Palco de Prensa
Por : Gilberto LAVENANT
Algo sumamente común, para los políticos, es que cuando se les presenta un problema, o los existentes de agravan, hacen crisis, recurren a soluciones mediáticas. Declaran que no pasa nada, que todo está solucionado, que son mera exageraciones, aunque la realidad sea todo lo contrario.
Ahí está el caso de los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín. Después de años de explotación laboral, bajo condiciones de esclavitud, incluyendo mujeres y niños, ellas además acoso sexual, deciden salir a la calle a protestar y reclamar respeto a sus derechos, un trato digno y mejoría en las condiciones laborales.
Esto hubiese pasado desapercibido, y persistiría la explotación, de no ser porque decidieron bloquear la circulación por la Carretera Transpeninsular, en al menos 5 puntos, la madrugada del martes 17 de marzo. Lo más delicado de esto, es que hubo saqueos de comercios y quema de llantas.
La situación, cuentan, fue dantesca. De inmediato la equipararon con escenarios de hechos violentos en Guerrero, Michoacán, Oaxaca y puntos intermedios.
Sin embargo, aunque precoupados por lo que estaba sucediendo en San Quintín, las autoridades estatales intervinieron, no precisamente para investigar, conocer y evaluar las causas de los reclamos, sino para someterlos con la fuerza pública, tratando de evitar que el estallido social les afectara y para minimizar los hechos.
Elementos de todo tipo de corporaciones se hicieron presentes en la zona y detuvieron a más de 200 jornaleros: Acusados de ataques a las vías generales de comunicación, los presentaron ante la Pcoruraduría General de la República. La intención era intimidarlos.
En lugar de reconocer la explotación inhumana de los jornaleros agrícolas, al menos en 12 ranchos, uno de ellos, Valladolid y Aragonés, propiedad de los principales colaboradores de Kiko, Manuel,Valladolid, irónicamente Secretariode Fomento Agropecuario, y otro, Santa María de Los Pinos, de Antonio Rodríguez, quien ocupó dicho cargo en la administración de Osuna Millán, se ha dedicado a delarar que todo está bien en San Quintín, que las protestas se deben a que están involucrados agitadores profesionales.
Los propietarios de los ranchos se escandalizan, porque los jornaleros les reclaman que les paguen 300 pesos diarios. Lo que no dicen, es que la jornada diaria es de 10 a 15 horas de trabajo. Kiko Vega, en claro apoyo a los agricultores, pero no a los jornaleros, dice : “En mi opinión personal, ¿qué quisiera yo?, 300, hasta 400 pesos, pero lo que fuera posible y necesartio, para que estas personas tuvieran un mejor nivel de vida. Eso es lo que queremos, pero nos tenemos que ajustar a la realidad”.
Nubia Mayorga, presidenta de la Comisión Nacional para el desarrollo de los Pueblos Indigenas, dijo en días pasados, que el conflicto que se vive en San Quintín, fue el detonante para recordar que estamos en el 2015 y todavía existen tratos inhumanos en México.
Hizo hincapié, en que en Baja California existen unos 40 mil jornaleros agrícolas –hay quienes dicen que rebasan los 80 mil- que laboran en unos 60 ranchos, los cuales son de origen mixteco, chiapaneco, triqui y zapoteco, que en su mayoría solamente hablan su lengua materna.
Conocedores del tema, afirman que el trato inhumano que reciben los jornaleros agrícolas, en el Valle de San Quintín, así como en otras partes de México, data de unos 40 años.
El conflicto de San Quintín estalló, cuando trascendió que la Secretaría del Trabajo federal, rescató en Comondú, Baja California Sur, a 200 indigenas tarahumaras, quienes recibían tan solo 200 pesos por semana, como un préstamo, con la promesa de que al concluir su contrato recibirían el total del salario prometido.
Dos días después de que se conoció esa información, los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín, decidieron hacer públicas las condiciones de esclavitud en las que vivían y para ello bloquearon la circulación por la Carretera Transpeninsular, lo que sacó de su letargo a los funcionarios de los tres niveles de gobierno en la entidad.
Pero esto, no es nuevo, ni se trata de un invento. Los jornaleros agrícolas son traídos desde sus lugares de origen, para levantar la cosecha. El traslado lo hacen en vehículos viejos e inseguros, cual si fuesen animales, o esclavos.
Cabe recordar que el sábado 2 de enero del 2010, se registró un trágico accidente en La Rumorosa. Un viejo autobús que transportaba trabajadores agrícolas mixtecos, que laboraban en el Rancho El Papalote, en San Quintín, y los trasladaba a Villa de Juárez, del municipio de Culiacán, Sinaloa, cayó a un desfiladero de 200 metros de profundidad.
El saldo, fue dramático : 14 personas muertas, entre ellas un recién nacido, y 21 heridos. Al vehículo le fallaron los frenos y nadie se responsabilizó del accidente.
En septiembre de ese mismo año, se registró otro accidente similar, aunque de menores dimensiones en cuanto a pérdidas humanas. Un camión que transportaba jornaleros agrícolas de la empresa agrícola Vicente Camalú, se volteó a la altura de Punta Colonet. Una persona falleció y 10 resultaron heridos.
Así es que, como dicen los merolicos, que no les digan, que no les cuenten, es mentira que San Quintín sea un paraíso para los trabajadores agrícolas. La explotación de los jornaleros, es una lacerante realidad. No es invento de nadie. Kiko Vega la pretende “solucionar” de manera mediática, a base de mentiras. Bueno, él siempre ha vivido en “Kikolandia”.
