POLITEIA
Columnista: Javier Iván Maldonado Preciado

Dedicado a mi madre: 
Gracias por permitir que el niño que fui hoy se sienta orgulloso de mí, 
Y por mover las montañas cada vez que se extinguía mí fe, 
Nunca he visto a Dios, pero sí conozco a su ángel de la guarda.

TIJUANA BC 26 DE SEPTIEMBRE DE 2021.- Creo muy poco en la suerte y mucho más en el destino, en razón de ello, le atribuyo a éste el haber descubierto mi vocación desde muy temprana edad. 

A los 13 años, decidí que dedicaría tanto de mi vida al servicio público, como me fuera posible, aunque comencé a participar activamente en política hasta hace 11 años, recién cumplida mi mayoría de edad. 

Recuerdo que las intervenciones del entonces diputado federal Gerardo Fernández Noroña me erizaban la piel, provocaban que mis ánimos se encendieran y me motivaban para esforzarme al límite de mis capacidades, hasta que un día pudiera emularlo en pleno, cosa que lograría unos años después, aunque en tribuna del Senado, durante los trabajos del Parlamento Juvenil de México.  

Pero bueno, “la vida es eso que nos sucede, mientras estamos distraídos en otras cosas”, por eso prefiero volver a platicar de mi adolescencia, cuando envuelto en la nobleza que caracteriza a un adolescente, diversas metas utópicas me impulsaban a despertarme temprano, para presentarme puntual en el aula de clases y formarme académicamente, siempre con el objetivo en mente. 

Mis días favoritos eran los Lunes y Martes, jornadas en las que me quedaba después de clases para charlar sobre política con mi profesor de historia, el maestro Curiel de la secundaria pública No. 28.  

En el bachillerato ya era muy tarde para dar vuelta atrás: solamente hablaba de política, leía noticias y jugaba fútbol; mi generación estaba muy despierta y comentaba sobre el fraude electoral del 2006. Esa etapa fue suficiente motivación para decidir estudiar la carrera en Administración Pública y Ciencias Políticas por la UABC.

Ya instalado en la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales, hice cientos de amigos, pero apenas un par de decenas de ellos se “tatuarían” para siempre en mi vida. Fundamos la “Revolución Cimarrona”, un grupo de jóvenes progresistas democratizando los espacios de participación juvenil, librando la represión de las autoridades universitarias y su miedo cobarde a que lo acontecido en el año 2018 sucediera un día. 

Fue en mi etapa universitaria cuando mi mentor me decía: “serías muy buen político, pero lástima que seas tan académico”, mientras que mis docentes me comentaban: “serías un extraordinario investigador, pero es una pena que seas tan político”. 

Así me formé, consciente de que cada quien tiene una opinión subjetiva de nosotros, pero también de que estamos obligados a ser los dueños de nuestra propia voluntad, y yo no pretendía pasar el resto de mis días preocupado por la simpatía de los demás, ni entregándole el crédito de mi esfuerzo a los altos mandos de la academia. 

Por cierto, de origen humilde, pero con una familia que siempre me apoyó, no solamente logré ingresar a la licenciatura, sino presidir a nivel local la Asociación Nacional de Estudiantes de Ciencia Política y Administración Pública (ANECPAP), e instalarme posteriormente en el Comité Ejecutivo Nacional de esa misma organización. 

Para no hacer la historia larga, egresé de mi carrera en el año 2017, viví el triunfo de AMLO en el 2018 y en 2019 me integré al XXIII Ayuntamiento de Tijuana, como parte del gabinete ampliado del alcalde con licencia Arturo González Cruz. 

Estoy eternamente agradecido con el hoy diputado federal Arturo González, quien me dio la oportunidad de apoyar a miles de ciudadanos, desde diversos encargos, así como con todos mis amigos y colaboradores, quienes hicieron posible entregar siempre buenos resultados. 

Me parece extraordinario el recordar las diversas etapas de mi vida, contar incondicionalmente con personas que hasta ese entonces eran completos desconocidos y cerrar mi participación en el Ayuntamiento de Tijuana conservando todas aquellas amistades sinceras, las que siempre demostraron valer la pena. 

La administración pública me ha dejado grandes experiencias, buenas y malas, pero prevalecen los momentos positivos. El gobierno municipal fue un ciclo nuevo para su servidor, pero la cercanía con la gente y el ascender gradualmente en mis encargos, me hicieron mejor profesionista y persona. 

Solamente dos personas del gabinete ampliado inicial tuvimos la oportunidad de terminar la administración, hecho del que me siento profundamente honrado, pero según Polibio, la vida es cíclica, y mi ciclo en el gobierno municipal por ahora ha concluido, con miras a una nueva responsabilidad.

No obstante, los robles más fuertes no crecen con el viento a favor, por eso agradezco haber librado obstáculos desde muy joven: mi veto en el Segundo Parlamento de la Juventud (al que accedí posteriormente), la guerra sucia como Director de la Juventud, así como la perversa conducción y violación del código penal por parte la Sindicatura Procuradora contra mi persona. La adversidad es mi motor, siempre me hace más grande.

Por último, le agradezco nuevamente a la gente que me ha impulsado y a los que me siguen, la meta sigue siendo la misma que tenía desde muy niño, la diferencia es que ahora, cada vez que concluye un ciclo, estamos más cerca del objetivo. Mi eterno agradecimiento a su confianza. 

COMPLACEGRILLOS

Por cierto, ¿les mencioné que las autoridades universitarias –que hoy se suman al movimiento que reprimían– me “acusaron” en aquél entonces de querer participar en la renovación de la Sociedad de Alumnos de mi facultad, vetándome del proceso? Estoy acostumbrado a combatir conductas fascistas, por eso me asustó muy poco lo sucedido en el gobierno municipal contra algunos funcionarios honestos.

PD: En “modo difícil” logramos pasar el nivel 1.

Javier Iván Maldonado Preciado es un hombre de ideas y letras libres, egresado de la Licenciatura en Administración Pública y Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Baja California. 
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