Palco de Prensa
A un par de semanas de que inicie formalmente el proceso electoral hacia las elecciones federales intermedias del 2015, en las que se elegirá a los diputados federales, hay zozobra en el priísmo de Baja California, porque no encuentran los prospectos idóneos para que les garanticen triunfos.
Por una parte, el ambiente es adverso, derivado de los efectos negativos de las reformas estructurales impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto, en especial la Hacendaria, dentro de la que destaca el incremento de la tasa del IVA en la frontera, del 11% al 16%.
Por si fuese poco, los diputados federales que concluyen su gestión, son señalados como co-responsables de esta crisis económica, al haber avalado tales reformas, pese a la oposición de los fronterizos y en especial de los bajacalifornianos. Individuos estos que, luego de los comicios, emigraron al Distrito Federal y no han regresado a sus distritos electorales.
¿Cómo es que quienes sean candidatos priístas a diputaciones federales, podrán pedirle a los electores, que los apoyen con su voto y que se comprometen a defender sus intereses en el Congreso de la Unión, si los que aún están, así lo prometieron y no cumplieron?
Para los bajacalifornianos, los diputados federales no son sus amigos, sino sus enemigos, no los representan en el Congreso de la Unión, pues a quienes realmente representan, y obedecen, son a los dirigentes de su partido tricolor.
Si en estos momentos le preguntaran a los electores de la entidad, quién es el diputado federal, según el distrito electoral, de sus respectivos domicilios, seguramente casi el 100% no sabrían responder con certeza, porque luego de los comicios, no los han vuelto a ver.
Si acaso los recuerdan, es por el linchamiento mediático de que fueron objeto, cuando se conoció la postura que adoptaron, servil y complaciente, para con la Reforma Hacendaria, poniendo oídos sordos a los reclamos de los bajacalifornianos, que insistentemente advertían que el incremento de la tasa del IVA ocasionaría serios estragos a la economía fronteriza. Lo que finalmente pasó.
Los señores legisladores bajacalifornianos simplemente obedecieron ciegamente a sus dirigentes partidistas y acataron, sin objeción alguna, las propuestas peñanietistas. Optaron por hacer efectivo aquello de “estando bien con Dios, qué importan los santos”. Para ellos, la voz de mando fue la del presidente Peña Nieto. Los gritos de los electores, hicieron como que ni siquiera los escucharon.
Dicen, que con las reformas estructurales impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto, les va a ir de maravilla a los mexicanos. El problema es que tales supuestos efectos positivos, presuntamente se habrán de ver hasta dentro de varios años. Ver para creer.
Los simples ciudadanos escuchan incrédulos cuando los políticos y funcionarios públicos tratan de convencerlos, respecto de los “enormes beneficios” que habrán de generar. Algo similar a la retórica de los funcionarios kikistas en Baja California, cuando dibujan a esta entidad como si fuese una tierra maravillosa, a la que ya se le conoce como “Kikolandia”.
Baja California consta de ocho distritos electorales federales. En el 2012, 7 fueron para los priístas y 1 para los panistas. Los priístas no ganaron por su presencia física, ni mucho menos por su capacidad intelectual o su oficio político. Los arrastró al triunfo electoral el fenómeno Peña Nieto.
En los comicios del 2015, el fenómeno Peña Nieto operará en sentido negativo. Ahora no hará ganar a los candidatos priístas, sino más bien los hará perder. Aunque sean menos peores que sus rivales políticos. El fracaso electoral priísta, será + IVA. Sin duda alguna.
Otro factor en contra, para el priísmo, es el de la equidad de género. Las candidaturas serán asignadas 50% a hombres y 50% a mujeres. Con sus respectivos suplentes, del mismo género.
Esto es delicado, porque hace tiempo que el priísmo carece de liderazgos. Dominado por el castrotrentismo, por una parte, y por el hankismo, por la otra, nadie podía sobresalir si no tenían la anuencia de los creadores y líderes de ambas corrientes.
Si en la cúpula del castrotrentismo y del hankismo no hay elementos destacados, fuera de ambas corrientes, está peor. Es más, de todos, no se hace uno.
Los liderazgos que han prevalecido son meramente mediáticos. Ostentan la representación de organizaciones laborales o políticas, pero a la hora de la hora, no mueven ni a su sombra.
La situación es peor en el sector femenil. No hay mujeres de renombre, ni de trayectoria política. Las féminas apenas si alcanzan para cubrir alguna regiduría o quizás hasta una diputación local, a donde tengan quienes les hagan la tarea. De proyección política nacional, no hay ni una sola. Salvo prueba en contrario.
Aunque, como siempre pasa, “tiradores” o aspirantes a una candidatura podría decirse que siempre hay. Quizás, hasta que sobran. Pero pocos, muy pocos, que tengan la proyección suficiente para hacer un papel decoroso en el proceso electoral y tener cierta posibilidad de triunfo en el 2015.
Sin embargo, la lista se reduce, enormemente, cuando a los aspirantes se les advierta que el costo de sus respectivas campañas será cubierto con sus recursos propios, que fácilmente ascienden a unos 3 millones de pesos, modestamente.
Las dirigencias priístas han dicho con exagerado optimismo, que pretenden ganar las 8 diputaciones federales. Lo cierto es que batallarán para encontrar quiénes estén dispuestos al sacrificio. Porque será un enorme sacrificio, contender, sin grandes posibilidades de triunfo.
Como también será un sacrificio, arriesgar sus recursos económicos personales, sin la esperanza de recuperarlos. Deben estar conscientes de que van directo al sacrificio. Como las reses.
