Columnista de la SillaRota: EDUARDO HIGUERA

Es un lugar común el repasar los eventos del año que termina durante sus últimas semanas, así como iniciar los propósitos del año que se avecina, siempre esperando mejores cosas y épocas. Pero para un servidor estas últimas jornadas me llevan a buscar y repasar los cabos sueltos y situaciones inconclusas, los casos “cerrados” por los medios pero que en realidad no están, ni de lejos, finalizados. Y muchas veces nos llevan a preguntas que son incómodas para algunos sectores.

En este espacio hablamos mayormente de cine, así que daremos un pequeño paseo por el caso sin final del cine mexicano del 2014. Y este es el ascenso, gloria y desaparición (mediática) del primer director mexicano en lograr obtener un premio de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de los Estados Unidos, o sea un Oscar.

Ya nos ocupábamos del tema de Cuarón y Gravity desde enero, con un marcado escepticismo sobre los efectos que la oleada de nominaciones y premios que se habían obtenido hasta ese momento (Golden Globes, Bafta´s, Critic´s Choice Awards), se sumaban en lo que parecía una inevitable carrera de triunfo rumbo a la noche de los Oscares, en Estados Unidos.

En marzo, y tras el triunfo indiscutible de Alfonso, el Chivo Lubezki y Gravity en la alfombra roja de Hollywood volví a retomar preguntándome que tan benéfico era para el  conjunto de cine mexicano este triunfo tan espectacular, ¿cambiaría en algo la situación de la industria del cine en nuestro país?, ¿se lograría un boom de reconocimiento, apoyos y nuevas creaciones con las estatuillas doradas como punta de lanza?

Hoy, a finales de este muy movido y accidentado año, se une a estas interrogantes otras: ¿dónde está Cuarón?, ¿por qué nadie en los medios ha mencionado sus visitas a nuestro país?, ¿por qué no se le han hecho reconocimientos especiales o al menos no se han difundido adecuadamente?, ¿cuáles son los próximos proyectos de este Academy Award Winner Director?

Por desgracia, al parecer lo que comenté en mi columna de marzo “Entre la Fuga y el Triunfo” se ha cumplido con creces. Entonces escribí (y perdonen la autorreferencia de la cita): “Esta situación obliga a los creativos ambiciosos e innovadores de nuestro cine a embarcarse en un periplo de migración, buscando mejores terrenos para crecer y transformándolos en una especie de lancheros del cine nacional, que en lugar de huir del régimen político al espejismo del sueño americano huyen de la cerrazón y la falta de recursos a buscar el sueño de la pantalla de plata en otros estudios e industrias”.

Si recordamos que poco más de un mes después de haberse convertido en el primer director nacional en levantarse con el triunfo de ser el mejor del año en su gremio para la industria del cine estadounidense, el barullo mediático a su alrededor se convirtió en un silencio casi absoluto sobre el trabajo, posiciones y proyectos futuros de Cuarón, podemos sospechar que la cerrazón de los medios inició la confirmación de aquella reflexión de su servidor.
En el colmo de los colmos, ya nadie siquiera se acuerda del furor en redes que una pregunta estúpida de un “periodista” donde le cuestionaban al director en plena rueda de prensa las dificultades técnicas y humanas de grabar en el espacio exterior.

Pero, ¿por qué desapareció Cuarón? En este caso no creo que aplique el típico dicho de la cubeta de cangrejos mexicanos que se jalan hacia el fondo unos a otros o que como otros mexicanos exitosos, Salma es el ejemplo perfecto, se le haya subido a la cabeza el triunfo y se haya vuelto un divo insoportable, imposible de traer al país o de entrevistarlo.

Y cómo dije al principio, me gusta unir cabos y hacer preguntas. Así que empecemos.

Quizá el origen de esta desaparición de los espacios informativos fue el decálogo de preguntas que el director difundió con motivo de la reforma energética, quizá los medios se cansaron del panegírico de un cineasta consumado y prefirieron seguir elogiando a las magníficas producciones telenovelescas que se hacen en las televisoras mexicanas, o quizá el director decidió hacer un silencio absoluto y retirarse de los medios justo en la cúspide de su triunfo, muy al estilo de la Bardot o Leonard Cohen hace unos años.

Pero en realidad por ahí no va mi pregunta central, porque esas preguntas tienen respuestas sencillas y a mí me gusta encontrar la cuadratura de los círculos. Mi duda es qué pasó en la comunidad cinematográfica mexicana radicada en este país y el extranjero. ¿Por qué dejaron solo a Alfonso y apoyaron de forma tácita el manto de silencio que sobre él cayó hace meses?

Tal vez estoy mal informado, pero no recuerdo ni un solo pronunciamiento de los gremios organizados de actores, directores, del IMICINE, La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas u otras organizaciones relacionadas con la pantalla grande de nuestro país.

Y eso es lo que me atormenta. El poder siempre se comportará como poder, sin importar el tiempo y lugar que hablemos, por desagradable que eso parezca. Pero la solidaridad gremial, humana y profesional es algo que debería existir en mayor medida durante tiempos tan turbulentos como los que nos han tocado.

Y por eso lamento que lo que escribí antes se cumpliera. Al parecer estamos ante un caso de cerrazón mediática y falta de recursos de sus pares para impedir este aislamiento, lo que dará como resultado que el trabajo del primer ganador mexicano de mejor director se vuelva “una especie de lanchero” y se quede en Estados Unidos.

Así que esta reflexión sobre los casos inconclusos del año me lleva a preguntarme… ¿fue un olvido o una precaución timorata?

Cualquier dato que me pueda hacer cambiar esta posición lo agradeceré por medio del mail o a mi twitter, ¡feliz navidad a todos!
 
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@HigueraB