Por la alta cultura de Tijuana
Por Francisco Ruiz
Sábado 9 de octubre de 2021. Desde mi infancia, la historia ha figurado entre mis principales intereses. Mi primer encuentro con ella, como la mayoría, se dio en las asambleas escolares. Las efemérides y la dramatización de pasajes históricos de México formaron parte de cada lunes de cada semana.
Nunca me he separado de las letras, tampoco de la historia, ni de la política. Y, en mi mente, no cabe la posibilidad, ni siquiera remota, de alejarme de ellas. Estoy convencido de que entre las tres se gesta un equilibrio ideal. Debemos escribir para legar el conocimiento, las ideas, a las futuras generaciones. Mientras, quienes aspiran a servir desde la trinchera política, tienen la obligación de conocer las decisiones -buenas y malas- que tomaron quienes nos antecedieron. La historia es maestra, la política ejecutora y las letras son testigo.
Al cumplir justamente la mayoría de edad, una muy estimada exmaestra y amiga me distinguió con una honrosa invitación para formar parte de un Congreso de Historia Universal que se celebró en la Escuela Preparatoria Federal “Lázaro Cárdenas”, hace ya algunos ayeres. En aquella ocasión, obligándome a vencer mi pánico escénico, me aventuré a inaugurar dicho congreso con un intento de conferencia que titulé: “La juventud en la historia”. En ella, abordé el importantísimo rol de los jóvenes en el desarrollo de la historia mundial, pues fue un zagal Alejandro Magno, el que conquistó Asia; un joven Napoleón el que casi logró dominar el antiguo continente, y un hombre de 33 años, quien cambió para siempre el destino de la humanidad. Pero también fueron jóvenes los que impulsaron la federalización de la Preparatoria “Lázaro Cárdenas”, y quienes se apostaron en las inmediaciones del Campestre para exigir la construcción de la UABC en Tijuana.
Pensar en la historia, es pensar en algo que ya sucedió; sin embargo, no es inerte, pues la historia nos alecciona y nos previene. Pareciera longeva, a pesar de que la escribimos todos los días. La creemos distante, cuando, para plasmarla, debemos dejar marcadas nuestras huellas.
Dar a conocer los acontecimientos del pasado, y hacerlo en su justa proporción, es un reto gigantesco. No cualquiera lo asume. Sin embargo, y por fortuna, en nuestra ciudad existen personas comprometidas con las generaciones que nos antecedieron y, en honor a ellas, y en las que vienen, se esfuerzan en difundir la historia de Tijuana, una historia que es nuestra.
Hace 45 años, el 28 de febrero de 1976, un grupo de ciudadanos conscientes de la trascendencia de la preservación de las enseñanzas de nuestro pasado, fundó la Sociedad de Historia de Tijuana. Casi 15 años después, don Óscar Baylón Chacón, siendo gobernador de Baja California, y quien recientemente falleciera, fue el responsable de la donación del terreno en el cual se erigió la sede de la única asociación civil netamente concentrada en la preservación y difusión de la historia de este municipio. La cual, por cierto, se encuentra ubicada en el número 3801 de la avenida Ermita Norte, en la colonia Alfonso Corona del Rosal.
Por ello, es un gusto enorme que la Agencia Fronteriza de Noticias (AFN) brinde un espacio para quienes formamos parte de esta organización, y sirva como instrumento para divulgar algunos capítulos de la historia de los tijuanenses, los cuáles serán narrados por la fina pluma de sus asociados. Damos, pues, inicio a una serie de publicaciones que serán dadas a conocer a través de esta plataforma todos los sábados. Muchas gracias y estén pendientes de las sorpresas que habrán de descubrir en las próximas entregas. Por la alta cultura de Tijuana.
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* El autor es miembro de la Sociedad de Historia de Tijuana, A. C., escritor y catedrático.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.
