Columnista de la SillaRota: RICARDO ALEMÁN
Dice un clásico, de la política mexicana, que los gobernantes son forzados a dejar su cargo sólo por tres razones básicas: ¡Torpeza...! ¡Torpeza...! y ¡Torpeza...!
Por eso, no sólo es ridículo sino que parece un ardid engañabobos el argumento de que Ángel Aguirre renunció al cargo de gobernador sólo a causa de la tragedia de Iguala –de normalistas muertos y desaparecidos--, que tiene a Guerrero al borde del caos y al gobierno federal en su peor momento de imagen, confianza y credibilidad.
No, en realidad la crisis de Iguala fue la gota que derramó un vaso lleno de ineptitud, ineficacia y, sobre todo, de torpezas políticas en las que incurrieron todos los partidos de la llamada izquierda mexicana, además del PAN y, en especial, el gobierno federal. ¿Y por qué todos tienen una parte de la responsabilidad?
Porque la crisis política, social y de seguridad que vive Guerrero –igual que la crisis que se vive en Oaxaca, Michoacán y Tamaulipas, entre otras entidades--, tiene su origen en evidentes torpezas políticas, en torpezas electorales, torpezas económicas y sociales.
Es decir, que el señor Ángel Aguirre no se fue por lo que ocurrió en Iguala –que fue el resultado de la cadena de torpezas de las izquierdas--, sino por una larga cadena de errores, fallas, torpezas y necedades propias de una izquierda mexicana que se alejó de su ideario y que hoy no es más que la peor copia del viejo y del nuevo PRI.
Y es que si hacemos un elemental ejercicio de memoria, podremos comprobar que todo el espectro de las izquierdas –desde Bejarano hasta Los Chuchos, pasando por AMLO--, está podrido; que venden sus siglas al mejor postor; que convierten en candidatos a puestos de elección popular, lo mismo a criminales como Julio César Godoy, que a José Luis Abarca, o convierten en líderes del PRD a depredadores sociales como Leonel Cota o Martí Batres, sólo por citar a unos cuantos.
Y el mejor ejemplo de la sublimación del cinismo lo vimos el pasado domingo en el Zócalo, en donde el propietario de Morena convocó a un mitin para protestar por los crímenes de Iguala, cuando López Obrador fue el responsable directo de imponer al criminal José Luis Abarca como alcalde de Iguala; todo ello ante el rechazo de perredistas que luego fueron asesinados por el impuesto por AMLO. Y de todas esas torpezas criminales los dizque izquierdistas no dicen ni pio; guardan silencio cómplice.
Pero las torpezas que llevaron a Iguala y a Guerrero a la crisis que hoy es la mayor crisis de las izquierdas y del Estado mexicano todo, tienen tres momentos perfectamente identificados.
1.- La torpeza mayor la cometieron todas las izquierdas, cuando en 2011 decidieron regalarle la candidatura al gobierno de Guerrero al hasta entonces cuestionado priísta, Ángel Aguirre, quien había sido desechado por el PRI por sus negros antecedentes. Aún así, Los Chuchos, AMLO, Marcelo Ebrard, Dante Delgado y Alberto Anaya, además de Gustavo Madero respaldaron a Aguirre, quien de golpe y porrazo pasó del peor PRI a la peor izquierda.
2.- La torpeza de AMLO y de uno de sus leales, Lázaro Mazón, llevaron a López Obrador a comprar la idea de convertir a José Luis Abarca en alcalde de Iguala. ¿La razón..? Que Abarca dio mucho dinero a los afanes electoreros de AMLO. Así, contra toda lógica política y de las muchas evidencias de que Abarca era un jefe criminal, AMLO lo palomeó y lo convirtió el alcalde.
3.- En el gobierno federal sabían bien la crisis que se vivía en el estado de Guerrero y nadie la quiso ver. ¿Y por qué quisieron ver la crisis política, de inseguridad y criminal de Iguala y de Guerrero? La respuesta es aterradora; porque todas las instituciones se confiaron a causa de la amistad y el compadrazgo de Aguirre con Peña Nieto.
Por eso se debe tener claro que toda la clase política tiene culpa en la tragedia de Iguala. Al tiempo.
@RicardoAlemanMx
