Columnista de LaSillRota: JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN
1.- Uno de los aspectos característicos de las sociedades y gobiernos en crisis es el de los contrapuntos, el de las visiones opuestas o contradictorias o incluso ante unos o más temas delicados, graves.
2.- Esto es lo que sucede ahora cuando se revisan las posturas de las principales entidades cuya misión es la de garantizar la seguridad interior de la nación y su viabilidad como tal.
3.- Sin dejar de lado la torpeza con la que el presidente Enrique Peña Nieto y sus colaboradores han manejado cada uno de los tramos de la actual crisis de seguridad (o inseguridad) que vive el país, existen otros escenarios que podrían explicar en buena medida la presencia de pseudo anarquistas, de reventadores encapuchados, de incendiarios empeñados en atacar instituciones clave como la UNAM para atraer la atención foránea y desencadenar la represión gubernamental, bajo el argumento del restablecimiento del orden.
4.- Las elecciones federales del 2015, la posibilidad de aprovecharlas para debilitar a un gobierno que dejó crecer más la inseguridad y con ello los espacios de impunidad y corrupción a gran escala, aparecen como explicaciones lógicas y muy a la mano para los tan traídos y llevados gabinetes de inteligencias civil y militar de México.
A estos grandes escenarios habría que sumar la guerra histórica que permea desde hace décadas a las izquierdas de este país, atomizadas, radicalizadas y extraviadas en sus proyectos de nación.
5.- Así es como perciben los analistas de la Sedena, de Marina y de la CNS el actual estado de cosas y sus posibles desenlaces en el corto y mediano plazos.
Estos personajes, con un elevado conocimiento de los entretelones de la seguridad y sus conexiones con la mecánica detrás de la toma de decisiones en la materia, responden a una pregunta clave: ¿Se salieron las cosas de control? ¿Estamos al borde del caos?
6.- Las respuestas son tan sólidas y directas como variadas y preocupantes.
Para los primeros, vivimos un caos que no tiene fin porque éste se extiende hacia el interior de las propias instituciones encargadas de defender al país.
El caos es provocado por grupos desestabilizadores creados o tolerados por personajes radicales de una izquierda revanchista y decidida a reventar instituciones.
Este sector de la seguridad del país percibe la situación como no solo como una provocación a gran escala, sino también como un tema que va más allá de lo meramente policiaco.
Es precisamente el sector de la inteligencia militar de donde surgió la versión sobre la presencia de dos integrantes del EPR y dos del ERPI en Los Pinos, mezclados entre el grupo de padres de familia de los desaparecidos normalistas de Ayotzinapa que se reunieron con Peña Nieto hace unas semanas.
7.- Los marinos muestran una visión similar, pero con matices especiales. Para ellos el tema del desorden en la capital del país no está necesariamente relacionado con lo que sucede en otros puntos del territorio nacional, como Guerrero, Michoacán, Jalisco, Tamaulipas o Veracruz, por citar solo algunos (el abanico del desastre en seguridad es mucho más amplio).
Consideran que lo que sucede en el Distrito Federal cae por completo en un esquema de seguridad local, que es y debe ser atendido correctamente por las autoridades del gobierno capitalino. Sin embargo, coinciden con los analistas militares en el origen de esta suerte de ofensiva izquierdista y ven detrás de los grupos de encapuchados a gente de Morena y de otros sectores resentidos y con cuentas por cobrarle al sistema.
8.- La coincidencia es por demás llamativa y preocupante, porque abre la puerta a probables y posibles contraofensivas dirigidas a contener o disolver grupos y partidos políticos.
Sin embargo, nuevos hechos violentos, como la torpe y escandalosa entrada de agentes ministeriales al campus de la UNAM para supuestamente indagar el robo de un teléfono celular, y que derivaron en disparos que hirieron a un estudiante y mataron a un perro, dan más pistas sobre los empeños para calentar hasta el límite a la capital del país.
9.- El descubrimiento de infiltrados en el movimiento que desde la UNAM apoya la causa para dar con los 43 normalistas desaparecidos, es un nuevo elemento a considerar.
En todo caso, la orden para militares, marinos y policías federales es la de no intervenir en los desmanes ocasionados por encapuchados, salvo que las autoridades estatales, municipales y locales -en el caso del Distrito Federal- lo soliciten para el restablecimiento del orden.
10.- La tentación autoritaria para acabar con las manifestaciones que no sólo exigen la aparición con vida de los normalistas, sino también la renuncia de Peña Nieto, está presente y muy viva.
Basta leer los discursos del general Cienfuegos para tener un panorama claro sobre la perspectiva gubernamental y darle seguimiento al errático manejo de la Presidencia de la República a un escenario que se complica más y lleva al límite a una administración sin mayor idea o recurso que la del manotazo en la mesa.
@JorgeMedellin95
