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TIJUANA BC - lunes 14 de junio de 2021 - Marco Antonio Samaniego.
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Por: Marco Antonio Samaniego

Lo apuntamos desde antes de que hubiera candidatos. Los números decían que Morena se llevaba todo en Baja California. La gubernatura era la única que tenía nombre, en este caso Marina del Pilar. Pero en los municipios, las cifras era casi las mismas que los resultados que conocemos hoy. El o la que fuera candidato de Morena iba a ganar. Dicho de manera simple, los números estaban ahí antes que los candidatos.

Por ello los triunfos deben de pensarse mejor. No basta con salir a gritar ganamos, o gané porque hice propuestas muy valiosas. Es poco tiempo de gobernar como para presentarse como los salvadores de la patria. Sin duda, los niveles de inseguridad son una cifra que tiene que tomarse en cuenta para reflexionar sobre las razones.

La pregunta es ¿porque tan fácil? Una respuesta es, porque la oposición no apareció. ¿Cómo explicar que Hank Rhon tuviera 31% de la votación? ¿Con que estructura? ¿Con qué discurso? ¿Cuál fue el tema central en su campaña? No apareció. Sólo un hombre sentado que se mueve con dificultad que responde preguntas y ofrece mensajes poco ingeniosos. Y cuando le preguntan algo más, ataca de nuevo a una mujer y la llama basura. Y aun así tres de cada 10 votantes decidieron cruzar su nombre. Indicamos su nombre porque no votaron por el partido encuentro social, que, por cierto, va a desaparecer. Es decir, ese 31% se quedó en el vacío. Es una oposición que no tendrá continuidad. Se acabó.

Lupita Jones fue usada con un fin: incrementar la votación y rezar para que se lograra que los candidatos a diputados, sobre todo federales, obtuvieran algún triunfo para construir oposición en el congreso a Lopez Obrador. En otras entidades esto sí tuvo sentido, en Baja California fue un rotundo fracaso. El 11% y nada fue lo mismo. Tampoco construyó oposición. Ya se fue y en las noticias aparece en otras actividades, con una expectativa de futuro totalmente ajena a las posibilidades de desarrollo futuro de los bajacalifornianos. PRI-PAN-PRD no recogieron nada con ello. Pueden culparse entre sí o culpar a la candidata, como sucedió, pero la realidad es que no construyeron oposición. Ni siquiera una persona que unifique. Las siglas aparecen en un vacío donde todo fue una aberración desde el principio.

De poco sirvieron los recursos que se entregaron, es decir, lo que pagamos todos para construir una oposición. Esos impuestos que se van a los partidos para que elaboren

propuestas que tengan una lógica y que se defiendan, fueron tirados en propaganda, pero no en ideas. No hay una protesta, un proyecto, una tesis que una a los que no comparten el proyecto, con muchos altibajos, que ofrece la 4T. Parece que todos esperan el mejor momento de cambiarse de partido, si es que le permiten un lugar en el partido de los triunfadores.

¿Morena o no Morena? Es la única pregunta. ¿Por qué no me cambie antes? Parece ser la duda. Pero en Morena los caminos también se cierran y los candidatos se pelean fuerte por las candidaturas. Es más difícil ganar al interior que al exterior. Y al interior suceden muchas cosas que no se pueden preguntar o que no se dicen dado que las reglas tienen un sentido centralizador apabullante. La regla es que no hay regla. Se forma parte de un todo y en ese todo se depende de la relación con la política nacional. Y esta tiene una fecha, 2024.

La 4t tiene principios básicos, pero caminos sinuosos. La oposición tiene todo por construir. Esperarse a recoger los errores no les funcionó, cuando menos en Baja California. Los dirigentes decidieron apostar por el congreso y sumarse a la estrategia nacional, pero sacrificaron lo poco que les quedaba. Y el resultado es con las manos vacías, en espera de una nueva línea y cuando menos, por seis años, con pocas esperanzas. Mientras tengan los impuestos de los mexicanos ahí, existirán como opción, pero si se esperan demasiado, pueden convertirse en el PES, que se fue como llegó.

Por eso los de Morena no deben sentirse tan ganadores. Ganarle a una oposición así no requirió de gran esfuerzo. La prueba es que los números daban un panorama y este se cumplió, desde que las candidaturas no tenían nombre. Incluso, apenas un 38% del padrón salimos a votar. Es decir, no se cumplió que fueran 4 de cada 10. En cualquier caso, es de los porcentajes más bajos a nivel nacional. Dicho de manera simple, tampoco hubo un entusiasmo desbordante. Sigue siendo un pendiente de relevancia. Si lo prometido no se cumple, existe por ahí un 30 o 40 % del padrón que puede, en el caso de que se forme alguna oposición, capitalizar ese amplísimo sector. La confianza que gozaron los panistas los ha llevado a las cifras lamentables de la actualidad

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