LA BUFADORA
Por. – El Mosquito

(FOTO: Marina del Pilar Ávila Olmeda)

TIJUANA BC 11 DE OCTUBRE DE 2021.- Las diferencias públicas entre el gobierno estatal saliente y entrante llegaron a un nivel que no se había advertido durante los más de 60 años en la vida política del Estado, y menos aún, entre corrientes partidistas que se suponen similares.

Cuando Xicoténcatl Leyva Mortera dejó la gubernatura en enero de 1986, su sucesor, Óscar Baylón Chacón, no fue un protagonista simpatizante del gobierno saliente, pese a que ambos provenían de las mismas filas del PRI. 

Diríase, con toda confianza, que el primero significaba la corriente institucional del nuevo gobierno y el segundo, desafortunado mandatario cuya simpatía política la colocó en el lado equivocado, respecto al curso de la historia, no precisamente del bando ideológico. 

Pero Baylón gobernó los últimos once meses del mandato de seis por el que había sido electo Leyva Mortera, encabezó con cierta tersura la transición con Ernesto Ruffo Appel, personaje que se convirtió en ícono político de la oposición que por primera vez en la historia de México conquistaba una gubernatura, y lo hacía por medio del voto, la vía democrática. 

Por qué, cómo todo lo demás es una historia más amplia. Lo que anotamos aquí es que se trató de la primera transición entre gobiernos (estatales) de oposición, y fue más que institucional, cordial.

De Ernesto Ruffo a Francisco Vega de la Madrid transcurrieron 30 años de gobiernos panistas y, con todo y que los colores se mantenían, las corrientes políticas al interior del albiazul fueron distintas, siempre, pero como dice el slogan de la telenovela: Entre panistas podían desgarrarse, pero nunca se harían daño. Así fue, transiciones de gobierno pacíficas, legales, institucionales.

De PAN a Morena en 2019, el discurso de Jaime Bonilla durante la campaña se modificó ligeramente en la transición y, por lo que se supo, las cosas fluyeron, de cierta forma institucional. 

No hubo la prometida y muchas veces cacareada persecución judicial, salvo el dinero que depositó la esposa del gobernador como condición para suspender otro proceso judicial. Sin embargo, esa transición así se esperaba, fue el tono de la campaña, se inscribía en la lógica política.
Sin embargo…

En 2021, de trabajar juntos durante los casi dos años del gobierno municipal de Mexicali en franca armonía con el gobernador del Estado, de continuos y muy frecuentes encuentros, intercambio de elogios y reconocimiento mutuo, de alcaldesa a gobernador y viceversa, de compartir no sólo partido sino equipos de trabajo, estrategias políticas y quizás hasta recursos, hoy día la diferencia entre Marina del Pilar como gobernadora electa y Jaime Bonilla como gobernador saliente, no se acerca a ningún episodio político que se tenga memoria en Baja California.

(FOTO: Andrés Manuel López Obrador)

La última lectura de esta serie de acusaciones verbales que ya escalaron hasta la amenaza del juicio político en contra del alcalde de Ensenada, Armando Ayala y de su secretario de Gobierno, Rubén Best, quienes gozan del franco, público y abierto afecto del gobernador Jaime Bonilla, la dio el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador en su mensaje mañanero del pasado jueves 7 de octubre. 

Vendrá a Baja California en cosa de una semana a ofrecer un reconocimiento al desempeño del gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, y todo su respaldo a la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda.

¿Eso para el lector es nada? En realidad, no, eso lo es todo. 

Lo que el presidente dice es que el gobernador Bonilla ya se va (y lo hará con honores) y que Marina del Pilar es la que, en unas tres semanas, asumirá el liderazgo político del Estado. 

Ante eso, se cae el juicio político de la misma forma que se cae la transferencia de los organismos operadores del agua. 

Concluyen las diferencias, como el que Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el gobierno del Estado se ciñe a la resolución que llegue la Comisión Reguladora de Energía (CRE) para determinar a quién le corresponde pagar el diferendo del cobro de agua.

Con eso, más la visita del presidente la semana próxima y la toma de protesta del nuevo gobierno estatal en noviembre primero, concluirá y cerrará su cortísimo ciclo de igual forma el comité de municipios que conformaron alcaldes de la zona de la costa.

¿QUÉ SEGUIRÁ?

No terminarán las diferencias, para eso deberá existir un proceso de cicatrización, pero los alcaldes y sus aliados serán los principales interesados en terminar la diferencia con la nueva gobernadora y el actual Congreso estatal porque, simplemente, los números no les alcanzan. 

Y eso que no se ha visto lo que sucede al interior de los cabildos, donde la mano del gobierno entrante logró primero acercar a la oposición y quebrar la unidad morenista que acompañó en la planilla a los alcaldes electos.

Marina del Pilar Ávila Olmeda seguramente no quiere, porque no necesita, un gobierno estatal dividido. Los alcaldes no quieren, y menos les conviene -en diciembre lo veremos más claramente cuando se acerque el compromiso de aguinaldos- tres años de mucha incomodidad y, de cierta forma, el sacrificio de sus gobernados. Ya ha ocurrido.

(FOTO: Jaime Bonilla Valdez)

¿Y el gobernador Jaime Bonilla? Seguramente se integra al gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, donde, en virtud de su cercanía y confianza, tendrá un cargo de buen nivel, donde podrá continuar su carrera política. 

Tiene una enorme capacidad de trabajo, es un hecho. Pero Baja California, a él como a otros políticos nacionales, les hace más mal que bien.

La columna La Bufadora -Por El Mosquito- del periódico El Vigía de Ensenada estará participando con nosotros en AFN, lo mismo que nuestra columna AFN Político, en ese importante medio