Palco de Prensa
Por : Gilberto LAVENANT
A 30 días de los comicios intermedios del próximo 7 de Junio, o sea, cuando ya transcurrió el 50% del período de campaña, los directivos de los partidos políticos discuten por los posibles resultados y anticipan presuntos triunfos.
¿Pero, quien va a ganar ?
La verdad, por cuanto hace a los partidos políticos y sus correspondientes candidatos, todo indica que es una contienda pactada, en la que previamente las dos fuerzas principales, priístas y panistas, se repartirán las posiciones.
¿Pero, realmente, quien va a ganar?
Por lo que respecta a los diversos candidatos, casi están tablas. Nadie puede cantar victoria, anticipadamente.
Lo único cierto, indudablemente, es que los grandes perdedores de esta contienda electoral, lo serán los propios electores.
Porque ninguno de los candidatos garantiza un posible cambio. Ninguno.
Es casi seguro, que quienes resulten electos, atuarán igual, o peor, que los diputados federales actualmente en funciones. Actuarán por consigna y atendiendo los intereses de sus respectivos partidos.
En campaña, como suele ocurrir, aseguran o prometen, que serán diferentes. Que nunca votarán en contra de los intereses de sus representados. Como dicen por ahí : “de lengua, me como un taco”.
Ciertamente, a varios de los candidatos, se les percibe sinceros. Como muchos otros en el pasado. Lamentablemente, cuando ya recibieron el voto, se transforman y hacen lo que prometieron que no harían.
La esperanza de cambio, resulta efímera. Dura días, semanas o meses. En menos tiempos de lo que se imaginaron, los electores comprueban que sus nuevos representados, no los representan. Que son iguales que los que se fueron.
Habrá algunos, que realmente hayan sido sinceros y que estén dispuestos a cumplir sus promesas. Pero, como dicen, “una golondrina, no hace primvera”.
En el caso de los que fueron postulados por los tres principales partidos, PRI, PAN y PRD, ni de chiste esperar, que actúen de manera distinta a las consignas partidistas. Que sean capaces de “brincarse las trancas” y respondan en atención a los intereses y reclamos de sus representados. Ni de chiste.
Tratándose de los ciudadanos, disfrazados de políticos, ojalá que la política no los transforme. Aunque no se puede esperar mucho de ellos. Son 500 diputados federales, los que integran la llamada Cámara baja. 300 llegan en elección directa y 200 por la vía plurinominal.
Los novatos de la política, se aterrorizarán, cuando tengan que conforntarse con políticos mañosos, que han pasado toda su vida en las cámaras legislativas. Aquellos que conocen no solamente las prácticas legislativas, sino los métodos y fórmulas de negociación. Se los “van a comer vivos”. Para ellos, será como meterse a la jungla.
Al final de cuentas, las cosas seguirán exactamente iguales como hasta ahora. México seguirá siendo un país de injusticias, de desiquilibrios sociales, de impunidad y corrupción. A expensas de la partidocracia.
Y esto no es pesimismo, sino una triste realidad. Está tan diseminada la corrupción, que equivale a un cáncer terminal. Un mal incurable, que terminará con lo poco de libertades que tienen los mexicanos. Con los presuntos derechos.
Hay quienes advierten, que ya ven agotada la vía electoral, para la elección o renovación de gobernantes. Pero nadie se atreve a sugerir posibles opciones, para ello, que no propicien o alienten el surgimiento de dictaduras.
Los comicios del 7 de junio próximo, darán la medida de la realidad nacional. Fijarán el tamaño de la democracia mexicana. Una democracia, que reclama derechos, pero que se niega a cumplir responsabilidades.
Una de esas responsabilidades básicas, fundamentales, es acudir a las urnas, a emitir su voto a favor de cualesquiera de los candidatos contendientes. Al menos por el que les parezca el menos peor.
Y en ese cumplir de responsabilidades, validar su derecho para exigir, que acabe la corrupción, que termine la impunidad. Las únicas medidas que podrían mejorar las condiciones de gobierno. Que podrían llevar a tener gobiernos honestos y responsables. Al menos no tan deshonestos y cínicos como muchos de los actuales.
Que la esperanza muera al último. A votar una vez más, para tener el derecho de exigir.
