DESDE MI SOFÁ
Por: Obed Silva

TIJUANA BC 2 DE AGOSTO DE 2020.- Hace veintidós años en una amena reunión reinaba la algarabía, los asistentes habían cumplido su sueño anhelado.

En sus manos tenían las constancias que los acreditaban como diputados de la nueva Legislatura.

Para la mayoría era algo inusitado en sus vidas, para otros la esperanza hecha realidad y para quienes había disfrutado de las mieles del poder legislativo sabían por dónde caminar.

Los felices asistentes se brindaron todo género de parabienes y manifestaron sus más nobles propósitos  "en ésta gran aventura", como lo calificó uno de ellos.

Entre los noveles diputados se destacaba uno que por su buen sentido del humor siempre atinaba a expresar las frases más célebres y locuaces que generaban la risa de todos. 

En el momento más formal de la reunión, el "líder" y representante del gobierno en turno, pidió a los pares expresaran su interés respecto de encabezar alguna Comisión del Congreso.

El joven y ocurrente diputado se apresuró a hacer uso de la voz y con toda soltura espetó a los presentes; "yo quiero la Comisión del quince por ciento".  

Todos se le quedaron mirando con sorpresa hasta que uno de los presentes se atrevió a preguntarle ¿cuál era esa Comisión a la que se refería?

Soltando una sonora carcajada, el humorista diputado le contestó; "me refiero a que yo con la comisión del 15% que le cobran a los proveedores del congreso me conformo", al unísono los presentes rieron a sus anchas celebrando tan original ocurrencia. 

Hasta 1998 el Congreso de Baja California contaba con unas cuantas "comisiones" para desempeñar su trabajo legislativo.

La ley orgánica que rige la vida del Poder Legislativo establece que el Congreso trabajará en pleno y en comisiones, de tal suerte que es en "las comisiones" donde se lleva a cabo la discusión previa de las iniciativas que serán sometidas a la totalidad de los diputados para su aprobación o rechazo. 

En una mal entendida e interesada interpretación de lo que debería hacerse con el Poder Legislativo para que estuviera a la altura del Ejecutivo y del Judicial, en 1998 se promovió que el Congreso tuviera el tamaño que lo convertiría en un verdadero contrapeso con el resto de los poderes del Estado.

Desde su origen, las tareas sustantivas del Congreso se ejercieron con un máximo de cuatro comisiones pero en 1998 había que "equiparar" el Poder Legislativo con los otros dos Poderes del Gobierno del Estado y el camino más fácil fue el de darle dinero.

De esa manera se le repartió un cachito del billete de la lotería presupuestal a los 25 diputados creando al efecto una Comisión para cada uno de ellos acompañada de una cantidad de dinero para "gastos de Comisión". 

De esta forma presidir "una Comisión" es, desde entonces, una  de las varias formas enmascaradas por medio de las cuales los diputados reciben dinero del erario.  

Conforme a su Ley Orgánica, las Comisiones del Congreso son de dictamen legislativo, ordinarias, de investigación y especiales.

Las primeras siempre son las más apetecibles ya que en ellas se aprueban los dictámenes de asuntos trascendentales como las leyes de ingresos y presupuestos de egresos, las reformas a toda disposición legal, el nombramiento de funcionarios de la alta burocracia y la fiscalización de las cuentas públicas.

Los diputados más listos siempre buscan presidir las comisiones de dictamen ya que tienen empleos y presupuesto del que pueden disponer.

Tal es el caso de la gran estructura de la Auditoría Superior de Fiscalización de las Direcciones Jurídica, Parlamentaria, de Administración y Comunicación Social las que otorgan a quienes presiden las Comisiones que las controlan, un supra poder al interior del Congreso. 

Capítulo especial lo constituye la denominada Jucopo, que en su origen se formó como una Comisión de Régimen Interno y Prácticas Parlamentarias e integrada por la élite de los veinticinco diputado.

En la actual legislatura, la mayoría de quienes componen a la Jucopo se representan a sí mismos pues son los únicos diputados de su partido.

Lo interesante de ser miembros de esa Junta es que reciben prebendas adicionales a las que ya reciben al presidir una Comisión.

La Junta de Coordinación Política tiene su propio presupuesto y administración, hace las veces de órgano de gobierno del Congreso suplantando en sus funciones a la Mesa Directiva y sirve como "filtro" para imponer los asuntos a tratar en el Pleno del Congreso, limitando así la libre expresión e iniciativa de los diputados.

La Jucopo, diseñada originalmente como un "órgano auxiliar" de la Mesa Directiva del Congreso, se convirtió en la instancia mediante la cual se premia o castiga a los diputados según sea su comportamiento. 

Tal y como le sucedió a la diputada morenista Aracely Geraldo quien aspiró a presidir el Congreso.

En este escenario, el tres veces y por distintos partidos, diputado Manuel Molina promueve la eliminación de una cantidad de las Comisiones del Congreso. 

El citado diputado propone dejar como comisiones de dictamen las que desde origen lo han sido y algunas que, a todas vistas, se aprecia son el pago "por los servicios prestados" de quienes las presiden. 

Tal es el caso de la Comisión de Energía presidida por el diputado Topete o una para el campo "creada" ex profeso para el diputado Meléndez. 

La iniciativa del diputado Molina chocará con el hecho de que las comisiones que propone desaparecer fueron aprobadas al inicio de la actual Legislatura y su vigencia durará hasta el término de la misma. 

Lo anterior lo sabe el diputado Molina, por lo que es muy probable que su iniciativa sea una más de sus "llamaradas de petate" con las que búsqueda figurar para poder obtener una cuarta diputación vía reelección.

Aún y cuando las encuestas, hasta hoy ubican a Morena como partido favorito para ganar la próxima contienda electoral, resulta evidente que el flanco más débil lo tienen en la deplorable labor de los legisladores morenistas. 

Bien harían los actuales diputados en cumplir las promesas de convertir al Poder Legislativo en una instancia que responda eficazmente a los intereses de la gente y en realidad transformen al Congreso.

Valdría la pena que los morenistas tuvieran como objetivo adelgazar el obeso aparato administrativo, reducir el excesivo presupuesto que ejercen los diputados y promover una real profesionalización de los empleados del Poder Legislativo.

De igual forma, sería interesante que restituyan a la Mesa Directiva su calidad de Órgano de Gobierno eliminando la Jucopo para que la Directiva se la que tome en sus manos la conducción del Congreso,  procure los derechos de los diputados y haga que cumplan con sus obligaciones.

Cinco comisiones de Dictamen con cinco miembros cada una, serían más que suficientes para integrar a los veinticinco diputados al trabajo legislativo.

Los diputados morenistas bien podrían esforzarse y cumplir las promesas de cambio que los llevó a ocupar el lugar que hoy ostentan.

O a menos que los morenistas diputados tengan el interés de preservar las cosas como están pensando que se van a quedar otros tres años.

NOMAS POR JODER:

Constatando que en dos trienios el Congreso del Estado dilapidó millones en un programa de "Reforma de Estado" con nulos resultados, busqué una entrevista con el entonces Subsecretario de Gobierno.

En charla con el funcionario, le comenté que no había resultados en materia de una reforma democrática de Estado y que por el contrario en cada Legislatura solo se gastaba dinero en exceso para dicho fin.

Con la parsimonia que le caracteriza a dicho personaje me contestó; "hay que dejarlos que gasten, en algo se tienen que entretener los diputados".

Entonces comprendí que el discurso de cambio prometido por los panistas era una verdadera mentira.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.