Por: Melba Guadalupe Cortés Juárez
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TIJUANA BC 3 DE DICIEMBRE DE 2017 (AFN).- Era una agradable tarde de otoño, y allí estaba con mi maestra y grupo de compañeros de la “Escuela Primaria Federal Independencia” del Centro Escolar “Agua Caliente”, en un paseo que la dirección del plantel organizó a los establos de la lechería de los hermanos Alonso, localizados en ese entonces en “Rancho Alegre” de la colonia 20 de Noviembre; una visita que formaba parte del programa de estudios.

Ataviada con mi blusa blanca, jumper azul marino y prendido a la solapa el escudo de la escuela, descendí con júbilo del autobús “algo destartalado”, luego de haber recorrido un camino que me pareció laaaaaaaaaaaargo debido a lo dañado del tramo carretero; el camión más bien parecía “montaña rusa”, lo que dio “la nota chusca” al paseo, ese día.

¡UFF! El olor no era nada agradable; en el predio se podía apreciar algo de estiércol. Se me “revolvió el estómago”, el terreno me pareció algo chicloso; había gran cantidad de vacas (algunas, con cencerro al cuello) movían la cola con desenfado como si no se hubieran percatado de nuestra presencia. ?? Tengo una vaca lechera, no es una vaca, cualquiera…comencé a canturrear alegremente.

Sintiéndome una reportera en potencia y tratando de emular a mi padre (q.e.p.d) que a eso se dedicaba, tomé una pequeña libreta de notas que tenía a la mano y lápiz y me uní al grupo de la escuela; la maestra se entrevistó ese día con la persona encargada de ofrecernos la plática vivencial, cuyo recuerdo aún atesoro.

 A ratos solemne y otros tanto divertido, el ponente nos fue explicando un poco sobre la importancia de alimentar y brindar el cuidado adecuado a las vacas, que en ese momento me parecían ENORMES; nos platicó qué comían, así como el papel que jugaba el estiércol dentro del establo, cuya finalidad era la de  proveer de una buena salud al ganado bovino y por ende que se  reflejara en la producción lechera.

En sus mejores palabras nos habló sobre la ordeña y preguntó si anteriormente habíamos tenido la experiencia de visitar un establo a lo que casi todos mis compañeros respondieron con “una negativa de cabeza”, enseguida procedió a mostrarnos la forma de ordeñar una vaca. Sin más preámbulo me acerqué en forma “amigable” al cuadrúpedo que me lanzó un eterno… Muuuuuuu al tocar sus ubres para la ordeña; instantáneamente tuve la sensación de que ¡QUEMABAN MIS MANOS!

Decidida a obtener una buena nota escolar, continué con la faena, tomé las ubres de la vaca y lentamente como si contara con experiencia fui presionando “firme pero  delicadamente “con movimientos ascendente y descendente… UNO Y DOS, UNO… hasta obtener el líquido blanquecino que vertí en un “pocillo especial”, en una porción, algo así como un cuarto de litro de leche.

En realidad no era mucho y tampoco era la primera vez que ordeñaba una vaca, pues durante un viaje realizado  a México con anterioridad acompañé a una tía a una granja, en la que también viví esta inolvidable experiencia. Práctica que debiera retomarse en las escuelas para que los niños tengan esta experiencia e interacción con el reino animal, lo que les sensibilizaría y contribuiría a que tomaran responsabilidad con su entorno. 

Sobra decir que no faltaron durante el paseo escolar a los establos, “los graciosos estudiantes que “hicieron guerritas”, con las ubres de las vacas empapándose unos a otros con leche, mientras las vacas en señal de protesta  mugían más fuerte “y lanzaban la patada al suelo”.

Las vacas deben tener un espacio adecuado para su descanso y una zona confortable e higiénica donde tumbarse, lo que hará que respondan positivamente al ambiente del establo y unas a otras.

En cuanto al estiércol, está lleno de nutrientes fertilizantes, pero su manejo es difícil; no obstante, bien empleado sus efectos son positivos, pues reduce costes en problemas de pezuñas y de veterinario; por otra parte, si las ubres están limpias, disminuye el tiempo de preparación pre ordeña y puede incrementar el rendimiento y por ende mayor calidad del producto. 

La mala salud de las pezuñas es un  problema caro y en aumento en las explotaciones lecheras intensivas en todo el mundo; la enfermedad de las pezuñas se puede prevenir con un manejo correcto y una detección precoz de los animales afectados, también es esencial un entorno limpio y seco y el recorte regular de las pezuñas. Las intervenciones preventivas son importantes para obtener una producción sostenible, tanto en el aspecto económico como en el del bienestar animal.

Mi paseo fue formativo, emocionante e inolvidable en cuanto a aprendizaje e interacción en equipo se refiere con mi maestra y compañeros. Guardé mi libreta de notas y mi bolígrafo; diría el inolvidable “zorrito de la televisión” Arnoldo López Salcido –al bolígrafo- “máquina de escribir portátil”, para recibir como sorpresa a nuestra visita un producto de la exquisita leche Jersey.  

La historia  de la leche Jersey se remonta al año de 1926 cuando Don Cesáreo Jiménez Pérez compró la concesión de Pasteurizadora La Suiza a su propietario, Adolfo Ramírez. 
 
Jiménez adquirió por la cantidad de $350.00 dólares, un antiguo camión, dos cántaros lecheros, y una medida de latón de un litro. Ese año, había comprado también una pasteurizadora.

Fue después de laborar varios años en la Pasteurizadora La Suiza, cuando Cesáreo Jiménez, dejó la dirección de la empresa (1925-2014), en manos de su hijo, Ernesto Jiménez Orozco. Q.e.p.d. cambiando su nombre a Pasteurizadora Jersey del Noroeste. 

Los productos lácteos: leche, crema, yogurt y jugo por mencionar algunos compiten con los de California y actualmente con los del  sur de México; los productos Jersey constituyen un legado de esta  visionaria familia que dejaba sus entregas a las puertas de los domicilios de Tijuana, en tiempos cuando la gente era muy respetuosa y no se daban los robos que ahora resentimos.

¿Recuerda usted eso? ¿Recibió su botella de leche en la puerta de su casa y la encontró al iniciar sus actividades cotidianas?