Palco de Prensa
Serios apuros está pasando, un tijuanense, hasta hace poco considerado casi como orgullo de esta fronteriza ciudad, cuya actuación se ha puesto en tela de duda, al grado de que está en la cuerda floja.
Se trata de Raúl Plascencia Villanueva, nativo de Tijuana, licenciado en Derecho, egresado de la Facultad de Derecho de la UABC. Desde el 16 de noviembre del 2009, es el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. A un mes de concluir su gestión, le han llovido acusaciones. Hasta una solicitud de juicio político en su contra.
Las acusaciones en su contra, son múltiples y variadas.
En el periódico capitalino Milenio, este inicio de semana se publicaron diversas opiniones, tanto de periodistas como de personas relacionados con la defensa de los derechos humanos.
Pero si bien es cierto, se cuestiona la actuación del tijuanense, se hace referencia a la ineficiencia de la CNDH en la defensa de los derechos humanos de los mexicanos, al grado de que se indica que es necesario reinventarla.
Observan, que la CNDH cuenta con un aparato institucional ostentoso y el mayor presupuesto de toda la América Latina, para un organismo público de derechos humanos.
Sin embargo, se advierte que se trata de una institución que no da cuenta de la realidad que impera en el país, en torno a la vigencia de los derechos humanos. Por ejemplo, se subraya que no representa la voluntad de las víctimas de violaciones a los derechos humanos.
Pero se afirma que el ombudsman tiene culpa en las fallas de la CNDH. Tiene una práctica errónea, sobre la realidad nacional.
Por ejemplo, en el caso de la tortura, Plascencia afirma que se trata de una práctica a la baja, pero el relator especial de las Naciones Unidas, sobre este tema, quien visitó México en abril pasado, observó que México vive una enfermedad endémica, llamada tortura. Ante el contraste, cualquiera preguntaría: ¿En dónde vive el tijuanense?
Otros dos temas en los que se cuestiona al titular de la CNDH, lo son la figura del arraigo y la jurisdicción penal militar. Se observa que mientras 12 organismos internacionales, recomendaron a México que desapareciera la figura del arraigo del sistema jurídico mexicano, la CNDH guardó silencio.
Se hace hincapié en que el arraigo, significa torcer los principios del Derecho Penal democrático, pues se detiene para investigar y no se detiene como consecuencia de una investigación.
La CNDH tampoco se ha pronunciado, entre otras cosas, por la exhibición ante los medios de comunicación, de personas detenidas por las corporaciones federales, sin previo juicio.
En el tema de la jurisdicción penal militar, se acusa a la CNDH de ser cómplice de violaciones de los derechos humanos. Las denuncias ciudadanas por abusos de los militares, son remitidas al fuero castrense, en donde se garantiza la impunidad de los militares involucrados.
Para los observadores, es evidente la falta de vigor institucional, de un organismo que debiera ser una esperanza para las víctimas de violaciones a derechos humanos, en México.
En particular, se establece que se requiere de un perfil independiente y honesto, para cumplir con la función de un ombudsman, y hay quienes aseguran que Raúl Plascencia, carece de tales ingredientes.
Por lo tanto, se advierte que el saldo de la gestión del titular de la CNDH es catastrófico, pues prevalece una crisis de derechos humanos.
Y lo concretan, de la siguiente forma: una crisis manifiesta, en la inestimable cifra de desapariciones forzadas, de ejecuciones extrajudiciales, en la persistencia de la tortura y otros tantos tratos inhumanos y crueles, en las detenciones arbitrarias, en el abuso a migrantes y en la situación que viven sus defensores y periodistas.
Otros dicen que Plascencia no ha ejercido su función ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en temas como la interrupción del embarazo o la defensa del matrimonio igualitario.
En días pasados, el llamado Comité Ciudadano para el rescate de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos a favor de las víctimas, presentó ante la Cámara de Diputados, solicitud de juicio político en contra del titular de la CNDH, por “faltar a su mandato de defender a las víctimas de violaciones de derechos humanos y la utilización de la institución “a modo” y para fines distintos a la defensa de los derechos humanos”.
En la misma, refieren una larga lista de supuestas omisiones de Plascencia en el desempeño del cargo, que incluyen todos los males del país, tanto durante la gestión de Felipe Calderón, como en lo que va del presidente Peña Nieto.
Se habla de 60 mil personas asesinadas en la administración calderonista, los migrantes secuestrados y desaparecidos, los 1.6 millones de desplazados por la violencia del crimen organizado, los miles de detenidos por el Gobierno Federal como presuntos delincuentes, sin haber acreditado su presunta responsabilidad.
La lista es larga. Larguísima. Quizás un tanto exagerada. Lo cierto es que las violaciones de derechos humanos, en México, son una constante, que se agravan ante la tibieza del titular de la CNDH.
Definitivamente, el tijuanense Raúl Plascencia Villanueva está en la cuerda floja. Sus días como titular de la CNDH, están contados. A mediados de noviembre, el Senado habrá de determinar si lo reeligen o designan a otra persona. Casi seguro, habrá relevo.
