasto corriente efectuado en esos periodos: En diciembre de 2013 fue de 19.65%; en diciembre de 2014, bajó a 17.44% y en febrero de 2015 otra vez cayó la proporción a 15.72 por ciento.

Con estos datos sobre un gasto mal ejecutado, no asombra que las expectativas de crecimiento económico hayan sido recortadas una y otra vez desde que Peña asumió el gobierno, tal y como fue señalado en nuestra anterior colaboración:[15] En noviembre de 2014 la SHCP preveía una proyección de crecimiento del PIB de 3.7%, pronóstico que la OCDE colocó en un máximo de 3.9% en enero de 2015, para que actualmente se estime en 2.4% por el Fondo Monetario Internacional y en 2.1% por el Banco de México.

El desplome en las expectativas de crecimiento económico demuestra que las instituciones mexicanas cayeron en un optimismo “ingenuo” al formular proyecciones alejadas de la realidad; este optimismo alejado de la realidad, para mala fortuna de los mexicanos, se repite en otros aspectos económicos, como en la reciente declaración presidencial respecto que la depreciación del peso frente al dólar “le da a nuestro país condiciones de mayor competitividad, lo hace más atractivo y atrae mayor turismo”.

Los datos duros disponibles, para mala fortuna de Peña, revelan una realidad muy distinta a lo declarado por el presidente: La tendencia alcista del tipo de cambio del dólar FIX que sirve para liquidar obligaciones en moneda extranjera, debe analizarse a la luz de la balanza comercial -es decir, del total de importaciones y exportaciones de nuestro país- para poder asegurar que la depreciación de la moneda mexicana efectivamente da mayores condiciones de competitividad a nuestro país, al menos incrementando las exportaciones.

Como se podrá observar, a partir del primer trimestre de 2015 (justo cuando se aceleró la alza en el tipo de cambio) la balanza comercial muestra un saldo negativo con tendencia a empeorar, pues mientras en el primer trimestre las exportaciones habían caído y las importaciones se mantenían en su nivel histórico más bajo, al finalizar el segundo trimestre de 2015 se registra una caída en ambos indicadores, sobretodo en las exportaciones.

En resumen: La declaración optimista de Peña es falsa, puesto que los datos disponibles no reflejan una detonación del comercio exterior de extranjeros que requieran bienes y servicios mexicanos sino que, por el contrario, las exportaciones se han desplomado.

“Tenemos claro lo que está funcionando y tiempo para cambiar lo que debemos corregir”, dice Peña en sus spots; sin embargo, falta escuchar cuál será la estrategia económica para recuperar la confianza empresarial, atraer inversiones, crear empleos bien remunerados, utilizar el gasto público para generar inversiones productivas y reactivar la economía nacional.

¿De verdad el gobierno federal es tan optimista para creer que “entrar con muchas ganas y más fuerza” a la segunda mitad de su mandato será suficiente para, ahora sí, mover a México a la prosperidad?

 @JVillalobosS

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