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Tijuana BC - martes 29 de octubre de 2019 - Gerardo Fragoso M.
1843

Claudia López, alcaldesa electa de Bogotá, besa a su novia, Angélica Lozano, en la noche de su triunfo

Mapamundi
Por Gerardo Fragoso M.

TIJUANA BC 29 DE OCTUBRE DE 2019.-No solamente en Argentina hubo elecciones el domingo. En Uruguay se llevó a cabo, igualmente, la primera vuelta de los comicios presidenciales, que, a diferencia de lo ocurrido con sus vecinos argentinos y bolivianos, si deparó una segunda vuelta. Por otra parte, en Colombia hubo elecciones de alcaldes y gobernadores departamentales.

En Uruguay, como en Argentina, no hubo sorpresa. Ya se sabía que el gobernante Frente Amplio, izquierdista, tenía para ganar sin problema la primera vuelta, con un margen que rondaría los diez puntos. Pero, de igual forma, se atisbó la configuración de un escenario idéntico al que tuvo Argentina en 2015, donde el oficialismo de izquierda ganó la primera vuelta, pero tal victoria no era sino un canto de cisne, pues, unida, la derecha voltearía la tortilla en el balotaje. Y así fue.

Así, Daniel Carlos Martínez Villamil, del Frente Amplio, sumo 38.51% de los votos, aventajando por diez puntos a Luis Alberto Lacalle Pou, del Partido Nacional, quien obtuvo 28.26%. Pero Lacalle tiene todas las de ganar, pues apenas se conoció el resultado, los otros candidatos derechistas, Ernesto Talvi Pérez (del Partido Colorado) y Guido Manini Ríos Stratta (militar y candidato del partido ultraderechista Cabildo Abierto), pidieron a sus votantes sumarse con él. Los votos obtenidos por Lacalle, Talvi y Ríos, en primera vuelta, suman 51.18%, suficientes para entronizar a Luis Alberto.

La única esperanza que tiene Martínez es que algunos de los votantes de Talvi (quien sacó 12.2% de los sufragios), terminen votando al Frente Amplio, porque, aunque Ernesto defendió las reformas progresistas que hicieron los gobiernos de izquierda (legalización de la mariguana y el aborto, así como la llamada Ley Trans), Lacalle y, sobre todo, Ríos, se oponen a las mismas. 

Los uruguayos vieron como la derecha no solamente cortó las barbas de sus vecinos argentinos y brasileños, sino el daño que, particularmente, hicieron las reformas neoliberales de Mauricio Macri en la nación pampera. Sin embargo, están a punto de optar por Lacalle, quien no ha mentido, ni mucho menos, pues ya anunció sus planes, como la implementación de una reforma fiscal que favorezca a los potentados de la agricultura, o derogar la Ley de Inclusión Financiera, que permite pagar un IVA menor si se compra con tarjetas bancarias. Luis Alberto también ha dicho que privatizará el sector energético (actualmente en manos del gobierno), reducirá las ayudas sociales y efectuará una típica reforma neoliberal a las pensiones, para disminuirlas.

Lacalle Pou es hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle de Herrera, uno de los cachorritos neoliberales creados por George H.W. Bush, a principios de los noventas, todos de nefasto recuerdo, como Carlos Salinas de Gortari, Fernando Collor de Melo, Alberto Fujimori, Violeta Barrios o Carlos Saúl Menem, entre otros.

El problema del Frente Amplio, como el de la inmensa mayoría de gobiernos izquierdistas, es su olvido de que la clase media los llevó al poder. Por supuesto que los clasemedieros se ven beneficiados por las políticas de la izquierda, pero no en la misma magnitud que los pobres. La cuestión es que el clasemediero no necesita un apoyo social, ni le simpatizan mucho las reformas 'progres' (habitualmente es la capa social más religiosa). Así, llega el momento donde las clases medias ven que su vida no ha "cambiado" con la izquierda y hay algo que ha empeorado. Habitualmente, lo que se detecta peor, no es sino una máscara que oculta la verdadera inconformidad. En el caso de Uruguay, es el aumento de la violencia criminal, pero tal cosa puede ser un disfraz para evitar airear el auténtico malestar, que puede ser la legalización de la mariguana, del aborto, o la Ley Trans, que permite a un adolescente de 13 años o más, someterse a un tratamiento de hormonas para cambiar su sexo, sin consentimiento de sus padres.

Que las reformas progresistas del Frente Amplio serán decisivas en su potencial derrota, lo muestra el crecimiento del ultraderechista Guido Manini Ríos. Ese 10% que le sigue, es férreo opositor a las mismas. Y esos diez puntos separan al Frente Amplio de la victoria.

El presidente saliente, Tabaré Ramón Vázquez Rosas (en su segundo mandato), cometió un grave error estratégico con Ríos, quien fue comandante en jefe del ejército (equivalente al secretario de la Defensa Nacional mexicano) durante casi todo su gobierno, tiempo en el que Guido hizo comentarios subidos de tono para defender a la dictadura y criticar los procesos judiciales que se siguieron a militares que formaron parte de esta. Vázquez lo aguantó poco más de cuatro calendarios y lo echó el 12 de marzo de este año. Craso error: Guido quedó libre para hacer política contra el gobierno y ser candidato presidencial de Cabildo Abierto, partido ultraderechista que no habría tenido ese 10%, si Vázquez no les hubiese puesto a Ríos en bandeja de plata. Probablemente, parte de ese 10% no hubiese salido a votar, sin la motivación de un candidato tan ultra como Guido Manini.

Otra lección que deja el Frente Amplio para las izquierdas continentales, es que dejarse usar por la élite del Partido Demócrata de los Estados Unidos no es garantía de su apoyo perpetuo para permanecer en el poder. El FA siguió a pie juntillas, como ningún otro partido gobernante en América Latina, el manual reformista de los demócratas estadounidenses, que instruye darle una ofrenda a cada uno de los miembros de su troika de organizaciones: Drug Policy Alliance, Planned Parenthood y GLAAD. Así, Uruguay legalizó la mariguana (petición de Drug Policy Alliance), el aborto (agenda de Planned Parenthood) y creó la Ley Trans (para felicidad de GLAAD). Una vez que el Frente Amplio les cumplió los gustitos, la élite demócrata le da una patada y apoya a Lacalle Pou, pues ahora necesitan reformas neoliberales, para satisfacer a la élite financiera que les acompaña, como el húngaro George Soros. Los demócratas exprimieron todo el jugo que deseaban del FA y ahora, que ya no pueden sacarle más, tiran su cáscara.

El pronóstico de este columnista es que Lacalle vencerá, por entre 4 y 10 puntos.

Colombia: La situación fue distinta en el país donde se mezcla la alegría del vallenato con la sangre del narcotráfico.

Colombianas y colombianos eligieron a 32 gobernadores departamentales y a mil 100 alcaldes, entre ellos los de Bogotá, Medellín y Cali.

En Bogotá se impuso la liberal Claudia Nayibe López Hernández, de 49 años, ex senadora y lesbiana declarada. López es la primera alcaldesa electa de la capital colombiana. Obtuvo 35.21% de los votos y desde ya se convierte en aspirante a la presidencia, de cara a los comicios de 2022.

López hizo una campaña con el manual de los liberales modernos bajo el brazo: narrativa desafiante (besó a su pareja, la senadora Angélica Lozano, la noche su triunfo), 'hipsterismo' (se transporta en bicicleta) y el conservadurismo, ya sea en valores, ya sea en ideología política, como el enemigo a vencer.

Menos de tres puntos atrás quedó el también ex senador y liberal Carlos Fernando Galán Pachón, quien compiló 32.48% de los sufragios. Carlos Fernando es hijo de Luis Carlos Galán Sarmiento, candidato presidencial asesinado en 1989. En el momento de su homicidio, Galán, quien se caracterizaba por ser un férreo crítico del narco, llevaba amplia ventaja en las encuestas. Es algo así como un Colosio colombiano. Sin embargo, su hijo Carlos verá frenada su carrera política, tras la derrota que sufrió el domingo.

López, por supuesto, goza del beneplácito de la élite del Partido Demócrata estadounidense, pero, si quiere vencer a la todavía poderosa derecha uribista (herida con los resultados de ayer, pero no de muerte), necesitará subir a un buen candidato a vicepresidente. Ahí es donde Galán puede ser de gran ayuda, sobretodo porque su discurso tras la derrota, fue de reconciliación.

Otro rival para López puede ser el independiente Daniel Quintero Calle, quien ganó en Medellín, con el 38.56% de los votos, casi 10 puntos por delante del derechista y uribista Alfredo Ramos Maya (29.88%). La historia personal de Quintero es su mejor carta de presentación. Ingeniero de profesión, fue un niño prodigio que entró a la Universidad de Antioquia cuando tenía 14 años, pero, al morir su madre, deja sus estudios para trabajar como vendedor ambulante. Los retoma, con becas, a los 17 y, de la misma forma, se va a estudiar a Harvard.

Por lo demás, Quintero, católico, de 39 años, quien tiene una esposa joven y bella (Diana Marcela Osorio), así como una hija pequeña (de año y medio), remite más a los demócratas cristianos de los ochentas, que a los liberales modernos.

Quintero es independiente, más no nuevo en política. Simpatizó con el Partido Liberal y estuvo por casi tres años en el segundo gobierno de Juan Manuel Santos Calderón, del cual salió para apoyar la campaña presidencial de Humberto de la Calle Lombana, negociador en jefe del gobierno santista con las FARC.

En Cali regresa a gobernar el médico Jorge Iván Ospina Gómez, quien venció (37.93% vs. 25.43%) al uribista Roberto Ortiz. El doctor Ospina fue alcalde entre 2008 y 2011, teniendo una administración errática, siendo, incluso, destituido por orden judicial.

Comentarios: [email protected]

Gerardo Fragoso es periodista y analista político desde 2000. Ha laborado para medios como Milenio, La Crónica, Televisa, UniRadio, El Mexicano, Organización Editorial Mexicana, Newsweek, entre otros. De igual forma, es asesor en comunicación política.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

FOTOS

03: Daniel Martínez y Luis Lacalle en el debate de candidatos previo a la primera vuelta de las elecciones uruguayas

02: Daniel Quintero, alcalde electo de Medellín, abraza a su esposa, Diana Osorio, tras votar en las elecciones del domingo

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