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Final alternativo

TIJUANA, BC - jueves 29 de enero de 2015 - AFN.
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Apuntes Perdidos
Por: Marco Antonio Domínguez Niebla

En la ciudad había un ex campeón mundial. Corrijo: había dos. Pero uno es el que nos ocupa en esta ocasión. Les hablo de aquel que fue retirado después de una derrota hace poco menos de año y medio. Un chico apodado El Torito (como el del cuento de Cortázar o como el boxeador encarnado por De Niro en Raging Bull) llegó en calidad de retador número doce dentro del escalafón y se fue como campeón nacional, no sin antes pasar a la posteridad como el hombre que puso punto final a la carrera del ex campeón mundial en su propia casa. 

Pero no nos adelantemos. Vayamos a lo que pasó esa noche de septiembre. Y lo que pasó fue una pelea a modo de monólogo, sin oposición. Uno asimilando castigo, frágil e inerte, y el otro aplicándolo a placer. Apenas días antes, el ex campeón mundial, como solía suceder antes de cada una de sus peleas, sufrió para cumplir frente a la báscula. Cuentan testigos que el ex campeón mundial aún estaba kilo y medio por encima del límite de la categoría pluma momentos antes de la ceremonia de pesaje. 

Como consecuencia, el sacrificio se reflejó en la estampa del ex campeón mundial que estaba por defender su campeonato nacional, sin imaginar que esa sería su última pelea. Después de ser golpeado una y otra vez durante diez rounds y medio, las piernas del ex campeón mundial cedieron hasta caer de hinojos, cansado y abatido, como cansados y abatidos caen quienes han dado todo lo que tenían que dar sobre el entarimado. La afición al boxeo de la ciudad quedó conmocionada. Uno de sus dos ex campeones mundiales (el más carismático y querido, por cierto) hospitalizado con un par de coágulos alojados en el cerebro producto de las embestidas del Torito. 

Para su fortuna, el ex campeón mundial salvó la vida gracias a un cirujano preciso y profesional, y además se recuperó en tiempo récord. El final de este relato tendría que ser fiel a lo que en realidad sucede a un año y cuatro meses de ese hecho. Pero en el periodismo hay géneros. Y entre los géneros se encuentra la columna. Y en esta columna (que como todas las columnas es de su autor y por lo mismo el autor tiene las licencias para jugar al filo de la realidad y la ficción), el desenlace lo decido yo. Entonces, hecha la aclaración, retomemos. 

Sucedió, de acuerdo a este final alternativo, que en vez de acusar su rival de tramposo, el ex campeón mundial lo reconoció por haber sido superior a él en cada uno de los instantes que ambos estuvieron encima de ese cuadrilátero. Y cuando logró su anhelo de ser comisionado de boxeo de la ciudad, en vez de proferir comentarios rencorosos y descalificadores, se dedicó a elogiar las virtudes del chico que ni siquiera se encontraba entre los diez primeros clasificados cuando lo depositó en una camilla recién sentenciado el nocaut tras once rounds. 

Y en vez de insistir en borrar el pasado disparando advertencias, el ex campeón mundial respetó el trabajo de medios de comunicación y promotores que citaban el antecedente aquel, cuando El Torito se lo llevó por delante como sucede con los toreros alcanzados por la embestida que antecede al corte de coleta. Y, ya sin las pesadas cargas que trae consigo un pasado de gloria efímera y fugaz, en vez de aferrarse a ser lo que fue anunciado regresos temerarios y suicidas, el ex campeón mundial, por fin, aceptó lo que era.

Consíguete una chica. El piloto es una estrella. Literal. Los chicos corren detrás de él en busca del autógrafo. Y las mujeres hacen fila para fotografiarse con ese hombre que controla con destreza a los llamados “Monstruos del Desierto” en cada carrera fuera de camino. Pero el piloto, que es una estrella del Off Road, y que como toda estrella del Off Road requiere de fiesta y diversión antes de montarse en su “Trophy Truck” a desafiar tantas millas entre la incertidumbre que produce la combinación de velocidad y una ruta invadida de obstáculos, asiste a un festejo en honor de él y de los colegas que competirán horas más tarde. 

Y cuando el piloto disfruta del convivio, relajado y sereno, como corresponde a una estrella del Off Road, se acerca un tipo grande, voluminoso, de entradas pronunciadas, treintón pero con facha de chiquillo avejentado y sobrealimentado, de cuyo cuello cuelga un gafete de prensa. Un fan acreditado que, preocupado, lo cuestiona en un inglés hiriente para los oídos de quienes presencian la escena sobre su pronóstico de la carrera que está por emprender “en pos de otro triunfo” (entre otras frases cursis incluidas dentro del monólogo, antes de ser interrumpido). 

Entonces el piloto, con el garbo de las estrellas del off road, como adivinando a simple vista las desventuras de su interlocutor, inexperto en asuntos amatorios, responde y recomienda: “Amigo, relájate, diviértete, no todo es Off Road, consíguete una chica”. El piloto, además de ser una estrella del Off Road, es un hombre sabio, perspicaz.

Cinéfilos. Entre tantas pasiones personales, hay dos bien perfiladas en mi escala de prioridades: Cine y futbol. O futbol y cine. El orden no importa. Este preámbulo sirve para contarles el caso de los profes. Ambos saben de futbol. No se necesita hablar demasiado con ellos para detectarlo. Aún más cuando uno ve al equipo que dirigen. Ya por eso me caían bien. Pero cada vez que los encuentro camino al cine, me caen aún mejor. Durante la semana visitaré el campo de entrenamiento de los Tiburones Blancos. A ver cuál tocó esta semana y si la recomiendan los profes Omar y Dudu.

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