*.- Desde el cielo una hermosa mañana…la Guadalupana bajó al Tepeyac

Por: Melba Guadalupe Cortés Juárez
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TIJUANA BC DICIEMBRE 12 DE 2017 (AFN).- Lo veía y no lo podía comprender, en el pasillo central de la Basílica de la ciudad de México, un grupo de fieles postrados de rodillas avanzaban hacia el altar, en señal de infinita devoción, ese 12 de Diciembre, en que se festejaba un año más de  las apariciones de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego.

Yo no cumplía ni los cinco años-iba en compañía de una tía muy querida-, que también entró al templo  de rodillas, después de cubrir muy bien su cabeza con una pañoleta y acomodar mi chal; traté de imitarla y me hinqué pero solo conseguí lastimar mis rodillas; Woow! todo lo que deseaba en ese momento era un champurrado calientito, acompañado de su respectivo buñuelo ¡yummi, yummi!.

Hacía un frío intenso que calaba los huesos, pero la gente a mi alrededor –absorta, no parecía darse cuenta de ello- avanzaban lenta y amorosamente rezando su letanía, mientras otros devotos entonaban cantos propios de la ocasión; los había con rosarios, fragantes cirios, escapularios al cuello, libros de oraciones y portando peticiones especiales por la familia; principalmente los enfermos. 

Hoy 12 de Diciembre y a muchos años luz de mis primeras experiencias en la Basílica de Catedral de México, vuelvo a recordar y vivir con ímpetu este día, que une a gran cantidad mexicanos a todo lo ancho del país, para visitar y cantar las mañanitas a la Virgen de Guadalupe y agradecerle haber elegido nuestra nación para difundir su mensaje de amor.

Recuerdo muy en especial una misa en honor de la Guadalupana, pertenecía yo en aquel entonces al Coro Polifónico de la iglesia de Catedral de Tijuana (1980), donde vocalizaba de 8 a 10 de la noche de lunes a viernes, mis compañeros y yo nos preparábamos para cantar esa misa especial teniendo como maestro al inolvidable maestro Carlos Cabezud q.e.p.d., toda una institución en el campo de la música. 

¡Todo estaba listo para conmemorar el cumpleaños de la Virgen ese 12 de Diciembre!... brrrrrr, helaba nuevamente, ¿pero saben? “El ambiente estaba impregnado de  esa magia, que solo infunde el calor humano”,  y las voces del Coro, bueeeno…Se escuchaban como los propios ángeles, enmarcadas por el humo que desprendía el incienso y la luminosidad y reflejo de las gigantescas lámparas en forma de araña. 

Yo paseaba mi vista hacia el altar, sin perder detalle y regresaba a la lectura de mis partituras (blancas, negritas corcheas, semicorcheas); disfrutaba ver el contingente que desfilaba por parte de los empleados de los Bancos y otras empresas, portando hermosos y fragantes arreglos florares,  mientras permanecían de guardia, poco más de tres cuartos de hora.

A las afueras del templo y entre las bancas, había gran cantidad de pequeños vestidos a la usanza del “indito” “Juan Diego”, unos bien portados, otros hechos unos “tremendos diablillos” y unos más con sus ojitos dormilones y caritas ya cansadas”, pero viviendo esa gran experiencia formativa.

También ligados a esta festividad no podían faltar a pasar lista de presente los grupos de mariachi, portando el traje de charro que les caracteriza quienes desfilaron para presentar sus respetos a la Virgen de Guadalupe y dedicarle bonitas canciones.

La Virgen de Guadalupe se apareció en el Cerro del Tepeyac, a un indito de nombre Juan Diego, en el año de 1531; una época muy sangrienta para el pueblo azteca, “la morenita” se quedó para siempre entre los mexicanos. En su mensaje pidió a Juan Diego “el más pequeño de sus hijos”, como ella le llamaba, que se le edificara un templo donde el pueblo pudiera orar y comunicarse con  Dios.
 
Según la historia religiosa Juan Diego no se sentía apto para transmitir el mensaje de la Virgen a las autoridades, por lo que a petición de Fray Juan de Zumárraga, pidió a “su niña del cielo”, como él le llamaba, una prueba para que le creyeran y no dudaran de su persona. La Virgen le solicitó que subiera a lo alto del cerro del Tepeyac y cortara unas rosas de castilla, cuya especie allí no florecía y menos en época de invierno.

Enorme fue la sorpresa que el Obispo y las autoridades eclesiásticas se llevaron cuando al extender el ayate o tilma donde llevaba las rosas, quedó grabada en ésta la imagen de la Guadalupana, lo que hizo que los allí presentes cayeran postrados de hinojos con infinita devoción.

La tilma encierra un misterio para los eruditos y científicos en todo el mundo quienes la han sometido a infinidad de pruebas, desconociendo las sustancias que conforman la imagen misma, pues no se conoce nada igual en el mundo, dentro de la gama de textura y color de la imagen. 

Por otra parte el manto que cubre a la Virgen de Guadalupe, está lleno de simbolismos, cuyo lenguaje conocía muy bien el pueblo azteca. Las constelaciones que retratan el manto, el ángel a sus pies, la luna, entre otros aspectos sumamente interesantes de interpretar.

Ni que decir de los ojos de la Guadalupana, donde fueron encontradas retratadas la figura de 13 personas, entre ellas Juan Diego. Los ojos de la virgen han sido igualmente estudiados por renombrados oftalmólogos del mundo, quienes coinciden que el observar los ojos de “la morenita”, es como revisar en consulta médica a cualquiera de nosotros, su mirada “transmite vida”. 

Y entre los muchos milagros que  la virgen ha hecho en especial al pueblo de México, se encuentra el de permanecer entre nosotros, desde aquél memorable día que diera paso a sus apariciones al indio Juan Diego (hoy San Juan Diego) y que une en un acto de amor todos los corazones, a través del tiempo y el espacio.