Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 24 DE SEPTIEMBRE DE 2021.- El tema que tiene muy larga duración, la migración a Estados Unidos vuelve a colocarse en el centro de la atención. México, observado como lugar de paso, a pesar de su larga experiencia, se ve rebasado en la capacidad de atender la oleada de migrantes, particularmente haitianos, que roban la mirada en la ultima semana. 

Mientras en semanas precedentes, se hablaba de la forma en que eran golpeados en Chiapas, de pronto las imágenes cuentan otro presente. En la frontera entre Del Río, Texas y Ciudad Acuña, Coahuila, la presencia de los migrantes abruma a las autoridades de ambos países. Las fotografías plantean que todo lo anterior era cierto, pero la realidad era aún más grave. La crisis humanitaria es tan evidente que llama la atención de todas partes y los gobiernos de ambos países, se muestran incapaces de actuar ante la escena de pobreza, enfermedad y evidente necesidad de albergue que se requiere. 

Estados Unidos los regresa en avión a su país, mientras en México las órdenes son contradictorias. Autoridades locales atienden el tema desde una postura de ayuda, mientras otros, actúan en el sentido intimidatorio.  Integrantes de la patrulla fronteriza bloquean el paso montados a caballo, con clara intención de demostrar fuerza, y los haitianos, impotentes, regresan a México. 

Las cifras son diferentes. Primero era un campamento de 2 000 personas, después, de 4 000 y posteriormente, se afirma que en realidad 20 000 personas se mueven en México para llegar a la frontera norte. En este momento, el destino es hacia el noreste, Coahuila y Nuevo León, aunque algunos empiezan a manifestar hacerlo por el noroeste. 

Tijuana, Mexicali, Hermosillo, Culiacán, Mazatlán, son ciudades que, en diferente magnitud, han recibido población haitiana desde hace poco más de un lustro. En todas ella, me ha tocado ver su adaptación al ámbito laboral. En el ámbito académico, existen publicaciones sobre ello y en programas de maestría, hay tesis que se han desarrollado en base a trabajo de campo. 

Así pues, es una condición que se repite con diferentes magnitudes. La solución sigue siendo también la misma. Es necesario cambiar las condiciones de vida en los lugares de origen, crear empleos, realizar planes a largo plazo, propiciar condiciones de vida democrática e incluyente. Es una agenda que ha estado ahí por varias décadas y no parece que estemos de ver una solución efectiva. 

¿Quién puede ayudar? ¿qué se hace? Y resulta paradójico. La inversión, los planes, incluye siempre al país al que se pretende llegar: Estados Unidos.  Sin embargo, como han apuntado numerosos críticos del imperialismo, es precisamente Estados Unidos el que ha generado condiciones de pobreza en los países latinoamericanos y en particular el Caribe. Eduardo Galeano, en Las venas abiertas de América Latina, planteó el tema desde hace varias décadas. Además, las diferentes intervenciones de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Holanda son las que, en la larga duración, han construido condiciones que hoy, no parecen haber sido efectivas. 

Por otra parte, un intento más de unidad latinoamericana, en una primera instancia, tuvo altibajos, críticas y cientos de anuncios de fracaso. Existen numerosos editorialistas que indican que no sirvió para nada. Quieren que en una reunión se arregle lo que tiene décadas en crisis. Entonces, la solución es esperar que Estados Unidos lo solucione.

Incluso, acusan a López Obrador de haberse quedado en los setenta. Sin embargo, el bloqueo comercial es de los sesenta. Se acusa que se debe tener cuidado, no se vayan a molestar las autoridades estadounidenses. Por tanto, mi comentario es claro, quienes piensan así eran los porfiristas, quienes intentaban por todos los medios que las cifras de producción no se redujeran, porque desde entonces la bolsa de valores debía marcar el derrotero. Sólo que Díaz también intervino para colaborar con el entonces presidente de Nicaragua, José Santos Celaya,  a quien se le dio refugio, a pesar de que a Taft no le gustó la idea.  Es decir, no molestar a los presidentes de Estados Unidos, es no gobernar. 

No se trata de dar gusto, sino de saber negociar. Pensar que todo va a ser miel sobre hojuelas, es no entender la frontera.  Peña Nieto hizo muchas cosas en colaboración con Obama, pero una campaña presidencial, la de Trump, generó nuevas tensiones y conflictos. Fuimos insultados de violadores, ladrones y asesinos, y de todos modos salió el nuevo tratado de libre comercio. Suponer que estar a los pies del presidente estadounidense va a traer beneficios, es eliminar que la geopolítica también juega en contra de ellos. Es pensar que se debe estar a ver que se les antoja, no se vayan a molestar porque se les lastima un dedo del pie. Ellos están actuando en muchos frentes de manera simultanea y contradictoria, y aquí se espera que en una reunión se arregle todo, como si el no enfrentar el problema hubiera solucionado algo. ¿A Estados Unidos, le resultó Afganistán? 

Dado que los críticos del intento se fueron al pasado porfirista, (criticando al otro de irse a los setenta) Práxedis G. Guerrero, en 1910, escribió que  no iban  a quedarse  sin hacer nada porque se molesten los del imperio y a los dos meses, tomó las armas para luchar contra el capitalismo, aunque su lucha anarquista fue simplificada contra Díaz.  Es precisamente con la acción como van a suceder las cosas. Para ellos, entre menos se mueva mejor, tienen otros frentes que atender. Aquí, al igual que Práxedis, se considera que es por eso por lo que se debe de hacer algo para plantear los temas. Algo ha llevado a esta situación, y la crisis humanitaria está ahí, presente, con miles de personas en hambre y desesperación. El que intente hacer algo sin preguntarle a Biden, se apesta. O a lo mejor no. Cómo saberlo. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.