Por: Marco Antonio Samaniego
TIJUANA BC 9 DE ENERO DE 2020.-En año electoral en Estados Unidos, las piezas se empezaron a mover muy pronto en el 2020. En gran medida, la elección interna es un asunto de trascendencia para México y la frontera, dado que los reacomodos y las tensiones siempre involucran la economía e infinidad de procesos que nos atañen. Desde los constantes insultos del hoy presidente estadounidense hasta los cambios de postura y las negociaciones sobre recursos, comercio y seguridad.
El ataque al general iraní Qasem Soleimani, ha provocado tensiones y especulaciones que se han manifestado de distintas maneras en los medios. Soleimani, ha sido descrito por algunos como un terrorista, lo que justifica su asesinato desde quienes lo consideran como tal. Sin embargo, el efecto de su muerte para el pueblo iraní parece ser muy distinto, dado que las manifestaciones de dolor han sido notorias. Las relaciones que estableció Soleimani con el gobierno sirio, Hezbollah y varios líderes chiítas lo convirtió en un referente en la lucha contra el estado islámico (isis) y por mucho uno de los que lograron minar el avance del califato dirigido por Abu Abdullah al-Rashid al-Baghdadi.
Su relación con Rusia y su lucha contra ISIS, son dos cosas en común con el presidente estadounidense, lo que es una paradoja. Las diferencias también son evidentes, dado que Soleimani buscaba reforzar a Irán en el contexto del medio oriente y por tanto, confrontado con diversos intereses de Estados Unidos y varios países de Europa. El tema más conocido es el de la producción de armas nucleares, tema que había sido acordado con Barack Obama pero que hoy no existe como resultado de lo sucedido este 3 de enero.
El efecto interno para Estados Unidos es confuso. Para algunos, se trata de un intento de desviar la atención por el tema del impeachment a Donald Trump. Otros plantearon un escenario de guerra que no parece que avance, dado que Irán no cuenta con el arsenal militar que le permita confrontar al estadounidense. De acuerdo a varios informes, las condiciones del ejército iraní no son tan sólidas como para involucrarse en una guerra abierta con Estados Unidos, aunque no se descarta un posible atentado, que tiene otras condiciones para su realización.
En esa línea siempre está nuestro país y en específico el límite fronterizo que siempre resulta atractivo para pensar, cuando menos, en un atentado. Generalmente se cita el conocido ataque de Villa al poblado de Columbus, así como el telegrama Zimmerman, en el cual Alemania le propuso a México hacer una guerra con Estados Unidos para recuperar los territorios perdidos en 1848. En esa línea, muchos otros Estados como Japón, Ucrania y grupos organizados del medio oriente, siempre han contemplado la posibilidad de utilizar espacio mexicano para ingresar a Estados Unidos. Todo el siglo XX se ha mantenido esa tensión desde algún país que está en algún conflicto con Estados Unidos.
El gobierno mexicano ha sido claro desde el primer momento. No es nuestro asunto, se respeta lo hecho por Estados Unidos en medio oriente y se mantiene la postura pacifista. El mensaje es claro: nosotros estamos donde estamos y eso nos lleva a sostener una postura que favorece a Estados Unidos. El espacio mexicano, salvo error, no es el lugar para pensar en un ataque al vecino del norte. El extenso límite territorial, que hace unos meses tenía como punto de atención la migración de centroamericanos, hoy es un escenario de atención para que no se pretenda el uso de territorio mexicano para cualquier posible atentado.
Los efectos de un posible ingreso a territorio estadounidense por nuestro país tendría efectos devastadores en año electoral. Republicanos y Demócratas tendrían una vez más como centro discusión la frontera. Es muy complicado ubicar todos los escenarios, pero en cualquier caso el efecto sería negativo. AMLO no se mete, pero nos guste o no, el trabajo consiste en que no se metan. No es por gusto o deseo, es porque las tendencias de la economía, la interdependencia en recursos naturales, la dependencia comercial, el tema de las remesas y muchos otros, se verían trastocados. No compartir las ideas de Trump no nos lleva a ser sus comparsas, pero sí a pensar en los mexicanos que saldrían (mos) afectados.
Y eso nos genera la larga tensión, de larga duración, de nuestra colindancia: aquí estamos y ahí están, y nos toca ver desde una postura que puede ser incomoda, pero, cuando menos hasta el momento, realizada de una manera explícita o implícita, por todas las administraciones en México, cuando menos desde 1848.
* Marco Antonio Samaniego López. Doctor en historia por el Colegio de México.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor