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Tijuana BC - lunes 28 de octubre de 2019 - Gerardo Fragoso M.
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Por Gerardo Fragoso M.

El kirchnerismo, de vuelta

Mi agradecimiento a Dora Elena Cortés Juárez, directora general de AFN, por permitirnos extender aquí, en esta gran casa virtual de la política, nuestro mapamundi.

TIJUANA BC 28 DE OCTUBRE DE  2019 .-De todos los países que fueron gobernados por dictaduras militares en el cono sur americano, ninguno ha tenido un derrotero tan cíclico como Argentina. Ayer, la derecha conservadora fue defenestrada del poder. Es la tercera vez. Igual que todas las anteriores, llegó como esperanza y se marcha como pesadilla; también, al igual que pasó en las dos ocasiones previas, le entrega el poder al peronismo que, a casi un siglo de su surgimiento, es lo único cierto en la incierta historia política de esa nación austral.

La desastrosa presidencia de Mauricio Macri Blanco Villegas, el mandatario saliente que fue derrotado al intentar reelegirse, se atisbaba desde la misma noche de su triunfo. En primera, porque el Fondo Monetario Internacional no estaba nada a gusto con el kirchnerismo, régimen peronista de izquierda que, por 12 años, había gobernado Argentina. Primero, con Néstor Carlos Kirchner Ostoi?, que reconstruyó al país andino, luego de la brutal crisis económica de 2001. Luego, con su esposa, Cristina Elisabet Fernández Wilhelm “Cristina Fernández de Kirchner”, quien gobernó desde 2007. El plan era que su cónyuge recuperara el poder en 2011, pero Néstor era un hombre con salud débil que, en 2010, empezó a tener problemas cardiacos serios, que devinieron en dos intervenciones quirúrgicas. Así, el 27 de octubre de 2010, falleció de un infarto. Aquel día fue trágico por el kirchnerismo. Curiosamente, en la misma fecha, nueve años después, ha vivido una noche de fiesta.

Cristina se enfrentó a la tormenta perfecta. Tuvo que optar a la reelección en 2011. Los votantes argentinos le dieron un gran respaldo, pues ganó en primera vuelta con el 54% de los sufragios. Fue la segunda victoria más holgada en la historia electoral argentina, solamente por debajo de la última que obtuvo Juan Domingo Perón, en 1973. Sin embargo, Cristina jamás tuvo la lucidez de su marido y comenzó a pelearse con más enemigos de los recomendables, incluso con sus propios aliados, como dos de sus jefes de gabinete, Alberto Ángel Fernández Pérez y Sergio Tomás Massa Cherti. Eso, a la larga, llevaría al kirchnerismo a la derrota.

Sin embargo, hubo algo que el kirchnerismo hizo muy bien y que ahora le permite al peronismo volver a gobernar: el manejo económico enfocado al bienestar de las clases bajas y medias. Con los Kirchner, Argentina llegó a crecer hasta 9.5% al año. La pobreza bajó hasta el 10.5%, la indigencia al 4.2%. La deuda argentina en dólares pasó de representar 92% del PIB en 2003 al 8.4% a la salida de Cristina. El salario mínimo subió de 260 pesos en 2003 a 4 mil 400 en diciembre de 2014. El poder de compra aumentó entre 6% y 409%, dependiendo del producto.

El kirchnerismo llegó a las elecciones de 2015 con un candidato, Daniel Osvaldo Scioli Méndez, que había sido vicepresidente de Néstor Kirchner y gobernador de Buenos Aires por ocho años, pero sin el carisma de sus jefes políticos. Del otro lado, las derechas se habían unido en torno a Macri, quien era un encantador de serpientes, llevaba ocho años siendo jefe de gobierno en Buenos Aires, bailaba en los mítines y, lo más importante, era ex presidente del Boca Juniors, uno de los dos equipos de fútbol más populares de esa nación.

Ayudado por los medios, particularmente por el Grupo Clarín, que estaba enfrentado al kirchnerismo, Macri fue moviendo el epicentro de la campaña, aireando la corrupción que se le señalaba al gobierno de Cristina, presentándose como la esperanza de un gobierno decente que, además, mantendría la bonanza económica para la mayoría de las argentinas y los argentinos. Sobra decir que era un cuento para incautos, pues ningún gobierno derechista vela por las clases bajas y medias. Al contrario, busca apretarlas en beneficio de los de arriba.

Pero hubo un 51.34% de votantes que se creyeron el cuento o les convenía lo que, de antemano, sabían que Macri iba a hacer. Así, Mauricio ganó las elecciones y empezó la pesadilla para clasemedieros y pobres.

Macri había recolectado el apoyo del FMI y las élites argentinas porque prometió demoler el estado de bienestar construido por los Kirchner. Así, se dedicó a desmantelar los subsidios que sostenían en un punto asequible las tarifas de agua, transporte público y electricidad, así como el costo del gas. Las alzas, en todos los casos, rebasaron el 500% en pocos meses, llegando, en el caso de la electricidad, a un 950%, y en el del gas a un 2000%.

Mauricio fue pródigo en destruir todo vestigio de nacionalismo, convertir a su nación en súbdita de las élites económicas extranjeras y el FMI, así como rendirle vasallaje al gobierno de Donald Trump. A su lado, los presidentes neoliberales creados –y criados– por George H.W. Bush, que atestaron el continente al inicio de los noventa, eran casi izquierdistas. Así, Macri llevó a su país a tener la producción más baja de crudo en tres décadas, pero aumentó la importación de petróleo un 326%.

Una de las primeras medidas de Macri fue derogar los controles para comprar dólares y llevar capitales al exterior. Eso ocasionó una devaluación del 42%. En campaña, Mauricio había dicho “la devaluación no es la solución”. Sería una de sus muchas mentiras. Tan sólo en sus dos primeros años de gobierno, el peso argentino se devaluó 82%, lo cual trajo una inflación galopante en los alimentos, con subidas de 110% en harinas, 90% en el pollo, 78% en las pastas y 50% en la carne. La canasta básica en Buenos Aires ha aumentado 222% con Macri. En su campaña, Mauricio dijo “Eliminar la inflación será la cosa más simple que tenga que hacer si soy presidente”. En 2018, llegó al 47.6%, casi 23 puntos más que como la recibió.

Si el kirchnerismo bajó la deuda externa, Macri se empeñó en subirla, tanto como un 52% durante su gobierno. Obviamente, recurrió al FMI, que le dio un préstamo por 50 mil millones de dólares, el más grande de su historia. Fue esa acción la que hizo ver a muchas argentinas y muchos argentinos que Mauricio no estaba ahí para impulsar a su país, sino para volver a convertirlo en esclavo de la élite financiera mundial y sus organismos, furiosos estos porque los Kirchner habían roto esos grilletes. Así, Cristina había dejado una deuda pública que representaba el 44.7% del PIB y Macri se encargó de llevarla al 100.4%.

En los cuatro años de Macri, se generaron 4.4 millones más de pobres, para llegar a 33.6 millones en Argentina. En porcentaje, la pobreza aumentó 15% con Mauricio y la indigencia un 27%. No podía ser de otra manera. Además, cerraron 19 mil 415 empresas. Y, por si fuera poco, 33% más de trabajadores pagan ahora el Impuesto a las Ganancias (el ISR argentino). El macrismo también canceló 126 mil pensiones, incluyendo aquellas recibidas por discapacitados y madres solteras.

Por si todo eso fuera poco, con Macri también se registró el hundimiento, por fallas mecánicas, del submarino ARA San Juan, de la armada argentina, con 44 marinos a bordo. La desaparición del navío, primero, y la tragedia, después, fueron pésimamente manejadas por el gobierno de Cambiemos.

Además, Macri benefició a los amiguitos que le ayudaron a llegar, particularmente al Grupo Clarín, al que le regaló la autorización para prestar 4G, sin licitación, ni pago por la frecuencia. En cambio, se persiguió a todos los periodistas opositores. Este año, se denunció que había “listas negras” de quienes tenían posturas contrarias al gobierno de Cambiemos.

Por todas esas tropelías, se observaba en el horizonte que Macri iba a perder en las siguientes elecciones. Sin embargo, entre las acusaciones de corrupción que pesaban sobre ella y su gobierno, y sus arrebatos que le costaron perder aliados, Cristina Fernández no parecía la mejor candidata para enfrentarlo.

Fue entonces que Cristina maduró, creció y entendió que su misión era más grande que volver a la máxima silla de su país. En un lance que muchos creían imposible, se retiró de la lucha por la candidatura presidencial y se la entregó a Alberto Fernández, quien fue su primer jefe de gabinete como presidenta, pero con quien se había peleado apenas unos meses después de llegar al poder. Los Fernández pasaron 10 años enfrentados, hasta que, en 2018, volvieron a hablar. Cristina se dio cuenta que ella no podía vencer a Macri (había perdido una elección al senado por Buenos Aires, en 2017, frente a Cambiemos), pero Alberto sí. Su decisión de ir como postulante a la vicepresidenta (para aprovechar su capital político, pero no asustar a los electores que dudan de ella) fue clave en el triunfo que ayer obtuvo el ahora llamado Frente de Todos.

Macri anunció que seguirá en política, pero se ve complicado que alguna vez regrese al poder. Por ahora, deberá enfrentar 42 días de un largo paseo en el desierto, hasta que Alberto Fernández asuma, el próximo 10 de diciembre. Fernández será presidente hasta 2023. Veremos si, para entonces, la derecha tiene un nuevo pastor, capaz de aglutinar a conservadores y liberales como lo hicieron Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Macri, o si el kirchnerismo ha vuelto para quedarse más de 12 años. Por lo mientras, el nuevo mandatario argentino tendrá la misión, en 2020, de superar a quien considera su maestro: el fallecido Néstor Kirchner quien ahora observará, desde algún lugar, como la corriente política que fundó, en 2003, ha renacido.

ASALTACUNAS: Una cosa es común en el saliente Macri y el entrante Fernández: su gusto por mujeres con muchos menos años que ellos. María Juliana Awada Baker, esposa de Macri, es 15 años más joven que su marido. Mientras que la pareja sentimental del nuevo mandatario, Fabiola Yáñez, es 28 años menor que Fernández.

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Gerardo Fragoso es periodista y analista político desde 2000. Ha laborado para medios como Milenio, La Crónica, Televisa, UniRadio, El Mexicano, Organización Editorial Mexicana, Newsweek, entre otros. De igual forma, es asesor en comunicación política.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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